El Olímpico de Roma, la città eterna, acogía, otro año más, la final de la Coppa de Italia. De nuevo, un equipo de la capital transalpina jugaba el partido: la Lazio. En frente, el vigente campeón del Scudetto, la Juventus de Turín.

Desde el año 1995-96, con Lippi en el banquillo, la Juventus no alzaba un título de Coppa. En su última final, con Antonio Conte en el banquillo, salió sonrojado por un Nápoles superior. Hoy, los juventinos querían hacer historia y conquistar la Décima Coppa, lo que colocaría al conjunto piamontés en la cima del ránking de la competición, por encima de la Roma (9 tçitulos).

La Lazio, ante su afición y en su ciudad, querían culminar una gran temporada con el título de la Coppa de Italia. Los de Pioli están terceros en Serie A y en la final de la competición, algo impensable a principos del curso.

Los conjuntos salían con todo el arsenal. Pioli colocaba su once de lujo, con la ausencia de Lucas Biglia, recuperándose de una lesión muscular. Arriba la tripleta Lulic-Candreva-Felipe Anderson con el veterano Klose arriba. La Juventus, a excepción de Marchisio y Morata (sancionados), colocó a su equipo de gala, con el 3-5-2 y Storari en puerta. ''La Coppa es de Marco'', confirmó en rueda de prensa Allegri.

En la última Coppa ganada por la Juve, la delantera estaba compuesta por Del Piero y Ravanelli. Ha llovido mucho. Hastsa un descenso vivieron los tifosi. En el banco, aquel año, también estaba un toscano, Marcelo Lippi. Podía ser una señal. Pero el partido no pudo empezar peor para los bianconeri y mejor para las águilas. Muy pronto, en una falta lateral, el rumano Radu, con un testarazo duro a la escuadra, abría el marcador. Era el primer acercamiento a puerta del partido y primer gol. Lo mismo pasó con la Juventus. Falta lateral que bota Pirlo y Chiellini, tras una serie de rechaces, marca de tijera para poner el empate. Cinco minutos después.

Como si de un sacrificio fuera, la primera parte pasó muy lentamente. Sin ritmo ni ocasiones, el partido llegaba al intervalo con la alternancia de posesiones largas de ambos conjuntos. En la segunda mitad, el partido siguió la misma tónica. El cansancio empezó a notarse y los equipos preferían defender con la bola a correr tras ella. Varios disparos lejanos de la Lazio, por medio de Parolo y Gentiletti y poco más por los visitantes en el encuentro. Por la Juve, más de lo mismo. Tévez provó cuando el partido acababa y Matri consiguió colarla tras un pase de Pirlo, pero estaba en fuera de juego. Con miedo a perder, el partido llegaba a la prórroga.

Y la belleza del fútbol llegó. Lo que había sido soporífero en 90 minutos se transformó en algo divertidísimo en apenas 15. El partido cogió ritmo y las ocasiones llegaron. De manera peligrosa, Djordjevic, recién ingresado en el campo, se topó con el palo en dos ocasiones en el mismo disparo. Tras el doble palo, el balón fue desviado por la Juventus. La suerte de los campeones. Sin duda. En la siguiente jugada, un balón en largo de Pirlo despista a la defensa laciale y Matri, que pasaba por allí, chutó con rabia para marcar el 2-1. Se convertía así en el hombre de la Décima.

La segunda mitad de la prórroga fue un mero trámite. La Lazio, fundida, fue más un querer que poder y el corazón estuvo por encima de las ideas. Juventus, que viene dehacer un master en Champions en esto de aguantar resultados, consiguió parar el ataque de los de Pioli y conquistaba, tras el pitido de Orsato, su Décima Coppa de Italia.