Parece imposible elegir un partido como el mejor en tres siglos de historia futbolística en Inglaterra. Demasiada hemeroteca entre la que buscar para encontrar 90 minutos que definan el carácter y la esencia únicos de ese balompié, puro y especial, que solo conocen en el país que creó el deporte que enloquece al mundo por dar patadas a un balón e introducirlo en una red más veces que el rival. Pero, si se pregunta en Liverpool -y también fuera de la ciudad si más de uno deja sus colores a un lado-, la respuesta es directa y unánime.

Probablemente, un habitante de la ciudad de los Beatles miraría con extrañeza a aquel que le preguntara por el partido más memorable de la historia del fútbol. "¿Acaso no lo sabes?", diría con su gesto. Si no conoces lo que ocurrió el 25 de mayo de 2005, en Liverpool eres un extraterrestre. Después de aquella noche primaveral, no solo la historia de los reds cambió para siempre: el fútbol tuvo que cambiar en su diccionario la definición de 'imposible'.

Estambul, final de la Champions League entre AC Milan y Liverpool FC. Quincuagésima edición del trofeo más prestigioso de Europa. 'La Orejona' que cualquier club del Viejo Continente sueña con levantar al cielo. Hacía 27 años que los scousers, los más laureados de las islas británicas en la Copa de Europa, no ganaban su ansiado quinto trofeo europeo. Pero aquella eterna noche, más allá de sus vitrinas, cambiaron la forma de ver 90 minutos y enseñaron al mundo que las utopías solo están en la mente. Después de marcharse al descanso con 3-0 en contra, remontaron y forzaron la prórroga gracias un 3-3 que materializaron en apenas seis minutos (54', 56' y 60'). Tras remates imposibles, paradas surrealistas, caras de incredulidad y nervios a flor de piel, la tanda de penaltis coronó a un Liverpool que, desde ese día, sería reconocido como uno de los conjuntos con más fe de la historia, en un partido de los que se escriben con letras de oro en los libros del fútbol.

Única e irrepetible, la final de Estambul 2005 será recordada por el espectáculo sin igual que se ofreció sobre el tapete de la ciudad turca. Pero además, se ganó la eternidad por esos detalles que van más lejos de lo que sucede en el césped y que forman parte del halo místico que rodea al fútbol. Más allá de balones, porterías y 22 jugadores, el AC Milan - Liverpool siempre será único por todos los matices que a simple vista no se ven, pero que aparecen indagando y hacen más épica si cabe la gesta de los scousers. Esto es una recopilación, a modo de homenaje por los diez años de la Quinta de los reds, de todas esas pequeñas y grandes cosas que hicieron que aquella Copa de Europa fuese algo más que un trofeo.

Los supersticiosos tenían razón

Muchos pensaron que la ayuda divina debía tener algo que ver después de frotarse los ojos y ver que la remontada del Liverpool no había sido un sueño. A buen seguro los más religiosos se apresuraron a acudir el domingo siguiente a misa para agradecer al cielo el milagro que vieron en Estambul. Y en este caso concreto, nadie podía negarles que las divinidades no hubieran puesto de su parte, pues una curiosa coincidencia unió al Papa y al Liverpool.

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La última Copa de Europa de los reds databa del año 1978, cuando vencieron por 1-0 al Brujas en Wembley con un solitario gol de Kenny Dalglish en el minuto 64. Fue el año en el que precisamente Juan Pablo II sustituyó en El Vaticano a Juan Pablo I, cuyo papado también comenzó en 1978 y solo duró 33 días. Podría decirse que fue un regalo de bienvenida al nuevo Papa.

Coincidencias de la vida, el Papa Juan Pablo II acabó su mandato el 2 de abril de 2005 con su fallecimiento, casi dos meses antes de la final de Estambul. Fue entonces cuando los más supersticiosos recurrieron a la última gran gesta europea del Liverpool para predecir el resultado final: año de cambio en El Vaticano, ¿año de Copa de Europa para los scousers? Finalmente, así fue. De poco sirvió que Roma estuviese más cerca de Milán que de Liverpool. El inicio y el fin de la sequía en la Champions League de los reds coincidió con la estancia de Juan Pablo II como Papa. Quizás, aunque no lo reconociera nunca, una parte de él era del rojo que visten en Anfield.

No solo en la religión tuvieron motivos los supersticiosos para creer en que el destino llevaría al Liverpool hacia la victoria, de una forma u otra. También vive el fútbol de manías y teorías paranoicas, y entre todas ellas hay una sagrada que no respetó Gennaro Gattuso: no tocar la copa hasta que haya sido conseguida.

Como es tradición en la Champions League, 'La Orejona' se expone a la salida del túnel de vestuarios mientras los dos equipos candidatos a ganarla saltan al terreno de juego en fila a ambos lados del trofeo. Reds y rossoneri parecían estar en igualdad de condiciones antes del pitido inicial, pero Gattuso desafió a la suerte. La regla no escrita volvió a cumplirse, y el gesto maldito de entrar en contacto con la copa puso a la fortuna en contra del cuadro italiano. Una vez más, nadie pudo debatir un argumento a los más supersticiosos.

Nunca caminarán solos

Buena parte de la leyenda del Liverpool FC se debe al ambiente único en el mundo que se vive cada tarde de fútbol en el estadio de Anfield. No es ni mucho menos uno de los coliseos más grandes del panorama balompédico, pero tampoco lo necesita: sus aficionados solo precisan una bufanda roja y entonar el mítico You'll Never Walk Alone para hacer del feudo scouser un infierno para el rival. En una final europea, da igual marchar lejos de casa si se trata de no dejar que los reds caminen solos. Y, una noche más, el 25 de mayo de 2005 los seguidores liverpudlians dejaron claro por qué su club es inconcebible sin ellos.

El Estadio Olímpico Atatürk fue un lienzo perfecto para las siempre originales pancartas de apoyo de los de rojo. Unos rindieron tributo al 'otro' gran motivo de la fama de Liverpool junto al equipo de fútbol: los Beatles. Como cantó John Lennon en su eterna canción Imagine, "dirán que soy un soñador, pero no soy el único". La fuerza de los sueños también tuvo mucho peso en la remontada final.

Para otros, la convicción de que el sueño de volver a reinar en Europa podía convertirse en realidad también era su seña de identidad: "El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños", rezaba otra pancarta. Cerca de ella, unos aficionados recurrían a un ilustre histórico como Bill Shankly, entrenador con más partidos dirigidos en el Liverpool y genio y figura por sus frases célebres: "Ni siquiera el presidente Mao ha visto una verdadera demostración de fuerza roja", se podía leer en la cita de Shankly en referencia al por entonces líder chino, menospreciando su poder en comparación con el de los reds.

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Ni siquiera un 3-0 en contra borró la esperanza de la afición del Liverpool: al descanso, todo el sector rojo entonó un You'll Never Walk Alone para la historiaIncluso la fidelidad más inquebrantable fue puesta a prueba cuando, tras los primeros 45 minutos, el AC Milan pasó por encima del Liverpool y enfiló el túnel de vestuarios con 3-0 a su favor. Pero los liverpudlians están hechos de otra pasta. Puede que otros hubiesen preferido recrearse en su desgracia y pasar el cuarto de hora de descanso lamentándose por lo que parecía una final perdida antes de tiempo. Sin embargo, la marea roja vio en esta situación la ocasión perfecta para entregarse en garganta y alma a su equipo como si fuera la última vez. El sector ocupado por aficionados se desgañitó apelando a la épica y no solo consiguió dar el calor necesario a los suyos para remontar, sino que también dejó una imagen para la historia. Estambul como escenario y un himno a capela sonando en el Atatürk.

Describir lo indescriptible

Según recoge en una de sus paredes el Museo del Fútbol de Manchester, Steven Gerrard dijo antes de la final: "Sería un sueño hecho realidad si puedo estar allí y levantar la copa". Al igual que los aficionados que portaban sus pancartas en la grada, el capitán del Liverpool vivió en sus propias carnes su sueño. Fueron muchos los que hablaron tras el choque. El propio Gerrard, al final del partido, señaló a un hombre por encima del resto como principal artífice de la gesta: Rafa Benítez, su entrenador por aquel entonces.

"El Milan jugó mucho mejor que nosotros en la primera parte, pero hicimos un grandísimo segundo tiempo. Nunca nos rendimos y logramos una victoria histórica. Esta Champions League se la debemos a Rafa Benítez", declaró el dorsal '8' de los reds. Se refería así de agradecido a un técnico que, en el descanso, les dio una de las charlas más fructíferas de la historia del fútbol. Motivar en una final de la Copa de Europa a un equipo que pierde 3-0 parece imposible, pero el español fue capaz. "No tengo palabras para expresar lo que siento", reconoció. Benítez tenía claro que "sería diferente si marcábamos", pero el factor diferencial fue que "los jugadores creyeron en la victoria y ganamos".

Benítez: "Mientras preparaba la charla del descanso nos metieron el tercero, así que tuve que cambiarlo todo en unos segundos (...) En otro equipo, con otros aficionados, no hubiera sido posible"Mucho se ha especulado sobre el contenido de aquel discurso pronunciado entre las cuatro paredes del vestuario del Atatürk, con distintas versiones y algunas de dudosa credibilidad. El propio Benítez, en alguna ocasión, se ha apresurado a decir que su charla fue mucho menos poética de lo que algunos creen. Hace cinco años, se sinceró en una pequeña entrevista con Quique Peinado, de Marca. "Estaba tomando notas mientras acababa el primer tiempo. Tenía que dar la charla en inglés y se iban a perder muchos matices. Mientras lo preparaba nos metieron el tercero, así que tuve que cambiarlo todo en unos segundos", contó. Fue entonces cuando buscó la vena emocional y el orgullo de sus jugadores: "Les dije que dieran la cara por los aficionados, apelé a su profesionalidad y les señalé que si marcábamos pronto lo podíamos lograr. Luego he visto en vídeo cómo cantaba nuestra gente al descanso y fue algo impresionante". Sentenció con una frase que define la magnitud del Liverpool: "En otro equipo, con otros aficionados, no hubiera sido posible".

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Dudek: "Aún no sé cómo nos llevamos el título. Alguien de arriba nos ayudó en la última parada que hice antes de los penaltis"En el bando rival, Carlo Ancelotti repitió una y otra vez que "no merecimos perder", pero el propio Carletto reconoció que la final fue una demostración perfecta de que "es más importante la parte psicológica que la técnica". Y en términos de fe, nadie tendrá nunca la que tuvo el Liverpool aquella noche. La cara de desesperación de Shevchenko, que falló lo infallable durante los 120 minutos de partido y prórroga además de su penalti en la tanda, fue el vivo reflejo del sentir milanista. "Teníamos controlado el encuentro, pero lo dejamos escapar", se lamentó después. Probablemente la imagen de Jerzy Dudek blocando todos sus intentos sigue protagonizando alguna pesadilla del delantero ucraniano. "Aún no sé cómo nos llevamos el título. Alguien de arriba nos ayudó en la última parada que hice antes de los penaltis", declaró emocionado el portero polaco. ¿A qué parada se refería? Se trata de este milagro:

Su pícara sonrisa mientras asentía con la cabeza tras parar sin saber cómo un balón imposible habló por sí misma. Ese era el día. Su día. Aquel en el que todo sale a derechas y la suerte se alía con el talento para hacer imbatible al agraciado. Dudek lo sabía, y pudo así construir un muro infranqueable bajo sus tres palos. Entraron tres goles en la primera parte, pero desde entonces el Milan se toparía una y otra vez con el lema de "¡No pasarán!".

"La mejor remontada que el deporte ha visto"

Para redondear un hito tan épico, la prensa inglesa reflejó al día siguiente sobre el papel la emoción de toda una ciudad -y la admiración del mundo entero- con crónicas que trataban de narrar de la forma más fiel posible el milagro obrado en Estambul. "Milagro" fue precisamente lo que rezó la portada del Daily Express en la mañana posterior a la consecución de la Quinta.

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"Los extraordinarios hombres de rojo que han surgido de este partido caminan ahora en compañía de leyendas"El Daily Telegraph colocó la victoria del Liverpool como un suceso extraordinario mucho más allá del balompié: "No ha sido solo la mejor remontada en una final de la Copa de Europa, no ha sido solo la mejor remontada jamás vista en el fútbol, ha sido la mejor remontada que el deporte mundial ha visto". Para el Daily Post, "la historia de cómo Steven Gerrard llegó a poner sus manos sobre la quinta corona continental del club es la definición de la fe".

La tinta del Daily Mail, por su parte, quiso reservar un hueco en la eternidad para los héroes de Estambul: "Nunca caminan solos en Anfield Road. Pero los extraordinarios hombres de rojo que han surgido de este partido con la Copa de Europa caminan ahora en compañía de leyendas". La plantilla de aquella final se había ganado el derecho a ser recordada por siempre junto al resto de miembros célebres de la familia.

"La gloria del Liverpool ha renacido con una victoria de la que se hablará mientras el fútbol siga existiendo"En la redacción del Daily Mirror se preguntaban de dónde habían sacado las fuerzas para conseguir algo así: "Son una nueva generación de héroes que de alguna forma y de algún lugar sacaron el coraje para llevar a cabo la mayor remontada que ha habido nunca". Por su parte, The Guardian recalcó el regreso de ese Liverpool que vuelve a pasear para siempre su orgullo en Europa: "La gloria del Liverpool ha renacido. No son simplemente campeones de Europa una vez más, sino que han sido los creadores de una victoria de la que se hablará mientras el fútbol siga existiendo".

Para The Independent, los hombres de Benítez fueron un ejemplo de actitud no solo en una cancha de fútbol, sino en la vida: "Si juegas con la suficiente honestidad y te niegas a aceptar la idea de caer derrotado, todo puede pasar". Por último, el orgulloso Liverpool Echo destacó la importancia de la victoria para "los aficionados que habían oído tantas historias sobre éxitos pasados del Liverpool" y que entonces consiguieron tener "la suya propia junto a las demás".

Y Liverpool se echó a la calle

Es ineludible, antes de cerrar cualquier homenaje a la Quinta del Liverpool, hacer un pequeño repaso en imágenes de la fiesta que encontraron los reds a su vuelta a casa. Coronados como ídolos absolutos, los liverpudlians salieron en masa a las calles para celebrar el fin de 27 años sin una Copa de Europa en la ciudad. Esta, además, sería especial: al ser la quinta, la norma de la UEFA establecía -y establece- que el ganador se quedaría en propiedad el trofeo, sin tener que devolverlo con el paso de unos meses a cambio de una réplica. 'La Orejona', por fin, llegaba a la ciudad de los Beatles para quedarse.

El 26 de mayo, incluso los que tuvieron que trabajar para mantener el orden se permitieron mostrar su apoyo a los héroes que habían devuelto la sonrisa a Liverpool. Era un día de celebración para todos, sin excepción.

Foto: Daily Mail

Pasarán años, décadas e incluso siglos, y la remontada del 25 de mayo de 2005 en Estambul seguirá imperturbable en la memoria colectiva del mundo futbolero. El eco de los cánticos del día posterior en las calles de Liverpool aún resuena por las esquinas de la ciudad. Lo que ocurrió aquella noche de gloria eterna no merece ser recordado únicamente porque se cumplan diez años de la gesta: debe ser rememorado cada vez que un equipo vea todo negro y se quede sin esperanza. Que recuerden entonces lo que hicieron los hombres de Benítez para que sean la inspiración ante la adversidad.

Foto: AP vía Daily Mail