La selección de Inglaterra ha empatado sin goles en el Aviva Stadium de Dublín ante la República de Irlanda en un partido soporífero y sin ocasiones que ha visto cómo ambos conjuntos no han querido forzar la maquinaria y se han conformado con un pacto de no agresión, aburriendo de sobremanera al espectador.

Roy Hodgson planteó un once más que competente, y que podría ser perfectamente titular en cualquier torneo oficial como la Eurocopa o el Mundial. El puesto de Joe Hart en la portería es indiscutible, hasta el punto de que los otros dos guardametas de la convocatoria -Green y Heaton- no han dispuesto de un solo minuto en este encuentro. Ambos pertenecen a equipos descendidos como son Queens Park Rangers y Burnley, y la falta de otro que ofrezca más garantías obliga a Hodgson a convocarles, pese a no confiar en ellos. Cabe destacar la ausencia en esta convocatoria del teórico segundo portero de Inglaterra, Fraser Forster, lesionado de larga duración.

Contrariamente a lo que se podía esperar, el seleccionador no optó por dos laterales de largo recorrido, sino sólo por uno: Ryan Bertrand, en la banda izquierda. En la derecha no eligió a Clyne, sino a Smalling, que tiende a abandonar menos la zona de un cuarto. El centro del campo de contención no lo fue al 100% como tal, ya que Henderson fue el que tuvo la posición más retrasada, bajando a recibir entre centrales en ocasiones y multiplicando su presencia a lo ancho del césped. Wilshere, por delante, estuvo muy liberado, pero no pudo tener la influencia esperada en el juego, lo que fue la clave para el poco hacer del equipo inglés en la calurosa tarde irlandesa.

Milner estuvo bastante perdido, tratando de enganchar con Rooney por la parte central, pero la férrea defensa sobre el capitán de los three lions hizo imposible la asociación. Lallana por la izquierda no convenció, y tuvo la tendencia de adentrarse siempre que pudo, pero sin encontrar espacios. La velocidad de Sterling tampoco estuvo presente, por lo que la frescura en ataque brilló por su ausencia durante los noventa minutos. Prueba de ello es la estadística, que registra muy escasos acercamientos y casi nulos tiros con peligro.

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En la segunda parte, Hodgson intentó variar el esquema para lograr cambiar el resultado, pero igualmente no consiguió nada. Entraron Townsend, Barkley, Jagielka, Vardy y Walcott en los lugares respectivos de Sterling, Wilshere, Cahill, Rooney y Lallana. El del Tottenham tomó el mismo camino de Lallana, pero en la banda contraria: adentrarse por el centro cada vez que le era posible, si bien apenas rascó bola. Barkley tuvo igual relevancia que su precedesor: ninguna. Irlanda fue superior, por lo que del centro del campo inglés en adelante apenas pudieron entrar en juego. El cambio de Jagielka fue de hombre por hombre, con lo cual no afectó tácticamente. Lo que Hodgson buscó metiendo sobre el tapete al central toffee era ganar más peso en las jugadas a balón parado, sabedor de la gran capacidad de salto y remate de Jagielka.

El capitán de los pross se retiró mediado el segundo período para dejar su puesto al debutante Jamie Vardy. El del Leicester City no estuvo cómodo: demostró en las últimas jornadas que rinde mejor con otro delantero al lado e incluso por delante (Ulloa), por lo que ser la única referencia en ataque no le benefició. Dispondrá, quizá, de una nueva oportunidad el próximo domingo ante Eslovenia. Walcott dispuso de diez minutos para explotar en banda con su velocidad, pero es difícil correr con el balón en los pies si no te llega balón alguno. Su paso por el Aviva Stadium fue testimonial.

Los cambios dejaron patente cual podría ser la intención que tendrá en mente Hodgson a la hora de revolucionar los partidos cuando sea necesario: buscar una mejora en las jugadas a balón parado, explotar la velocidad en los extremos y disponer de un mayor control del centro del campo. Habrá que ver si consigue ponerlo en práctica.

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