Gonzalo Higuaín sigue de racha. El delantero argentino volvió a convertir para poner al Nápoles en ventaja en un partido que tuvo al equipo de Sarri como único protagonista del juego. Dries Mertens completó el 2-0 ante un Palermo timorato que ubica al conjunto napolitano como escolta de la Roma en la Serie A.

Pocos partidos se vislumbran tan nítidos como este. El Nápoles salió al campo a desplegar su juego habitual de combinaciones en velocidad, toques de primera, desbordes y diagonales. El Palermo, en cambio, salió a mirar. La cuestión, entonces, no era el qué, sino el cuándo. Cuándo llegaría el gol de la ventaja para el equipo local, algo que a todas luces se veía venir desde el inicio del encuentro.

El equipo de Sarri mostró lo mejor de su repertorio. Un Lorenzo Insigne imparable, los desbordes permanentes de Callejón, el juego creativo de Hamsik y, sobre todo, el olfato goleador de Gonzalo Higuaín. Reducir el mérito del argentino al gol solamente suena injusto. El ex delantero del Real Madrid vive un comienzo de temporada fantástico, en el que no sólo se dedica a definir las jugadas, sino que forma parte del entramado colectivo, jugando como pivote para aguantar balones o tirándose atrás para ser asistidor de los extremos.

El Nápoles ya había hecho méritos para ponerse arriba en el marcador. Un remate de Insigne al palo, un cabezazo de Higuaín, otro de Hamsik, una más del argentino... Al Palermo lo desbordaban por todos los sectores. La falta de contundencia de la escuadra napolitana y la buena labor de Sorrentino fueron los únicos factores que permitieron al conjunto siciliano mantener el cero en su arco tanto tiempo. 

Hasta que apareció Higuaín. El argentino retrocedió en el campo, fuera de su hábitat natural, el área, para despistar a los centrales. De frente al arco, con balón dominado y espacios, sacudió un imparable remate de derecha, bajo y directo al palo derecho de Sorrentino, para desatar el delirio en las tribunas del San Paolo. 

Desde que Gerardo Martino lo dejó afuera de la convocatoria para las primeras dos jornadas de las Eliminatorias Sudamericanas, Higuaín parece empecinado en demostrarle al entrenador argentino que no puede faltar en la selección nacional. Con el tanto de este miércoles, llegó a ocho en Serie A y se subió en soledad a la cima de la tabla de goleadores.

En el segundo tiempo, el Nápoles siguió ejerciendo el monopolio del balón. Es cierto que el Palermo salió a buscar un poco más en ataque, de la mano del único hombre que dio la cara en el San Paolo: Franco Vázquez. El argentino nacionalizado italiano intentó en todo momento llevar las riendas de su equipo con zu zurda elegante, pero no encontró con quién asociarse. Con Hiljemark y Rigoni desaparecidos, no pudo conectar en ningún momento con Alberto Gilardino. El resultado fue elocuente: el conjunto visitante no remató una sola vez al arco en todo el partido.

El segundo tiempo sirvió para demostrar las variantes que tiene Sarri en su plantilla. Insigne salió molesto por ser reemplazado y en su lugar ingresó Mertens. El belga, luego de estrellar un remate en el palo, al igual que Higuaín, marcó el segundo gol del partido con una jugada típica de su categoría: encaró en diagonal desde la izquierda, gambeteó dos veces para desairar al defensor y ubicó el balón lejos de la humanidad de Sorrentino. Luego celebró la anotación mostrando su enfado, al igual que Insigne cuando salió, muestra de la competencia que hay entre los atacantes del Nápoles por formar parte del equipo titular.

El equipo de Sarri venció con holgura y se mantiene como escolta de la Roma con 21 unidades, al igual que el Inter y la Fiorentina. Con un juego arrollador y un goleador en estado de gracia como guía a la victoria, el Nápoles se erige como un serio candidato en la pelea por el título.