Treinta y seis partidos de Liga disputados. Veinte de ellos correspondientes a la temporada 2013/14, los otros dieciséis al curso actual. De ellos, veinticinco ganados y otros cinco empatados. Si la liga se jugara en el año natural, como en Suecia o en Argentina, esto supondría 80 puntos, con la posibilidad de incrementar la cifra en los dos partidos que faltarían por jugarse. Suficiente, en condiciones normales, para proclamarse campeón con holgura.

Pero las condiciones normales excluyen la existencia de la Juventus, una auténtica bestia que tritura rivales con una facilidad pasmosa. El gran, enorme, mérito romanista es convertirse en el único capaz, a día de hoy, de incomodar un poco al coloso blanquinegro. Con más o menos diferencia de puntos entre ambos, la Loba se ha mantenido en la segunda posición durante absolutamente todo el año, con un leve escarceo con el liderato y la medalla de bronce en las primeras jornadas del presente torneo, fruto de las variaciones en las diferencias de goles.

La temporada 2013/14 se saldó con brillo pero sin gloriaCuesta asumirlo, porque es muy duro, pero el campeonato italiano ha entrado en una época en la que, por muy bien que se hagan las cosas (y la Roma las hace realmente bien, no quepa duda), es imposible coserse el Scudetto al pecho. Simplemente, no se puede: el muro que han puesto en Turín es demasiado alto y no hay alpinista capaz de trepar por él. El principal mérito giallorosso es, aun conociendo la realidad, no asumirla y confiar en el milagro, manteniéndose mientras tanto como el mejor de los mortales.

Bofetada de realidad

Y eso que desde el primer momento quedó claro quién manda en el Bel Paese. La casualidad quiso que el primer partido del año, allá por Reyes, fuera precisamente un Juventus - Roma que se saldó con un contundente 3-0 a favor de los locales. Aquel extrañísimo encuentro, en el que los giallorossi dominaron con holgura pero acabaron llevándose una goleada, podría servir como metáfora de lo que iba a ser el año entero.

Once habitual de la Roma en la segunda mitad de la temporada 2013/14

Con todo, la máquina romanista no se resintió y siguió funcionando a alto nivel, ganando casi siempre y a casi todos. Ese "casi" fueron despistes puntuales, mínimos, pero fundamentales si se trata de competir contra otro equipo capaz de lograr 33 victorias en la temporada y acabar con más de 100 puntos. Muchas veces se ganaba por pura rutina, casi sin esforzarse. Otras había que sudar un poco más. Sin embargo, en partidos concretos, como el derby empatado a cero, se perdieron puntos clave. De hecho, visto que el campeonato era matemáticamente imposible, el equipo se dejó llevar y encadenó tres derrotas seguidas en las últimas tres jornadas (una de ellas, particularmente dolorosa, contra la propia Juventus en casa).

Visto que era imposible en el torneo de la regularidad, la Roma intentó lamerse las heridas en la Coppa Italia, un torneo más asequible y particularmente deseado, puesto que sólo necesita ganarla una vez más para convertirse en el equipo que más tiene y para, de paso, permitirse el lujo de colocar una estrella de plata sobre su escudo. Y empezó bien, sorprendentement bien, vengándose de la Juventus en el partido (único) de cuartos de final. Y en la ida de semifinales también ganó, por un escaso pero esperanzador 3-2. Pero la vuelta, en Nápoles, fue una noche negra: los tres goles de Callejón, Higuaín y Jorginho borraron de un plumazo la posibilidad de levantar trofeos en 2014.

Clasificación final de la Serie A 2013/14 (seis primeros puestos)
Equipo Puntos G E P GF GC
1 Juventus 102 33 3 2 80 23
2 Roma 85 26 7 5 72 25
3 Nápoles 78 23 9 6 77 39
4 Fiorentina 65 19 8 11 65 44
5 Inter 60 15 15 8 62 39
6 Parma 58 15 13 10 58 46

El agujero de Benatia

Saldada la temporada 13/14 con brillo pero sin gloria, tocaba preparar el nuevo curso. El entrenador, Rudi García, se había ganado crédito más que suficiente, y el bloque basado en el 4-3-3 tenía sus carencias pero funcionaba bastante bien. En el mercado invernal ya había habido una sustitución de piezas, fichando a Nainggolan en lugar del huido Bradley, que a juicio de muchos suponía una clara mejora. Había llegado también un chavalín croata, Jedvaj, que tras jugar apenas un par de encuentros y no demostrar gran cosa se marchó cedido a foguearse a la Bundesliga.

Parecía que el objetivo de la secretaría técnica no era otro que mantener la estructura que había rendido a tan alto nivel. Pero un solo movimiento del mercado lo puso todo patas arriba: el Bayern de Múnich le hizo una oferta irrechazable a Mehdi Benatia, que el central marroquí no dudó en aceptar. Muchos calificaron de traidor al defensor, que en una sola temporada en el club ya se había ganado el cariño de la grada por su espectacular rendimiento e incluso había llegado a lucir el brazalete de capitán, pero pensándolo fríamente, la decisión del futbolista es justificable ante la gran mejora tanto deportiva como económica que iba a conseguir.

Benatia, en su etapa romanista. Foto: FC Bayern.

Para la Roma, sin embargo, su salida ha sido toda una faena, ya que perdía al referente en la que, hasta ese momento, era la principal baza de su juego: la solidez defensiva. Por si fuera poco, desde la lesión de Balzaretti (cuya fecha de recuperación aún es indefinida), el puesto de lateral izquierdo no ha conseguido encontrar a alguien que lo cubra con garantías. Ni Dodô ni Bastos, brasileños ambos, convencieron; al primero se le buscó una salida al Inter y al segundo no se le renovó la cesión.

Por eso, en el mercado la directiva se esforzó especialmente en apuntalar la retaguardia. Aparecieron por Trigoria hasta tres laterales nuevos, a saber: Ashley Cole, ese jovenzuelo inglés que tenía ganas de cerrar su carrera con un poco de dolce vita; Urby Emanuelson, rebotado del Milan de quien nadie esperaba gran cosa; y José Holebas, griego de ascendencia uruguaya pero nacido en Alemania. De los tres, el único con el que la hinchada está más o menos contenta (aunque sin alardes) es el heleno.

También de Grecia llegó el principal refuerzo para cubrir la zona central de la zaga: Kostas Manolas, un hombre bastante cotizado cuyo nivel, aunque no llega al del marroquí, está siendo muy satisfactorio. Otras dos incorporaciones reforzaron la última línea: el cumplidor Astori, llegado de Cagliari en calidad de cedido, y el francés Yanga-Mbiwa, petición expresa de García que de momento no convence.

Al centro del campo arribaron unos cuantos jugadores nuevos, como Keita, Paredes o Uçan, que venían a complementar el buen plantel que ya había. Además, casi habría que considerar un fichaje la vuelta de Strootman, recién recuperado de la grave lesión de rodilla que sufrió a principios de año. Se consiguió también que ninguno de los hombres importantes (Pjanic, que renovó, De Rossi, el propio Nainggolan) dejaran el club, pese a los cantos de sirena que, por ejemplo, le llegaban (y le siguen llegando) al holandés desde Manchester. De hecho, podría decirse incluso que hay demasiada gente, y algunos, sobre todo los más jóvenes, están teniendo menos oportunidades de las que deberían. No sería mala idea alguna que otra cesión este invierno.

Pero ¿quién mete los goles?

Sí se puede considerar un error por parte de la directiva la no contratación de un delantero centro, de un ariete que garantice una veintena de goles al finalizar el campeonato. Ahora mismo lo único que hay en nómina con un perfil parecido es Destro, quien, por alguna razón (su mala cabeza, probablemente), no es del agrado de García y tiene oportunidades con cuentagotas. La línea de ataque se mantiene idéntica al año pasado, con la única incorporación de Iturbe, un extremo más, que tampoco ha sido capaz de ganarse el puesto pese a la millonada pagada por él al Verona.

Florenzi, celebrando con su abuela en la grada el gol que le marcó al Cagliari el 21 de septiembre. Foto: Ansa.

Con todo esto, se pudo montar una pretemporada bastante decente, con gira americana incluida (cómo no) en la que la Loba se dio el gusto de darle un mordisco al Real Madrid. Y en el campeonato italiano se empezó arrasando, con cinco victorias en otros tantos partidos que permitían soñar con batir el récord de diez triunfos consecutivos en el arranque. Pero en la sexta jornada, ay, esperaba la Juventus, siempre la Juventus.

A partir de ahí surgieron las dudas. Con Benatia en Alemania y con Castán aquejado de una extraña lesión cerebral detectada tras unos mareos en el partido contra el Empoli, la legendaria solidez defensiva parece cosa de otra época muy lejana. Ganar, sigue ganando a menudo dentro de Italia, pero ya no con tanta autoridad, y de vez en cuando se lleva algún que otro susto importante.

La debacle del Olímpico

Otro factor clave que puede ayudar a entender el devenir de la Roma, sensiblemente peor en estos últimos meses de año que en los primeros, es el sobreesfuerzo derivado de la participación, mucho tiempo después, en la Liga de Campeones. Con la mala suerte, además, de que como integrante del último bombo, le tocó un grupo, el E, especialmente difícil. Tocaba luchar contra dos transatlánticos como el Bayern de Múnich y el Manchester City, y contra el iceberg del CSKA de Moscú.

La falta de títulos impedirá que 2014 se recuerde con el respeto que mereceLas cosas, de todas formas, empezaron bastante bien, con una goleada en casa sobre los rusos y un muy meritorio empate en Inglaterra que incluso se quedó corto y sirvió para que Totti batiera el récord al goleador más veterano de la historia de la competición. Pero luego, con la visita del Bayern, llegó el punto de inflexión. Para hacerse una idea de la masacre, basta recordar que el marcador de 1-7 fue escaso y que los alemanes (Benatia incluido) se abstuvieron voluntariamente de hacer aún más sangre. Las causas de tal descalabro, que son muchas y muy variadas, dan para un análisis más profundo; aquí basta con decir que se puede considerar un simple accidente.

Torosidis, durante la derrota por 1-7 contra el Bayern de Múnich. Foto: UEFA / Getty Images.

De todas formas, aunque no fuera tan violenta, una derrota contra los bávaros era previsible. O incluso dos, como así ocurrió. Y que Agüero y compañía vencieran en el último partido también entra en lo razonable. El problema llegó en el penúltimo encuentro, en Moscú, que la Roma iba ganando hasta que un despiste defensivo en la última jugado echó abajo todo el trabajo realizado. De no haber sido por ese gol, hoy el equipo italiano tendría rival en octavos de final.

Balance positivo

A cambio, donde está es en dieciseisavos de la Europa League. El sorteo le ha deparado un cruce contra el Feyenoord neerlandés, que va a ser duro pero puede superarse. A partir de ahí, los únicos rivales que de verdad dan miedo son los tres españoles: Athletic, Sevilla y Villarreal. Y a cualquiera de ellos, en un buen día, les puede ganar.

Igualar este año es complicadísimo, no digamos superarlo, pero no queda más remedioDentro de la propia Italia, aun con altibajos, a día de hoy la Roma mantiene su segundo puesto, pero con el extra de que la Juve también ha flojeado un par de veces. La diferencia es de tan sólo tres puntos, lo que significa que, en rigor, la Loba depende de sí misma para ganar el Scudetto. Sobre la Coppa Italia, quizás un objetivo más realista, en principio llegar a semifinales es perfectamente asumible: en octavos espera el Empoli, y en el hipotético cruce de cuartos habría que enfrentarse al ganador del Fiorentina-Atalanta. En la penúltima ronda, si todo transcurre por los cauces normales, el rival sería la Juventus a doble partido, con todo lo que eso implica.

En definitiva, 2014 se puede considerar un año muy bueno para la Roma, aunque lamentablemente, la falta de títulos conseguidos impedirá que dentro de algún tiempo se recuerde con el respeto que merece. No obstante, el equipo tiene problemas, que conoce perfectamente y tendrá que esforzarse en solucionar. De Sanctis no está en sus mejores momentos y ha tenido ya un par de errores bastante comprometidos. Sin Castán ni Benatia, la defensa no es ni de lejos lo que era. Sigue sin haber lateral izquierdo ni delantero centro. Y el ataque continúa estando liderado por Totti, de cuya inmensa calidad nadie duda, pero que a sus 38 años cada vez tiene más complicado aguantar el desgaste. Abundantes rumores pueblan el inminente mercado invernal; habrá que ver si alguno se concreta.

Igualar este año que termina es complicadísimo, no digamos superarlo, pero a la Roma no le queda más remedio que esforzarse al máximo por conseguirlo. Lo de la grandeza del campeón sin corona está muy bien para las selecciones, que compiten una vez cada dos años; todo el mundo se acuerda de la Hungría del 54 o de la Holanda de los '70, pero los heroicos subcampeonatos de, por ejemplo, Las Palmas en 1969 o el Sporting de Gijón diez años después sólo están en la memoria de los aficionados locales y de los amantes de la estadística. Hay que ir más allá, hay que levantar algún trofeo, si se quiere dejar, por fin, de ser un segundón.