El mundo en la actualidad y durante el transcurso de la historia ha estado dirigido por un gran número de distintas leyes, tanto físicas como legislativas, que han podido influir y cambiar los puntos de vista de las diferentes generaciones. El fútbol tampoco ha conseguido escapar al poder de los diferentes principios que han contribuido en convertir este deporte en una de las atracciones más grandes para millones de personas.

La ley histórica

No todas la leyes se dejan escritas, y a su vez existe un gran número de ellas que no están relacionadas con un realidad científica. Mirando al pasado podemos encontrar a diversas personalidades coincidir en que la historia, si se dan unas condiciones parecidas, se puede repetir.

Si rebobinamos nuestras memorias ocho meses nos encontraremos con un encuentro que tiene diversas similitudes al partido que se disputará este sábado entre Juventus y Lazio: La Vecchia Signora partiendo como favorita, un equipo vistiendo de celeste enfrente y una Supercoppa por conquistar en tierras no italianas.

Hay que ir hasta el 22 de diciembre de 2014 para poder recordar la Supercoppa disputada en la ciudad qatarí de Doha entre la Juventus y el Nápoles. En esta edición del trofeo los de Turín llegaron como claros favoritos tras comenzar la temporada en un gran momento de forma, y posicionarse como claros favoritos a todos los campeonatos del año. Los hombres de Rafa Benítez, en cambio, llegaron con la moral baja tras caer derrotados ante el Athletic en la fase previa de la Champions y comenzar la temporada en la Serie A de manera titubeante, llegando a finales de 2014 en la cuarta posición.

Por tercera vez en la historia saltaban al césped Juventus y Napoles con el reto de desempatar en su duelo directo por la Supercoppa italiana. La primera, disputada en 1990 la ganaron los partenopei por un contundente 5-1, mientras que en 2012 vencieron los juventinos por 4-2 en la prórroga.

La ley empate-desempate

Tras un gran periodo de investigación, Newton descubrió en su tercera ley que en la tierra cada acción tiene una reacción. En el mundo del fútbol, existe una máxima estrechamente relacionada con la de Newton: en las finales, y mediante fórmulas distintas, cada empate tiene un desempate.

La igualada a supercampeonatos se rompería en el Estadio Jassim Bin Hamad ante 14.000 aficionados, una final que volvió a disputarse en invierno tras diecinueve años sin que esto ocurriese.

El conjunto napolitano fue el primero en tener contacto con el balón desde el círculo central, pero el equipo de Allegri tuvo un inició arrollador y pronto consiguió imponer su supremacía en el marcador. En el minuto cinco Carlos Tévez aprovechó el error en la acción de Koulibaly y Raúl Albiol, que chocaron entre ellos al intentar despejar un balón, para rápidamente reaccionar con fuerza y velocidad, y superar al meta Rafael con un disparo raso y seco.

Durante los primeros quince minutos, La Vecchia Signora fue superior en todo al Nápoles, pero un cambio de rumbo tras unos ajustes tácticos de Rafa Benítez, hizo que los azzurri cogiesen el timón del partido y comenzasen a generar ocasiones de peligro. Marek Hamsik, con un violento remate al poste izquierdo de Buffon y Higuaín con un buen disparo crearon las mejores ocasiones para su equipo en el primer tiempo.

Pese a la mejoría en el juego napolitano, ambos conjuntos entraron a los vestuarios al descanso con los bianconeri mandando en el marcador y a 45 minutos de consagrarse como el equipo con más supercopas italianas.

Sin ningún cambio saltaron al terreno de juego los dos equipos para disputar la segunda mitad. El segundo tiempo empezó igual que terminó el primero, con un Nápoles jugando mejor y creando ocasiones, una de ellas un remate a la madera por parte de Higuaín, mientras que los de Allegri cada vez bajaban más el ritmo y no conseguían imponer sus ideas sobre el terreno de juego.

No fue hasta el minuto 68 cuando la superioridad de los de Benítez se vio recompensada con el gol. Jonathan de Guzmán, que arrebató la titularidad a Mertens en la final, cabalgó la banda izquierda del campo deshaciéndose de dos contrarios para poner un centro milimétrico a Higuaín, que, libre de marca, cabeceó el balón al fondo de la red para colocar el 1-1 en el marcador. Minutos antes Callejón desperdició una clara ocasión para haber puesto la igualada.

El gol del empate fue un calmante para los partenopei y una inyección de adrenalina para los bianconeri, que, tras el empate, volvieron a mostrar su mejor versión en los minutos finales con sendas ocasiones de Fernando Llorente y Tévez que pudieron dar el título a los de Turín, pero con el empate en el marcador, hubo que aplicar la primera fórmula para romper la igualada, y se llegó al tiempo suplementario.

La prórroga pareció una repetición de lo acontecido durante los 90 minutos. Los primeros impases de la prolongación fueron dominados por la Juventus, que pronto pudo adelantarse por medio de un disparo de Vidal que salvó Koulibaly en línea de gol. Y minutos más tarde Tévez puso por delante a los de Allegri con un disparo raso.

Y cuando el capitán Buffon ya tocaba con sus manos la Supercoppa, otra vez Higuaín en el 118 firmó 2-2, que llevaba a los dos equipos a apurar la última posibilidad para cumplir con el empate-desempate.

Se hizo la ley

Tras unos largos 120 minutos, aún reinaba la igualada en el marcador y hubo que aplicar la fórmula más injusta existente para desempatar el encuentro: los penaltis. Jorginho fue el primer lanzador para los napolitanos y erró su disparo, al igual que su homónimo Tévez en la Juventus, que envió su disparo al poste izquierdo.

La imitación tan sólo había hecho que comenzar, pues los siguientes cinco disparos de cada equipo se convirtieron en gol, poniendo el 5-5 en el marcador y llegando a la muerte súbita, en la que otra vez se vieron los mismos resultados en los siguientes dos penales de ambos conjuntos, que se convirtieron en cuatro errores.

El siguiente en lanzar fue Koulibaly, que marcó tras enviar su disparo a la izquierda del portero. Padoin quiso repetir, y también lanzó al mismo lado, pero apareció Rafael, para, con su manopla derecha, desviar el cuero y dar la victoria a su equipo.

La constitución futbolística no sonrió a los de Allegri, que deberán aprender de sus errores para no repetir la historia este año, y sí a los de Benítez, que resolvieron la ecuación formulada por ley, y a su vez rompieron una de las más importantes teorías de Darwin. Esta vez, ganó el menos fuerte.