El factor suerte también es muy importante en el deporte. Cualquier detalle puede hacer que la situación dé un giro radical y desemboque en un resultado diametralmente opuesto. Si ese detalle está aliado con la fortuna, el resultado se vuelve impredecible, y parte de ese factor constituye la magia del deporte y, en este caso, del fútbol. Un fallo desde los once metros privó al Boulogne de apear al As Saint-Étienne de la Copa de Francia. Los locales fueron competitivos durante todo el encuentro y saborearon la victoria en dos ocasiones, primero tras adelantarse a diez minutos para el final y después tras ponerse por delante en la tanda de penaltis, pero la alegría cambió de bando inmediatamente y echó por tierra las ilusiones del conjunto y la afición locales. 

Solidez defensiva

El AS Saint-Étienne encaraba los cuartos de final de la Coupe de France como favorito en su duelo ante el Boulogne. Y este favoritismo se reflejó rápidamente sobre el terreno de juego, y ya en el minuto cinco disfrutaron de su primera ocasión de gol. Mollo recibió de espaldas a la portería y disparó a la media vuelta, pero el balón, rechazado por un defensor local, cayó en los pies de Hamouma, que no pudo batir a Viviani tras la excelente intervención del guardameta.

Pese a esta ocasión inicial, el Boulogne no se amedrentó y, movido por el ímpetu, equilibró el choque en estos primeros compases. Las ocasiones llegaban del lado visitante, pero los locales iban creciendo en el partido y ejercían una fuerte presión sobre la salida de balón del cuadro rival, lo que le permitió recuperar balones en zonas adelantadas. En esta tesitura de igualdad entre ambos equipos es cuando suelen aparecer los buenos jugadores, y Mollo es uno de ellos. El extremo izquierdo del AS Saint-Étienne comenzó a asumir protagonismo ofensivo, convirtiéndose en un continuo quebradero de cabeza para la defensa del Boulogne.

Pese a la importancia en el juego de Mollo, lo cierto es que el AS Saint-Étienne fue perdiendo brillantez con el paso de los minutos. Los locales esperaban para salir rápido al contraataque, y ejercían una efectiva presión sobre los jugadores visitantes. La agresividad fue aumentando y se produjeron algunas entradas que rozaron la ilegalidad, pero por fortuna ningún jugador salió lesionado del terreno de juego. Sin embargo, no se produjo ninguna ocasión clara de gol y los porteros tuvieron unos primeros 45 minutos muy tranquilos. Los visitantes fueron los dominadores de la primera mitad, pero la solidez defensiva del Boulogne provocó que el marcador fuera de 0-0 al descanso.

Más ocasiones

Tras el paso por los vestuarios, los locales salieron decididos a ser más incisivos en ataque e inquietar a Ruffier, que tuvo que intervenir ante un centro de Mercier para evitar el remate de Soubervie nada más comenzar la segunda parte. A raíz de esta ocasión, el Boulogne fue adueñándose del partido y comenzaron a inquietar al AS Saint-Étienne, que comenzó a ver cómo pasaban los minutos sin poder encontrar la fórmula para ganar el partido. Los locales se mostraban más agresivos en la recuperación que su rival, y consiguieron recuperar muchos balones gracias a este trabajo colectivo.

De esta forma llegó la primera ocasión clara para el Boulogne. Mercier se marchó de Théophile-Catherine y decidió disparar ante la salida de Ruffier y el balón se fue muy cerca del poste. El delantero local no vio que su compañero Rolland llegaba sólo por la izquierda para rematar a placer y establecer el 1-0 en el marcador. Sin embargo, tres minutos después, llegaría el tanto local. Bègue fue derribado por Ruffier dentro del área y el árbitro señaló la pena máxima. Soubervie no perdonó desde los once metros y pudo en ventaja a su equipo a falta de diez minutos para el final.

El Boulogne acariciaba su primera final de Coupe de France de la historia, pero poco duró la alegría en el Stade de la Libération. Tan sólo cuatro minutos después del tanto de Soubervie, un centro de Mollo fue rematado a la perfección en el primer palo por Corgnet, que estableció así el 1-1 en el electrónico. A partir del gol, el balón estuvo la mayor parte del tiempo en el centro del campo y ninguno dispuso de alguna ocasión clara de gol, por lo que los dos equipos se fueron a la prórroga.

Desenlace desde los once metros

El tiempo extra estuvo marcado por la igualdad entre ambos equipos. Los dos intentaban crear peligro cerca del área pro ninguno de ellos inquietaba al guardameta rival, si bien los locales parecían más concentrados que el AS Saint-Étienne. Primero lo intentó Bègue, pero su disparo se marchó desviado de la portería de Ruffier. Después llegó el turno de Niangbo, que intentó aprovechar un error en la entrega de Théophile-Catherine pero su disparo se encontró con la magnífica intervención de Ruffier. Pero las ocasiones más claras de esta primera parte de la prórroga fueron favorables a los visitantes, que pudieron adelantarse de no haber sido por la escasa efectividad de sus hombres más adelantados. En la segunda parte del tiempo extra, el cansancio comenzó a hacer mella en los jugadores, que se mostraron muy erráticos e imprecisos. Ninguno de los equipos lograba tener el control del balón y la intensidad del encuentro disminuyó, por lo que al final el partido se decidió en la tanda de penaltis.

Mollo y Soubervie anotaron sus lanzamientos desde los once metros, pero Viviani adivinó las intenciones de Perrin y puso con ventaja a su equipo. Los dos equipos seguían consiguiendo sumar en la tanda de penaltis hasta que llegó el momento de Dia. Uno de los recién incorporados al terreno de juego ejecutó un mal lanzamiento y envió el balón directamente fuera, volviendo a establecerse la igualada. Clerc anotoó su lanzamiento y Mercier vio cómo Ruffier paraba el suyo y echaba por tierra el sueño del Boulogne.

Con más apuros de los previstos, el AS Saint-Etienne alcanzó los cuartos de final ante el Boulogne, un equipo que tendrá que esperar a mejor ocasión pero que ha demostrado que puede ser muy competitivo.

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