Después de que la selección alemana conquistara su cuarta estrella en el Mundial de Brasil 2014 se convirtió, de manera prácticamente automática, en la favorita para ganar cualquier otro título. Dos años después y en otro escenario, la Mannschaft ha demostrado que partir con ventaja en las quinielas no es fruto del azar. El equipo comandado por Joachim Löw ha dejado patente en la presente Eurocopa que es un bloque sólido, que comete mínimos errores y que presenta una fiabilidad y una calidad envidiables.

Empezando por la portería y repasando línea a línea, Alemania puede presumir de haber cuajado un equipo total. Un cerrojo bajo palos, una zaga contundente y segura, un centro del campo prodigioso y unos delanteros con el gol en el ADN. Algo más que una bonita colección de cromos, lo que tiene y lo que ha conseguido Joachim Löw se comporta como una auténtica familia, con solidaridad, inteligencia y demostrando que todos los miembros se conocen como si llevaran años compitiendo juntos. Algo muy difícil de ver en una selección.

Manuel Neuer, todo empieza atrás

Cinco partidos disputados en la Eurocopa y solo un tanto recibido, que no llegó hasta el último partido de la selección germana: el cruce de cuartos ante Italia que acabó con empate a uno y que se decidió a favor de los teutones en la tanda de penaltis. El gran protagonista del éxito y la solidez atrás recae sobre el guardameta del Bayern de Múnich. Si bien hay que reconocer que Neuer no ha estado demasiado exigido, también hay que reconocer que el poco trabajo que ha tenido lo ha solventado a las mil maravillas. Rápido de reflejos, hábil y de gran calidad, Neuer ha aparecido lo justo en cada partido para poner una mano milagrosa y evitar el tanto rival, además de aportar liderazgo al equipo con el brazalete de capitán.

Neuer lidera la defensa teutona con sus intervenciones y ejerciendo de capitán (Foto: bundesliga.com).

Por delante del portero germano se encuentra una de las mejores zagas defensivas por lo que se refiere a contundencia y calidad. A pesar de estar un peldaño por debajo de la línea defensiva italiana, seguramente la más segura y trabajada del planeta fútbol, Alemania cuenta con grandes jugadores a los que les es difícil encontrar un pero. Todos actúan como bloque, como una muralla defensiva. Lo que uno no puede lo hace otro, todos se ayudan y se complementan. El resultado de ese único tanto en contra en lo que va de Euro también es fruto del trabajo defensivo.

La defensa no solo defiende, es como una prensa que empuja al equipo hacia adelante

Löw ha sabido alinear una zaga muy completa, a pesar de jugar sin un lateral izquierdo puro después de la marcha de la selección de Philipp Lahm. Boateng y Hummels lideran al equipo desde atrás y transmiten una gran seguridad al resto del equipo. Pero la defensa no solo defiende, sino que vertebra el juego de la selección germana. La pareja de centrales, además de ser contundente y lista para cortar balones por todos los medios posibles, posee una gran visión del juego y una salida de balón digna de los centrocampistas. Muchas veces son los propios centrales los que hacen el trabajo del mediocentro, ellos son la conexión entre la misma defensa y las líneas de delante. Con gran presencia por las bandas, destacando el gran papel de Jonas Hector, la zaga teutona actúa como una prensa que empuja al equipo hacia adelante.

El poderío de la defensa da sus frutos en ataque ya que la altura y la gran habilidad para disputar balones aéreos se suman a las innumerables razones ofensivas. Los centrales suben a rematar córners y faltas, se quedan para defender posibles contras y llegan a generar segundas oportunidades. Defensa y gol. Dos de los siete tantos germanos en el torneo han llegado gracias a las aventuras en ataque de Mustafi ante Ucrania y de Boateng ante Eslovaquia. Además, en la zaga teutona también destaca una gran capacidad para retroceder y reorganizarse en las contras de los rivales, en gran parte gracias a la presión de los delanteros y los centrocampistas ya que tanto Boateng como Hummels son algo lentos a la hora de correr hacia atrás. A pesar de haber cometido 61 faltas, el quinto equipo que más ha hecho, Alemania solo ha visto siete tarjetas amarillas.

Hummels y Boateng se complementan a la perfección y lideran al equipo desde la defensa (Foto: dfb.de).

La llave de oro guardada en el centro del campo

Talento, juventud, experiencia, inteligencia, solidaridad… Son muchos los adjetivos que acumulan los jugadores germanos del centro del campo en adelante. En la convocatoria germana ya no existe la diferencia entre centrocampistas y delanteros, todo forma parte de una misma parcela del campo si bien es cierto que conviven jugadores con unos roles muy definidos y diferenciados. La pieza clave en los esquemas de Löw es el centro del campo. Gracias al trabajo de todo el equipo no se sabe donde empieza y donde acaba, ocupa una gran extensión en el terreno de juego y resulta una perfecta metáfora de la unión y el bloque que caracterizan al equipo teutón.

El trabajo de los hombres del medio es incontable. Desde defender a atacar, pasando por vertebrar el juego del equipo. La solidaridad es el motivo del éxito del centro del campo teutón. Todos aportan lo suyo en una demarcación en la que tan importante es defender como marcar goles. Las combinaciones rápidas, los movimientos para generar espacios, diagonales y carreras para atacar estos espacios forman parte del día a día en una selección germana que trabaja como un reloj en el que cada pieza, además de cumplir su función, genera trabajo para que otra pieza pueda funcionar. Cuando la pelota abandona los pies de la línea defensiva, entra en el engranaje que hace distinta la selección de Löw de las otras.

Las incontables piezas del centro del campo son la perfecta metáfora de la unión del equipo (Foto: futbolistos.es).

El centro del campo convierte la posesión y el dominio en la mejor baza a la hora de atacar pero también para defender

Es difícil quedarse con solo un jugador del centro del campo germano. Existen piezas de creación que aportan combinación y un toque mágico de calidad como Tony Kroos y Mesut Özil; músculo, contundencia defensiva y presencia en ataque como Bastian Shweinsteiger y Sami Khedira; frescura, velocidad, descaro y gol como Julian Draxler o Thomas Müller quien, de largo, puede ser señalado como el jugador más polifacético con los que cuenta Löw. De la línea divisoria en adelante es donde se encuentra el alma del equipo, con una brillantez sublime en ataque que convierte la posesión en su mejor baza para crear ocasiones y para privar al rival de ellas. Largas combinaciones, juego en estático y dominio de la posesión y del control de la bola. Esto no solo le sirve a Alemania como argumento ofensivo ya que se resguarda de posibles ataques del rival privándolo de lo más necesario para hacer daño en el fútbol: el balón.

Un equipo y un estilo total

El futbol que practica la selección germana le va como anillo al dedo al equipo. Contar con unos jugadores y un equipo tan completo, que se conocen y combinan casi de memoria, con polivalencia y solvencia tiene su incidencia en el juego. Por muy obvio que parezca el fútbol que practica un equipo es el fútbol al que juegan sus jugadores. Y así es en la Mannschaft, con las armas que tiene Löw ha podido idear un estilo y un sistema con sello propio, un fútbol que bebe de aquella España del tiki-taka que conquistó el mundo siendo, a la vez, un reflejo de lo que Pep Guardiola consiguió con el mejor Barça del mundo. El fútbol moderno de ataque posicional sin olvidar aquella seña de identidad del estilo y el espíritu germano de antaño, un fútbol físico y directo.

Alemania ha conseguido juntar el nuevo fútbol de combinación con aquél gen luchador del equipo de los años 70 y 90

Alemania no solo cuenta con una gran cantidad de jugadores capaces de dominar el balón y hacerlo bailar a su son. También cuenta, muchas veces en el mismo futbolista, con aquél ideal germano de poderío físico, de velocidad para cazar un balón largo y matarte a la contra antes de que te hayas dado cuenta. Esta metamorfosis se ejemplifica, de nuevo, línea a línea. Los defensas tienen un gran poder para disputar balones aéreos, son corpulentos pero tienen un guante para salir jugando el balón o para mandar un pase largo, medido y preciso al pie o a la carrera del delantero. La fuerza y contundencia de hombres como Schweinsteiger y Khedira contrasta a la perfección con su capacidad para combinar y combinar sin apenas moverse del sitio, a la vez que también son capaces de correr adelante o atrás sin mostrar grandes signos de cansancio.

Thomas Müller en la parcela ofensiva es el jugador que mejor ejemplifica este estilo propio de la selección teutona. El delantero del Bayern practica sin problema el fútbol moderno, se mueve para generar espacios, combina, asiste, pasa, recibe de espaldas, apoya a un compañero… es una máquina incansable, la pieza que siempre se mueve y que da sentido al ataque en estático. Sin embargo, cuando el conjunto de Löw recupera rápido el balón o puede montar una contra, Müller es el primer jugador en correr, atacar el espacio, recibir a las mil maravillas un pase largo, controlar y marcar. Dentro del área, le llegue como le llegue el balón, pone el cuerpo, se acomoda y dispara. Combina a la perfección dos estilos de fútbol con el gol en el ADN y aquel gen de luchador incansable que caracterizó a la Alemania de los años 70 y los 90.

Müller es el jugador total dentro de la selección total | Foto: Getty Images
Müller es el jugador total dentro de la selección total | Foto: Getty Images