La Champions League es aquel torneo europeo internacional que parece resistirse año tras año desde esa magnífica temporada del 2009/10 en la que un gol de Peter Crouch ante el Manchester City supuso la obtención de la cuarta posición en la liga, con su correspondiente clasificación para la competición europea después de casi 50 años. El sueño de Daniel Levy se hacía realidad, aunque no acababa ahí, ya que su equipo debía seguir rindiendo al mismo nivel en las campañas venideras para quedarse como mínimo en los cuatro primeros puestos de la Premier League, y Redknapp era consciente de ello.

Sin embargo, la situación de los spurs se convirtió en el cuento de la lechera: cuanto mayores eran las expectativas, mayores eran las decepciones de la afición norlondinense. Se marchó el inglés, fracasó Villas-Boas, el rescate de Tim Sherwood no fue suficiente, jugadores como Modric, van der Vaart o Bale abandonaron la entidad... pero el objetivo seguía intacto. De esta forma, en el verano del 2014 llegaba a la capital británica un técnico que había conseguido formar a uno de los mejores Southampton que se recuerda, Mauricio Pochettino. El argentino era el idóneo para comandar esta nueva embarcación, con su táctica e intensidad en una plantilla, a priori, de mayor calidad, la mezcla podía ser perfecta. Comenzaba el proyecto Pochettino.

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La temporada comenzaba correctamente, con dos victorias consecutivas en liga y el pase clasificatorio para la Europa League ante el AEL Limassol, que justificaban el fichaje del nuevo técnico. La abultada goleada por 4-0 ante el Queens Park Rangers disparaba la alegría en el White Hart Lane, hasta que, justo una jornada después, el Liverpool devolvió al conjunto blanco a suelo firme, desembocando en una contínua serie de altibajos que se mantendrían prácticamente durante toda la campaña. El 24 de mayo, tras ganar por 0 a 1 en Goodison Park con un gol de Harry Kane, el Tottenham afianzaba una vez más su clasificación para la Europa League, dejando atrás una temporada en la que la irregularidad, la debilidad defensiva y la gran rebelación inglesa fueron los factores más determinantes sobre los resultados finales.

Demasiados pinchazos

En una competición como la Premier League, donde equipos como Chelsea, Manchester United, Liverpool, Manchester City o Arsenal tienen como objetivo primordial la clasificación para la Champions League, la regularidad tiene que estar muy presente a lo largo de la liga si un nuevo equipo quiere despachar a estas potencias inglesas de sus "reservados" asientos; y los pupilos de Pochettino no han cumplido con tal punto.

La temporada spur ha sido una auténtica montaña rusa. Desde la derrota ante el conjunto de Brendan Rodgers a finales de agosto, el equipo no consiguió empalmar más de una victoria consecutiva en liga hasta el 30 de noviembre, ganando por 2-1 al Everton tras haber logrado otra victoria ante el Hull City por otro ajustado 1-2. Entre medias, imperdonables derrotas ante West Bromwich Albion, Newcastle United o Stoke City llegaban a cuestionar la dirección del banquillo pese a seguir vivos en la Capital One Cup y pasar a dieciseisavos de la Europa League. La última tanda de diciembre regalaría una racha de tres victorias consecutivas y un meritorio empate ante el Manchester United; ¿traería el 2015 una mejor cosecha?

El equipo partía en el nuevo año desde una discreta séptima posición, aunque a solo dos puntos de la cuarta, marcada por un Southampton renovado que estaba dando tanta, o incluso más, guerra que la campaña pasada. La situación no era del todo mala, descartando al Chelsea y Manchester City que se encontraban en su disputa particular por el liderato, gunners y devils estaban a tiro de piedra, por lo que las esperanzas persistían. Sin embargo, no fue así: la irregularidad se mantuvo también durante toda la vuelta, obteniendo solo tres puntos más (33) respecto a la ida, perdonando oportunidades tan vitales como los enfrentamientos contra Crystal Palace, Leicester City o Burnley.

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Como venía acostumbrando ya a lo largo de la competición, el Tottenham dio un nuevo y definitivo acelerón en las dos últimas jornadas para hacerse con la quinta posición a costa de un Liverpool sin combustible que se quedaba por detrás a solo dos puntos de diferencia. El conjunto londinense contemplaba una vez más cómo se le escapa el tren de la alta competición europea solo por siete puntos, dos hipotéticas victorias y un empate ante aquellos equipos de calidad inferior que hubiesen supuesto un final redondo.

Muro francés tras la gelatina defensiva

Quizá uno de los motivos de dicha irregularidad haya sido la debilidad e inseguridad mostrada en las filas defensivas de la plantilla de principio a fin. Desde su llegada, Pochettino era consciente de que una de las cosas que debía mejorar y entrenar era la defensa, puesto que la temporada anterior el equipo había superado la cifra de 50 goles en contra, unos datos que no se podían permitir para un club que buscaba un objetivo tan alto. Por ello, una de sus primeras peticiones fue el fichaje de un central en condiciones. El rendimiento de Dawson había decaído demasiado y la lesión de Vertonghen hacía peligrar la solidez que tanto obsesionaba al argentino.

De esta manera, la entidad norlondinense pagó los diez millones de la cláusula de rescisión para hacerse con los servicios de Fazio. El recién campeón de la UEFA Europa League con el Sevilla, club en el que llevaba siete años, había mostrado estar a un nivel digno de la alta competición, por lo que Pochettino no dudó en traerse con su compatriota y satisfacer así su principal demanda. La llegada del joven Eric Dier -que se estrenaría de la mejor forma marcando el gol de la victoria en el primer partido de liga ante el West Ham United- completaría el refuerzo defensivo.

Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. Hasta la llegada del central argentino y su posterior y costosa adaptación al fútbol inglés, Kaboul tomó el papel de titular, cuajando una serie de partidos realmente malos: lento en el robo, siendo un blanco fácil para regatear, inseguro con el cuero bajo sus pies y débil en los balones aéreos. El poco entendimiento entre los cuatro componentes de la zaga creaba claros problemas al portero Hugo Lloris. Para el alivio del equipo, el internacional francés se encontraba bajo palos.

En el mundo del fútbol, verano significa mercado de fichajes, y mercado de fichajes significa rumores y más rumores. Y, cómo no, el guardameta spur se encontraba entre ellos, pues la gran mejoría experimentada en el último año hacía pensar que Lloris comenzaría a aspirar a más, buscando un equipo 'Champions' que estuviera acorde a su calidad. El periodo de traspasos finalizó y, por suerte para el Tottenham, el galo se quedó en la plantilla, convirtiéndose así en uno de los jugadores clave para dejar al equipo en la quinta posición.

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Huracán Kane

Aunque si de verdad hay que hablar sobre un jugador determinante, que ha provocado que los mejores equipos del mundo fijen la mirada en él sabiendo que hace un año era un futbolista desconocido, ese es Harry Kane. Y es que el delantero del Tottenham tiene todo el merecimiento de que le hayan aparecido varias "novias" de cara al próximo mercado veraniego, ya que su rendimiento ha sido impecable, sentando en el banquillo a delanteros tan importantes como Soldado y Adebayor, muy condicionados por las lesiones; todo gracias a un gran aprovechamiento de los minutos que Pochettino fue brindándole.

Todo comenzó con la oportunidad que se le presentó en la fase clasificatoria ante el AEL Limassol, en la que marcó tanto en la ida (el gol de la victoria) como en la vuelta. Sin embargo, en liga no comenzaría de la mejor forma, pues un gol en propia meta en el minuto 82 en su tercer partido de Premier ante el Sunderland evitaba la victoria de su equipo. Aun así, el argentino continuó confiando en él, sacándole como titular en los partidos coperos (Capital One Cup y Europa League), donde demostraba una y otra vez su impecable olfato goleador, de manera que el 23 de octubre ante el Asteras Trípolis marcó su primer hat-trick.

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Transcurrían los primeros meses, y el inglés tenía claro cual era su papel en el equipo durante la competición regular: el recambio de Adebayor o Soldado cuando estos se encontraban cansados, y por ello aprovechó cada uno de los diez o veinte minutos que el técnico le regalaba, hasta que encontró el premio ante el Aston Villa marcando un agónico gol en el 90 para dar la victoria a los suyos. De esta forma, la titularidad en liga también comenzó a ser más habitual, y los goles y la magia no tardaron en llegar acumulando hasta 21 tantos ligueros en total, solo a cinco por detrás del máximo goleador, Sergio Agüero. Parece que Daniel Levy va a atar bien a su joven estrella durante este verano para el alivio de los aficionados spurs, aunque en el mundo del fútbol nunca se puede afirmar nada.

Final agrio en las aventuras coperas

Sin olvidarse del principal objetivo Champions en la Premier League, el Tottenham comenzó a mirar con ilusión los torneos de la Capital One Cup y la Europa League, puesto que la andadura por la FA Cup sería un espejismo tras su eliminación en la cuarta ronda ante el Leicester City -que daba la campanada eliminando a un equipo superior y en el mismísimo White Hart Lane-. Por desgracia para el conjunto londinense, el mes de febrero/inicio de marzo acabó con cualquier rastro de ilusión.

Primero se produjo la eliminación de la competición europea. El equipo había pasado segundo de un grupo (11 puntos) accesible con rivales como el Partizan Beograd (dos puntos), el Asteras Trípolis (seis puntos) y el primero, el Besiktas, con 12. El sorteo emparejó a los de Pochettino con la Fiorentina, un conjunto guerrillero y complicado, aunque no por ello dejaba de ser accesible. La ilusión se disparaba en el norte de la capital británica. La ida no podía empezar de mejor manera, pues un gol de Soldado daba una ligera ventaja a los locales a los seis minutos del pitido inicial; un posterior gol de Basanta dejaba muy abierta la eliminatoria, que se decidiría en el Artemio Franchi, donde Mario Gomez y Salah sentenciaban la clasificación ante un Tottenham sin ideas.

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La segunda decepción llegaría cuatro días después de la tragedia en Italia, con la derrota ante el Chelsea en la final de la Capital One Cup. Los spurs habían tenido un camino prácticamente cómodo, en el cual el único rival de su misma categoría con el que se habían topado era el Newcastle United, que no mostraría resistencia perdiendo por un abultado 4-0. Pese a la reciente eliminación, equipo y afición confiaban en poder elevar la Copa de la Liga; el último partido ante los pupilos de Mourinho había finalizado con el triunfo de los blancos por un sorprendente 5-3 en el que Kane había vuelto a brillar marcando dos goles.

Pochettino parecía haber adivinado el talón de aquiles de la defensa blue, todo un logro que podía significar un título. El Tottenham dominó el centro del campo pero no llegó a crear el mismo peligro que un Chelsea que asestó el primer golpe instantes previos al descanso con un remate de Terry. En la segunda parte, Diego Costa firmó el triunfo de su equipo, confirmando las tres peores semanas consecutivas de los spurs en una temporada en la que, pese a poder haberse hecho las cosas mejores debido a la indiscutible calidad individual de la plantilla, el final no fue del todo malo al situarse como "líderes de la otra liga" en una sufrida quinta posición.