El mundo puso los ojos en Alemania. Un hombre con bigote, voz estridente y rostro enfermizo gobernaba con mano de hierro. Adolf Hitler hacía algunos años que daba discursos sabiendo que toda la nación, por su bien, le estaba escuchando. Las atrocidades de las huestes nazis no habían trascendido todavía, la guerra no había ni comenzado y el mayor de los problemas para Alemania era olvidarse del desastre del Hindenburg.

Los JJOO de Berlín hacía dos años que se habían acabado con la Alemania nazi como gran vencedora. El 1938 llegaba a su ecuador. Hitler estaba gozoso con todo lo que acontecía dentro de sus crecientes fronteras. El canciller hacía y deshacía, aquí y allá y era el líder de una pandilla de dictadores. España e Italia le bailaban el agua y se creía un ser genéticamente superior. El Fürer había anexionado Austria a su querida Alemania y preparaba la invasión de Checoslovaquia.

Muchos kilómetros al norte, en medio de Inglaterra, el Aston Villa despuntaba por encima de todos los equipos del momento. Los villanos eran el no va más. Tenían un gran equipo y un gran entrenador. Nadie les podía hacer frente sin recibir una lección de fútbol. Todos querían ver el poderío del Aston Villa, incluido Hitler, que veía en los lions un reflejo de su autoridad.

El canciller hizo una petición expresa para que el Aston Villa hiciera una gira de tres partidos por tierras alemanas. Había rumores de que el gobierno alemán no era trigo limpio, pero nadie pensaba hasta dónde llegaban sus crimines, por lo que el club aceptó de buena gana ir al continente.

Eric Houghton (de oscuro) durante el tour villano en la Alemania Nazi. |Foto: Birmingham Mal.

La aventura del Aston Villa comenzó nada más salir de Birmingham. Por aquel entonces era complicado trasladarse y más con el mar de por medio. Los de Jimmy Hogan, que tenía muy buena fama tras entrenar a varios equipos del este, se marcharon en tren hasta Southampton y de allí cogieron un barco hasta Bremerhaven. Una vez en Alemania enfilaron el camino hacia Berlín, donde estaba concertado el primer amistoso. Tardaron una semana en llegar a la capital alemana ya que fueron parando en diversas ciudades para entrenar y hacer turismo.

Eric Houghton: "No íbamos a hacer el saludo nazi".

Como teloneros del Aston Villa iban a jugar la selección alemana y la selección inglesa, en la que jugaba el villano Frank Broome. La polémica llegó cuando se le pidió al combinado inglés que hiciera el saludo nazi. Los ingleses, que no tenían buena relación con los alemanes, se negaron en rotundo. El propio Broome relató años después cómo se vivió aquel momento: “Eddie Hapgood era siempre un capitán respetuoso pero aquel día, en medio de la indignación del vestuario, señaló al funcionario de la FA y le dijo por dónde se podía meter el saludo nazi”. “A los pocos minutos llegó el mismo funcionario con órdenes del embajador británico en Berlín, Sir Neville Henderson, de hacer el saludo nazi ya que las relaciones entre Inglaterra y Alemania era tensas”, explicó Broome. Ante tal panorama, los futbolistas ingleses saltaron al campo, se armaron de valor y mientras sonaba el himno alemán alzaron las manos como sus homólogos teutones mientras los lions miraban el partido desde la grada. Al menos consiguieron imponerse a los locales por 6-3.

Al día siguiente era el turno del Aston Villa. Habían visto cómo habían obligado a los compatriotas a hacer el saludo nazi y se temían que con ellos iba a pasar lo mismo. El Ministerio de Asuntos Exteriores británico pidió encarecidamente a Jimmy Hogan que sus chicos hicieran el saludo sin pensar si era un acto inmoral o no. Lo debían hacer y punto.

Los villanos saltaron al campo para comenzar el primero de sus partidos contra los mejores jugadores del país, casi todos pertenecientes a Austria. Empezó a sonar el himno alemán. Los más de 110.000 espectadores se levantaron y junto con el combinado local alzaron las manos. Sin embargo, los ingleses se quedaron impertérritamente quietos. No hicieron ni el amago de saludar a Hitler, como ya hicieron años atrás los jugadores del Manchester City. Los alemanes comenzaron a abuchearlos y esperaban con ansia que el equipo diseñado especialmente para la ocasión enseñara al Aston Villa quién mandaba. No fue así. Los villanos hicieron honor a su fama y vencieron por 2-3 al conglomerado de talento teutón. Por su fuera poco el enfado que llevaban encima los alemanes el Aston Villa utilizó con acierto la táctica del fuera de juego, algo que desquició mucho a los allí presentes. Para acabarlo de redondear, Alex Massie tuvo el valor de cometer una dura entrada a un jugador del bando nazi, lo que arrancó gritos de rabia por parte del público.

Uno de los equipos formado por los mejores jugadores alemanes del momento | Foto: Birmingham Mail.

La prensa alemana se mostró muy ofendida por el comportamiento del conjunto brummie. Era inconcebible que, tal y como estaban las cosas, un equipo inglés se negara a ser gentil con Hitler. Los futbolistas sabían que acababan de cavar su propia tumba pese a que el propio Hogan les había pedido saludar. El preparado inglés les dijo antes del partido que “debían hacerlo porque así lo esperaban” mientras que la FA, como hizo con la selección, también pidió que se hiciera el saludo para que fuera “un verdadero partido amistoso”. Ante las peticiones del entrenador y la máxima institución del fútbol inglés los cabecillas del equipo se reunieron para acordar quedarse quietos, como relató Eric Houghton: “Hablamos durante un rato sobre el tema. George Cummings, Alex Massie y yo quedamos en que no había ninguna manera de que hiciéramos el saludo nazi”.

En el segundo partido, en Dusseldorf, los villanos tuvieron que hacer frente a otra selección de los mejores jugadores de la tierra, todavía mejor que el anterior. Como no podía ser de otra manera había expectación por si el Aston Villa se iba a dignar a saludar a Hitler o no. El gobierno alemán había presionado mucho al gobierno inglés, y éste se había encargado de concienciar al conjunto claret and blue de que cumplieran, ya no con Hitler, sino con Gran Bretaña. Contra su voluntad, los villanos saludaron mientras sonaba el himno. El nazismo había triunfado una vez más y por partida doble, pues el Aston Villa perdió 2-1.

El tercer y último partido se iba a jugar en Stuttgart contra la selección local definitiva. El nivel de los equipos propuestos por Alemania aumentaba a cada partido. Pese a los asuntos políticos el Aston Villa estaba realizando una pretemporada excelente, pues en cada partido tenían que dar el máximo.

Una vez hecho ya no importaba hacerlo más veces. De modo que el Aston Villa volvió a saludar a la multitud una vez más. Fue un partido disputado que se acabaron llevando los ingleses por un tímido 0-1. La gira del Aston Villa tocaba a su fin pero los jugadores se sentían realmente mal por mostrar pleitesía al nazismo. Por este motivo, al finalizar el partido, todos los jugadores se fueron al centro del campo con un objetivo: limpiar sus conciencias. Como relata Houghton: “Ambos equipos hicimos el saludo pero luego nosotros nos fuimos al centro del campo e hicimos la horquilla (el equivalente anglosajón a la peineta) a todo el mundo. La gente se volvió loca, no sabían qué significaba y creían que les estábamos agradecidos”.

Los villanos finalizaron así su primer viaje a Alemania. El Aston Villa dejó claro dentro y fuera del campo por qué era el mejor equipo del mundo por aquel entonces. Los cantos de sirena de Hitler no fueron suficientes para borrar de un plumazo la buena fama que los villanos se habían labrado en el continente. Evidentemente, Hitler murió creyendo que el Aston Villa había sucumbido a su régimen.