Que el deporte tiene un importante peso político es algo que no se discute. En muchas ocasiones, las actitudes y opiniones del ídolo deportivo de turno tienen una capacidad de transmitir un mensaje de cara a las masas incluso superior a la de un discurso. Así, entre otros muchos casos, Mandela simbolizó el final del apartheid y la reconciliación de Sudáfrica con aquellas memorables imágenes en el Mundial de rugby de 1995 perfectamente plasmadas en la épica Invictus, mientras que la gran mayoría de dictadores intentaron, y en muchos casos consiguieron aprovecharse del deporte como instrumento de propaganda para facilitarse apoyo en sus planes y lograr calar entre sus gentes. 

La Lazio ha estado unida casi desde sus inicios a la ultraderecha, al movimiento fascista. Fue en 1929 cuando Benito Mussolini se alistó como socio del club, poniendo la primera piedra del fascismo que ha marcado desde entonces al club romano. Desde que Mussolini hizo de la Lazio "su" equipo, la cultura del club, representada en sus seguidores más radicales, los archiconocidos Irriducibili, se ha convertido en la que muestra el fascismo de la manera más hardcore que se pueda ver en un estadio de fútbol. Mediante cánticos, pancartas y gestos desde la Curva Nord, y también con numerosos actos de violencia, los ultras laziales se encargan de mostrar claramente su ideología. Incluso algunos jugadores, como Paolo Di Canio, que fue miembro de la Curva antes que futbolista, han reproducido el saludo fascista en celebraciones de goles. Pese a todo, cabe dejar claro que los comportamientos de los ultras no representan las opiniones del resto de la afición laziale, que se ha llegado a poner en contra de los radicales. Pero, debido a la gravedad y constante repetición de las brutalidades cometidas por los integrantes de la Curva Nord, la Lazio lleva consigo el sambenito del fascismo.

La Lazio de las Pistolas

Probablemente nunca se repetirá una situación de tanta tensión en un vestuario como la que se vivió en el seno de la Lazio a mediados de los años 70. En la Lazio de las Pistolas, también conocido como Grupo Salvaje, o estabas con Chinaglia o estabas con Martini, un escenario más propio de una película de mafia que de un equipo de fútbol. En la plantilla convivían (o lo intentaban) dos bandos totalmente enfrentados, con sus líderes reconocidos, con intención de desenfundar las pistolas y matarse en cualquier momento, estando la mayoría de sus miembros relacionados con la delincuencia y el crimen organizado, un grupo en el que se mezclaban pistoleros, amantes de la vida nocturna y fascistas, hombres que vivían en una espiral de polémica. Los dos clanes solo tenían en común una cosa: el fascismo. 

Por un lado estaba Giorgio Long John Chinaglia, italiano que creció en Gales antes de convertirse en leyenda de la Lazio. Aunaba la mentalidad de un hooligan británico con la de un capo de la camorra italiana. Era, además, la gran figura del equipo. Delantero estrella, internacional con la azzurra y capocannoniere de la Serie A, principalmente gracias a su imponente físico, tras salir de Italia se fue al New York Cosmos junto a Pelé, Beckenbauer y Carlos Alberto, entre otros. Sus escándalos, muchos de ellos relacionados con la mafia, fueron constantes hasta su fallecimiento en 2012. Y, por supuesto, era fascista reconocido. El líder del otro bando era Luigi Martini, lateral izquierdo, que años después de colgar las botas inició una carrera política ligada a la ultraderecha, e incluso llegó al Parlamento italiano.

En aquella Lazio se mezclaban futbolistas aficionados a las armas, fascistas, hombres que coqueteaban con la mafia... Chinaglia y Martini eran los líderes de dos bandos enfrentados

Muchos de los integrantes de aquella Lazio acostumbraban a llevar armas de fuego a las concentraciones, y los entrenamientos eran auténticas batallas en los que el honor de las dos facciones estaba en juego. Se producían peleas y enfrentamientos por el más mínimo motivo, pues los dos grupos se odiaban entre sí. Solo la figura de Tommaso Maestrelli, que más que un entrenador fue un genio de la gestión de grupos y de la psicología, impidió que se mataran. Maestrelli actuaba de mediador, confesándole en secreto a Chinaglia que él le consideraba el líder del grupo, y haciendo lo mismo con Martini para mantener contentos a ambos. El técnico era muy respetado y querido por los dos bandos, por lo que su presencia evitó que estallara la violencia. Es más, Maestrelli no solo logró mantener a raya las tensiones del vestuario, sino que construyó un equipo serio y sólido.

Pese a todo el odio acumulado en el vestuario, Maestrelli logró construir un equipo campeón gracias a su talento gestionando el grupo 

Los dos bandos se odiaban, no se hablaban y casi que no se podían ni ver, pero cuando llegaba el partido del domingo eran uno, y se defendían los unos a los otros. Con Chinaglia como goleador y estrella, la controvertida Lazio de las Pistolas levantó el Scudetto de 1974, lo que parecía un milagro con todo lo que ocurría día a día de puertas hacia dentro. El Grupo Salvaje fue tan polémico, como grandioso y a su vez efímero. Maestrelli cayó enfermo de cáncer, y la enfermedad se lo llevó en diciembre de 1976. Sin su verdadero y único líder, más allá de la disputa entre Chinaglia y Martini, era simple cuestión de tiempo que el equipo se desmoronase. 

La tragedia acabó por salpicar al club romano. En enero de 1977, se produjo uno de los episodios más lamentables, evitables y tristes de la historia del Calcio. Luciano Re Cecconi era un fantástico centrocampista, y además el protegido de Maestrelli, quién le entrenó en el Foggia y luego se lo llevó con él a la Lazio. Al parecer era de los pocos jugadores apreciados por los dos grupos. De carácter alegre y bromista, un buen día decidió gastar una de sus bromas y entrar en una joyería con la cara tapada, simulando portar un arma y amenazando al propietario del establecimiento al grito de "¡Manos arriba! Esto es un atraco". Pero el joyero, que no reconoció al futbolista y lógicamente no sabía que era una broma, asustado, se giró y lo abatió de un disparo, en defensa propia. El 18 de enero de 1977 fallecía Re Cecconi a los 28 años. Por una vez, la plantilla laziale se reunió en conjunto para llorar su muerte y asistir a su entierro.

Con los fallecimientos de Tomasso Maestrelli y Re Cecconi, más la marcha de Giorgio Chinaglia a Estados Unidos, se fue desintegrando el Grupo Salvaje, la Lazio de las Pistolas, quizá el equipo más polémico que haya existido jamás. Y, pese a todo el odio que acumulaban unos contra otros, el domingo de cada semana se unían y se apoyaban los unos a los otros. Puede que esa sea la grandeza del deporte.