En el décimo aniversario del fallecimiento de George Best, el fútbol volvía a Old Trafford, donde se daban cita Manchester United y PSV Eindhoven. Las gradas se iluminaban con las linternas de los móviles de los aficionados casi desde el principio del encuentro, rindiéndole tributo al jugador red, mientras que los aficionados del PSV Eindhoven colgaban una pancarta en apoyo al red devil Luke Shaw, quien había resultado lesionado en el choque previo entre ambos clubes. En Old Trafford reinaba la deportividad.

Con la derrota del CSKA de Moscú, toda opción del equipo ruso de pasar a la siguiente fase de Champions quedaba matemáticamente descartada, y aseguraba al PSV seguir en competición europea al menos hasta febrero, a falta del último partido de la jornada, que decidiría únicamente la competición a la que accederían los de Eindhoven.

Los de Manchester tampoco tenían clara su permanencia en la competición, pues el empate les colocaba en el segundo lugar de su grupo, y solo una victoria frente al Wolfsburgo les aseguraría la primera plaza, mientras que una derrota podría costarles su acceso a Europa League (solo si el PSV gana ante el CSKA de Moscú).

El partido comenzó lento, quizá demasiado, y únicamente la lesión de Luciano Narsingh frenó la monotonía del encuentro. Ninguno de los dos equipos tuvo una oportunidad clara de hacerse con el dominio del encuentro hasta llegada la media hora de partido, momento en el que Morgan Schneiderlin empujó el balón con intención de convertirlo, pero Jeroen Zoet, el guardameta holandés, atajaba con facilidad. Sin embargo, la mejor oportunidad del primer tiempo la protagonizó Anthony Martial, quien se hizo con el balón tras un disparo de Jesse Lingard, y remató a puerta, pero una vez más un determinante Jeroen Zoet consiguió salvar a los suyos del gol local.

No hubo oportunidad para Memphis 

El holandés Memphis Depay fue sustituido poco antes de llegar al minuto 60 por Ashley Young tras haber jugado un discreto partido que nada tenía que ver con el partido de ida disputado en el Phillips Stadion, donde marcó el gol de su equipo en una derrota por 2-1. El partido necesitaba ritmo y frescura, y así lo interpretaron ambos entrenadores: Louis van Gaal movió hilos sacando a Marouane Fellaini, mientras que Phillip Cocu confiaba en Isimat-Mirin para neutralizar el juego aéreo. 

A pesar de los intentos de ambos entrenadores por revitalizar el encuentro, este se estancó aún más, y solo las constantes ocasiones de Jesse Lingard aportaron una chispa de creatividad para un Manchester United que necesitaba sacar los tres puntos para alejarse del tercer lugar de su grupo. Pero el gol no llegaba ni para ellos ni para el PSV Eindhoven, y el encuentro poco a poco fue perdiendo la intensidad con la que había comenzado la segunda mitad.

Desde entonces y hasta que el árbitro dio por concluido el encuentro, este estuvo caracterizado por una notoria falta de ideas de ambos equipos, que ya habían desistido en su intento por sorprender al rival, y se centraron únicamente en dar pases largos y no en aprovechar las ocasiones que el encuentro les brindaba. 

El partido fue tedioso. Ningún equipo sobresalió ni aprovechó las pocas oportunidades que consiguió hilvanar. Un muy buen Lingard y un aún mejor Zoet fueron los hombres destacados del partido por parte de ambos equipos. 

A falta de una jornada, en el grupo B podría pasar casi cualquier cosa. Ninguno tiene asegurada su plaza en la siguiente fase de Champions. El Manchester United se medirá ante el Wolfsburgo en Alemania, en una lucha por hacerse con el primer lugar, y el PSV ante el CSKA en Holanda. 

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