Cuatro victorias y un empate es el balance de la selección dirigida por Joachim Löw en los cinco últimos partidos oficiales, correpondientes a la fase de clasificación para el gran torneo europeo de selecciones que dará comienzo el 10 de junio. Gibraltar, Polonia, Escocia y Georgia han sido las victimas de este voraz combinado nacional que ha sembrado dudas tanto en los resultados, como en esta versión evolucionada a lo largo de varios años, tras el batacazo ante Italia en la última edición de la Eurocopa, en la que la prensa germana achacó al ex ayudante de Jürgen Klismann su idea de fútbol de toque romántica, que resultaba vistosa, aunque realmente ineficaz en cuanto a éxitos se refiere.

Siempre da la cara

Históricamente, el combinado nacional de Alemania siempre ha sido un equipo que ha podido presumir de llegar a las rondas finales, y de cuajar buenas actuaciones, lo cuál es una auténtica realidad, pues en 14 ediciones que se ha celebrado de este prestigioso torneo desde que se refundara con este formato en 1960, ha quedado clasificado entre los cuatro primeros en un total de 8 ocasiones. La primera vez que se alzó con la Eurocopa  fue en Bélgica en 1972 tras derrotar a la Unión Soviética en la final. En la siguiente edición, celebrada en la antigua Yugoslavia, cayó derrotada en la tanda de penaltis de la final, ante Checoslovaquia. En 1980, se volvió a alzar con el título en tierraS transalpinas tras imponerse 2-1 a Bélgica en la final.

Tras la travesía por el desierto de Francia “84”, logró el tercer puesto en la Eurocopa de 1988 que acogió, la segunda sin duelo por el tercer puesto. En la histórica competición de 1992 en la que Dinamarca se alzó con la victoria ante el estupor de todo el planeta fútbol, que veía como se imponía a una entonces, tricampeona del mundo. Posteriormente, se alzó con su última Eurocopa en 1996, derrotando a la República Checa en la final en tierras británicas. A partir de ahí, el combinado germano tuvo un ciclo bastante negativo en el que encadenó varios fracasos consecutivos, hasta 2008, cuando se plantó en una final en el Ernest Happel de Viena que le enfrentaba a España, aunque un gol de Fernando Torres en el primer tiempo decantó la balanza para la selección peninsular en un encuentro muy tosco. La última experiencia de la Mannschaft fue en 2012, en la cita de Polonia y Ucrania, en la que se quedó a las puertas de la gran final, tras ser eliminada por Italia en las semifinales gracias a los dos goles de un colosal Mario Balotelli. 

Por fortuna para la afición teutona, su selección llega en buena posición a este torneo a pesar de la gran irregularidad que está mostrando en los encuentros amistosos, pues si hay algo que ha caracterizado a la selección alemana de fútbol a lo largo de su histori ha sido su gran competitividad, sin importar el estilo al que ha jugado. Este combinado nacional ha dejado muchísimos momentos memorables en la historia de la competición, lo que sumado a la indudable calidad de sus jugadores crea un claro aspirante a alzarse con el título.

Desequilibrio entre posiciones

En este momento es cuando se advierte el cambio de tendencia en el fútbol alemán, justo cuando se ve que la mayor parte de los jugadores llamados por Löw para el torneo son centrocampistas. A pesar de la gran tradición de delanteros centros que existe en Alemania, la ausencia de estos en detrimento de los mediocampistas no ha dañado al equipo, ya que ha gozado de jugadores como Thomas Müller, Götze o Reus que resultan de lo más decisivos en los últimos metros, sumado a los delanteros centro, y a jugadores del corte de Khedira, que han perfilado la especie del centrocampista llegador. Alemania puede seguir presumiendo de tener un gran poderío ofensivo, pese a contar con tres atacantes en la preselección. Además, otra de las causas del éxito alemán también ha sido la adopción de la figura del falso nueve, que tanto han empleado jugadores ya mencionados como Götze y Reus.

En esta preselección de la que quedarán fuera cuatro jugadores para la lista oficial de convocados, destacan las apariciones de jugadores como Julian Weigl que ha realizado una campaña excepcional jugando de único mediocentro en el Borussia Dortmund y destapándose como un excelente organizador y un gran recuperador, Leroy Sané que parece entrar en los planes de Löw tras una buena temporada, en la que ha vuelto a brillar con luz propia, a pesar de que el Schalke se ha quedado fuera de los puestos de Champions, podría ser un muy buen sustituto de Özil, o una buena opción para jugar en banda y aportar más calidad, y por último Joshua Kimmich que llegó al Bayern procedente del Stuttgart como un mediocentro que le da buen trato al balón, y ha terminado la temporada como un central veloz en el uno contra uno, y con sangre fría en la salida de balón.

Un goleador nato, dentro y fuera del área

Posiblemente, el jugador más destacado de esta selección sea Thomas Müller, ya que ha demostrado ser un jugador con un olfato goleador innato, que le permite marcar un gol, a partir de cualquier balón del que se le abastezca, lo que le convierte en un futbolista primitivo. A pesar de no ser un atacante de una gran calidad técnica, ha demostrado ser un jugador diferencial por ese factor y por su velocidad en los últimos metros, además del despliegue físico que realiza en cada encuentro. Con todas estas cualidades, se le añade que es un jugador realmente polivalente, que da un excepcional rendimiento tanto si juega de interior, como de mediapunta como de extremo, o de falso nueve, pues jamás renuncia a llegar al área contraria con una cierta asiduidad. 

Un entrenador romántico

Por último, Joachim Löw es un entrenador alemán de 56 años que ha entrenado en varios equipos a lo largo de su carrera desde 2001, aunque ha alcanzado el éxito en la mannschaft que entrena desde 2006, tras el mundial en el que fue anfitrión y asistente de Jürgen Klismann en el banquillo. Es un técnico que siempre se ha caracterizado por un fútbol veloz y combinativo ese que ha intentado imprimirle a todos los equipos en los que ha estado, y ese con el que ha mantenido a la selección germana en lo más alto desde 2008, cuando lograra llegar a la final.  

Desde la apuesta por jugadores de la selección sub-20 para el mundial de 2010 en Sudafrica, hasta las críticas por su idea de fútbol romántico, este técnico de Schönau ha dejado una gran huella en la selección más laureada de Europa, y además ha proseguido con el modelo de fútbol, a base de elegir a jugadores de un perfil determinado. Su formación fetiche es el 4-2-3-1, que tantos éxitos le ha dado, pero podría llegar a variar el sistema ante las particularidades de jugadores como Julian Weigl, a pesar de ello, también ha utilizado el 4-3-3, y ha empleado formaciones de tres centrales, incluso en la pasada edición de la Copa del Mundo.