El encuentro comenzó con dominio de balón del Nápoles que tocó en campo rival en los primeros minutos ante una Juventus que se mantuvo replegada. Aunque después de unos minutos, se adueñó del partido y empezó a dominar la pelota y a presionar arriba a su rival que no estaba consiguiendo encontrar a los jugadores del centro del campo. El nivel de intensidad estaba siendo brutal, y la afición estaba de lo más metida en el encuentro.

Dominio alterno con una gran intensidad

Tras unos minutos, quedó demostrado que ambos clubes se habían cambiado los roles del inicio del partido, y ahora estaban siendo los de Sarri los que estaban jugando a la contra con un Lorenzo Insigne muy activo en ataque que estaba participando en todas las jugadas, y el conjunto turinés el que dominaba. Cuando nos acercabamos al cuarto de hora, el ritmo de juego descendió ligeramente, y los dos equipos tuvieron mas fluidez con la pelota.

A pesar de la intensidad y de los tramos de dominio arrollador de ambos equipos, ninguno de los dos había disfrutado de alguna ocasión clara de gol. Cuadrado, que estaba siendo el jugador más activo en ataque de los locales, estaba jugando en un trivote en ataque junto a Morata, y con Dybala por detrás en un 4-3-1-2.

Después de los primeros minutos, seguían predominando las imprecisiones en el centro del campo, pues el jugador que tenía el cuero, sin importar del equipo que era, estaba siendo rodeado por varios jugadores contrarios. La Juventus estaba ganando la batalla de los balones divididos, pero el Nápoles estaba recuperando muchos balones por lo bajo, pues estaba contando con la colaboración especial de los dos laterales, que estaban presionando por dentro y por fuera. Tras unos minutos muy trépidantes, la intensidad descendió fruto de los continuos parones, por faltas o fueras de juego, y ninguno de los dos estaba consiguiendo plantear su juego por completo. 

Aunque es cierto que se estaban viendo algunos destellos de la esencia de la Juventus cuando recuperaba un balón en campo rival, a pesar de que sus jugadores más importantes no estaban apareciendo, o de la del Nápoles en mucha menor medida, pues estaba teniendo que jugar al contraataque y con balones largos mayormente, cuando retrocedía la pelota hacia los centrales que estaban pisando campo contrario para reconstruir la jugada. En ese momento el equipo de Allegri aprovechaba las circunstancias para replegarse y coger oxígeno.

En los últimos 15 minutos de juego de la primera parte, los de Sarri tuvieron un mayor manejo de la redonda, pero siguieron sin tener acierto en los últimos metros. Después de unos minutos, el cuadro azzurri siguió controlando la situación, y empezó a gozar de ocasiones claras en medio de un gran desorden, en el que los dos equipos jugaban atropelladamente.

El Nápoles estaba empezando a tener cierta lúcidez en los últimos metros, especialmente por la banda derecha por la que estaban surgiendo todos los centros al área dirigidos hacia Higuaín que estaba siendo un auténtico peligro para los zagueros y para Patrice Evra que estaba teniendo problemas con Callejón. En los últimos instantes, el conjunto visitante empezó a cometer algunos errores en la entrega en zonas comprometidas, pero los locales habían retrasado las líneas y estaban formando con menos efectivos en ataque.

Dominio visitante, gol de los locales en su peor momento

El segundo acto comenzó con dominio de balón de la Juventus bajo un buen ritmo de intensidad, ante un equipo dirigido por Sarri que poco a poco iba despertando, y empezaba a tener posesiones, aunque no estaban siendo duraderas, pues los locales estaban realizando una buena presión alta con la que estaban recuperando todos los balones en campo contario. Después de unos minutos, el conjunto napolitano empezó a tener continuidad con el cuero, y consiguió evadir la presión en los primeros metros del contrincante.

Los turineses perdieron continuidad en la presión, y pasaron a replegarse en campo propio para salir en transición rápida. Los jugadores de calidad de ambos equipos estaban desaparecidos, y el último pase, y la precisión en los últimos metros quedaron en manos de jugadores menos dotados para le creación de juego. Con el paso del tiempo, el equipo partenopeo fue consolidando su dominio recuperando balones con mucha rápidez después de perderlos, buscando el área rival constantemente y moviendo la pelota alrededor de ella en busca de espacios.

Después de los primeros 15 minutos de juego, la recuperación del balón y del control por parte de los de Allegri, revitalizó el partido, pues la cadencia de intensidad aumentó bastante, y la dinámica plana y monótona en la que iba el enfrentamiento se había roto. Poco le duró el tramo de manejo a la Juve, pues el Nápoles enseguida recuperó el balón, y siguió dominando el partido y buscando algún espacio en la defensa rival con el ataque posicional.

Mientras tanto, el conjunto del norte se mantenía en campo propio con las lineas de presión más retrasadas, y las mantenía juntas cuando el rival se acercaba al último tercio de campo, mientras que cuando tocaba en zonas más retrasadas, las lineas se estiraban. El dominio estaba siendo bastante alterno, pero ninguno de los dos estaba creando ocasiones de gol claras, pese a que ambos las buscaban a base de combinar y de jugar en vertical.

En el último cuarto de hora del encuentro, el Nápoles siguió llevando la iniciativa del juego moviendo la redonda en campo rival, creando peligro con disparos de media distancia, y profundizando por la banda izquierda con Insigne, y en esa fase con Mertens. Mientras tanto, los de Allegri estaban acusando el cansancio de hombres como Cuadrado, Pogba o Marchisio que una vez  más ha estado inmenso, y estaba teniendo más dificultades para salir en velocidad.

Viendo como estaba el partido, el ex técnico del Milan dio por bueno el empate, y comenzó a hacer cambios defensivos, como la entrada de Alex Sandro por Dybala. Aunque sin embargo, se encontró con el 1-0, después de que Zaza batiera a Reina con un gran disparo de media distancia. Tras el gol, los locales empezaron a trazar posesiones largas para arañarle segundos al reloj, ante un rival impotente sin fuerzas para reaccionar.