Hasta hace bien pocos meses, Maurizio Sarri era un técnico de esos que hoy han dado en llamarse ‘de perfil bajo’. Nunca fue futbolista y la mayoría de su carrera como entrenador transcurrió en clubes de Serie C, Lega Pro y Serie B. En esta última categoría, la equivalente a la segunda división española, cogió al Empoli en el verano de 2012. Y en la bella Toscana comenzó a ser conocido por el aficionado al calcio, tanto por sus resultados como por su estilo de juego.

Los resultados: en la temporada 2012/13, clasificó al Empoli en cuarta posición de Serie B, lo que le dio acceso a los play-offs de ascenso, donde ganó al Novara pero perdió frente al Livorno en la final; en la 2013/14, se clasificó segundo obteniendo el ascenso directo a Serie A; y en la 2014/15, se mantuvo con absoluta solvencia en la máxima categoría.

El estilo de juego: aficionado y ‘enamorado’ del fútbol de Arrigo Sacchi, de quien dice que es ‘su gran maestro e inspirador’, Maurizio Sarri procura poner en práctica todos los postulados del que fuese entrenador del gran Milan de finales de los ‘80 y principios de los ‘90: achique de espacios, presión muy alta desde su propia línea de ataque, impecable juego sin balón… Acostumbraba a desarrollar este juego con un esquema 4-3-1-2: un pivote más retrasado (Valdifiori, a quien ‘se llevó’ a Nápoles), dos interiores (Croce y Matías Vecino, hoy mediocentro en la Fiorentina), un mediapunta dotado para el último pase (Saponara) y dos delanteros, el veterano Maccarrone y Puciarelli.

Esta combinación de resultados y estilo de juego le valieron su fichaje por el Napoli el verano, para cubrir la marcha de Rafa Benítez al Real Madrid. Y, aunque al principio despertó dudas su fichaje, tanto por su escasa experiencia en la máxima categoría como por los primeros resultados (una derrota contra el Sassuolo y dos empates frente a Sampdoria y el propio Empoli), los meses se han encargado de demostrar que estamos ante un técnico excelente.

Mantuvo la base del ‘11’ titular de Rafa Benítez; sin embargo, ha aportado algunas modificaciones, tanto en los nombres como en la situación en el campo; modificaciones pequeñas en número pero que se han demostrado tremendamente relevantes. Del 4-3-1-2 que utilizaba en el Empoli y el 4-2-3-1 que proponía Benítez, este Napoli de Sarri se desempeña con un 4-3-3. La defensa se mantiene prácticamente invariable con respecto a la del curso pasado, con la única  variante del albanés Hysaj en el lateral derecho (también llegado desde el Empoli, ha ganado la titularidad al gran capitán napolitano, Christian Maggio); los demás (Albiol, Koulibaly y Ghoulam) se mantienen invariables con respecto al pasado año.

El al banés HYsaj se ha hecho dueño de la banda derecha de San Paolo (Foto: corrieredellosport.it)
El al banés HYsaj se ha hecho dueño de la banda derecha de San Paolo (Foto: corrieredellosport.it)

De medio campo para adelante, los cambios resultan definitivamente relevantes, no tanto en los nombres como en su encaje táctico. Benítez actuaba con un doble pivote innegociable y una línea de tres mediapuntas (Callejón, Hamsik e Insigne, de derecha a izquierda) por detrás de Higuaín, único punta. Sarri plantea un 4-3-3, con Jorginho como pivote más retrasado; este es una de los cambios ya que el brasileño no era, ni mucho menos, titular para Benítez y la mayoría de las veces era utilizado cuando era necesario cambiar el ritmo de los partidos.

Por delante de él, dos interiores: el brasileño Allan, llegado del Udinese este verano (junto con Hysaj, el único titular habitual que no estaba en la plantilla el verano pasado) y el eslovaco Marek Hamsik. Y la posición de éste como interior es, con total seguridad, la innovación táctica  más relevante de Sarri, si de posiciones individuales hablamos. Hamsik , novena temporada ya en el club napolitano, debía y debe ser la gran referencia en el juego ofensico, el conductor, el pasador… y, tras las marchas hace ya años de Lavezzi y Cavani, atraídos por los millones del jeque del PSG, también el auténtico  líder del equipo. Pero el 4-2-3-1 de Benítez, lejos de arroparle, daba la sensación de dejarle ‘en tierra de nadie’, incluso más cerca del delantero que del mediocampo, con la consecuencia pérdida de creatividad e influencia en el juego. Con Sarri parte como interior izquierdo pero tiende a bajar mucho más al mediocampo (tal vez, forzado por la necesidad que provoca jugar con un solo mediocentro), donde entra más en contacto con la pelota, logrando así ser lo que se espera de él: el canalizador de juego.

Y delante, los tres mismos hombres que con Benítez, Callejón, Higuaín e Insigne (de derecha a izquierda), aunque posicionados de forma ligeramente diferente: constituyen un tridente de ataque, pero con el español y el italiano partiendo de las bandas y ligeramente más retrasados que el argentino. E Higuaín parece ser otro de los grandes beneficiados de este esquema: 18 goles en apenas 19 partidos hacen que haya igualado, en una sola vuelta, su record goleador en el calcio (los mismos 18 goles logró la campaña pasada por 17 en la 2013/14).

Gonzalo Higuaín, 18 goles en una sola vuelta (Foto: napolisport.it)
Gonzalo Higuaín, 18 goles en una sola vuelta (Foto: napolisport.it)

Además, no sé si de forma intencionada o casual, el esquema de Sarri potencia tremendamente una de las grandes virtudes del argentino, no siempre valorado en su justa medida: su innata capacidad para, partiendo del centro del área, caer a banda y, desde ahí, asistir a un compañero o generarse la ocasión de gol.

Toda esta mezcla de la base ya existente, con un par de incorporaciones al ‘11’ titular y un puñado de innovaciones tácticas, se ha transformado en un cóctel ganador, campeón de invierno con apenas dos partidos perdidos. No obstante, no debería pasarse por alto un ingrediente posiblemente clave en el cóctel: y es que Maurizio Sarri, además de estarse mostrando como un excelente estratega, parece ser una persona con ‘los pies en el suelo’. Baste un detalle: mediada la primera vuelta, cuando el Napoli había superado ya su irregularidad inicial y empezaba a mostrar apuntes del gran equipo en que se está convirtiendo, un periodista preguntó a Sarri si podían soñar con el título de Liga. La respuesta del italiano fue contundente: “Si empezamos a hablar de eso, perderemos todo”.

Especialmente reconfortante y alentadora debe ser para la afición napolitana esta declaración de intenciones, acostumbrados como están a que los técnicos empiecen bastante bien para ‘desfondarse’ después: Benítez, en su primera temporada, la 2013/14, arrancó con un espectacular registro de ocho victorias, un empate y una derrota en sus diez primeros partidos; su antecesor, Walter Mazzarri no conoció la derrota en sus quince primeros partidos al frente de los napolitanos, en la temporada 2009/10, cuando cogió al equipo en la jornada 8 sustituyendo a Roberto Donadoni.

Si Sarri seguirá el camino de sus predecesores y el Napoli flaqueará, sólo el tiempo lo dirá. Hasta la fecha y salvando los lógicos desajustes iniciales, no hay motivo alguno para intuir que esto vaya a ser así. Y todo apunta a que el Napoli se mantendrá en la pelea hasta el final en la carrera por el título. Cuando menos…

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