Las desgracias no vienen solas. Es uno de los cientos de mensajes del refranero español, sabio como pocos. Eso mismo debió pensar Rudi García cuando apenas transcurrida media hora en el Franchi de Florencia, la Roma se encontraba en cuadro, con un gol de desventaja en el marcador y dos de los tres posibles cambios ya realizados. 

Y es que al circo romano parecen crecerle los enanos en cada encuentro que disputa en este 2015. 'La Loba', probablemente el equipo que mejor fútbol disputó en la pasada temporada y en el inicio de la presente, no se encuentra a sí misma. Se mira al espejo pero se ve fea, acomplejada y algo derrotada. La competencia directa en el campeonato italiano con la Juventus parece haber hecho mella en un conjunto convencido de sus propias cualidades pero abatido tras comprobar, un año más, que las esperanzas fueron en vano. 

Montella y los suyos, crecidos tras derrotar precisamente a la Vecchia Signora en su propio feudo, debieron pensar lo mismo, porque en el primer tiempo se dedicaron a zarandear a un juguete roto. La Fiorentina descubrió desde el primer minuto las debilidades de su rival y se dedicó a explotarlas hasta que el gol cayó por su propio peso. El cambio de golpes inicial siempre fue más peligroso en el lado viola. Sobre todo porque la Roma no tuvo la precisión y la concentración suficientes para que las ocasiones cayeran a su favor. 

No fue la noche de De Rossi. El capitán giallorosso, en ausencia de Totti, fue el responsable directo del primer gol. Una mala entrega en el círculo central acabó regalando el balón a Salah, héroe de los seguidores florentinos desde su llegada en enero. El delantero egipcio corrió decidido hasta el área romana pero decidió ceder para que fuera Ilicic quien la mandara entre los tres palos, allá donde nada pudo hacer Skorupski. Mal momento para equivocarse para De Rossi, señalado ya frente a la Juventus. El partido aun se le complicó más, tanto a él como a los suyos, cuando unas molestias en el tobillo derecho le obligaron a retirarse a solo 22 minutos del saque inicial.

Pero los problemas no acabaron ahí. Rudi García tuvo que recurrir también al segundo cambio solo cuatro minutos después tras una mala caida de Manolas, quien salió del campo con fuertes dolores de espalda. A partir de ahí, la Fiorentina pudo hacer mucha más sangre. La primera media hora, Salah se dedicó a enseñar a sus compañeros todos sus registros. Recuperó desde su propio campo, comandó contras, defendió, dejó un repertorio de desmarques...Pero ninguna de sus acciones se vio completada. 

Flaquean las piernas, llega el empate

Ya en el 42' los romanos probaron a Neto, que reaccionó bien ante un tiro de Florenzi. Ljajic tuvo el gol en sus botas tras el rechazo del mismo pero el ex jugador viola no acertó a rematar y acabó mandando el balón a la grada. Justo después, como si de un aviso de que los problemas estaban por llegar también para ellos se tratara, Pizarro pidió el cambio por unas molestias musculares. Así se llegó al descanso. Entre lesiones, ráfagas de Salah y tímidos intentos de la Roma. 

Lo que sucedió después fue que los de Rudi García consiguieron materializar sus ganas en un juego más preciso y ordenado. A eso ayudó que la Fiorentina ya había gastado por entonces gran parte de su energía. Las piernas de los locales empezaron a flojear justo cuando el cerebro de los visitantes despertó de su letargo. Y el resultado fue el empate, que tardó, pero llegó a pesar de que Neto paró antes un penalti lanzado por Iturbe.

Así como el tanto viola retrató al jugador más señalado, en el aspecto negativo, del vestuario giallorosso, la diana que puso las tablas en el marcador ensalzó la figura del futbolista de moda de la Roma. Seydou Keita se coló, como inadvertido, entre la defensa de la 'Fiore' esperando un saque de esquina. El jugador de Malí no tuvo ni siquiera que alzarse para rematar, porque lo hizo sin que nadie se interpusiera entre él y la portería. Prácticamente el mismo gol que permitió a 'la loba' empatar frente a la Juventus hace algo más de una semana. En Florencia aquel tanto no debieron verlo, porque Keyta cabeceó, y festejó, a placer. 

Al final, los de Montella pagaron sus esfuerzos en el primer tiempo. Que fueron grandes, pero solo se vieron recompensados con un gol, una ventaja mínima cuando enfrente tienes a un equipo adormecido pero fuerte técnicamente como pocos. La Roma, a pesar de cosechar un nuevo empate, se fue del Franchi más que satisfecha con el resultado conseguido. Saben que la semana que viene tendrán a un Estadio Olímpico a su favor. Y la recompensa es nada menos que la Champions League.