Viviendo en Manchester, la relativa cercanía con Wrexham (Gales), a apenas hora y media en tren, invitaba a seguir al Stoke City en uno de sus partidos preparatorios para la próxima temporada. Quizá el cartel del encuentro no era el mejor, un amistoso sin nada en juego contra un equipo de la Vanarama Conference, pero todo lo que rodea al histórico Wrexham FC y a su estadio hacía que mereciera la pena.

Desde que coges el tren en la ciudad mancuniana, el paisaje cambia de pronto y súbitamente. La vista industrial de la metrópoli, en seguida cambia por extensiones de campo interminables y todo parece ir a un ritmo más lento. Sin darte cuenta, has dejado atrás todos los estreses de la gran urbe y, probablemente, te encuentres ya en Chester, de parada obligada para hacer el transbordo –y, si vas con tiempo, de parada obligada para una visita turística– y a escasos pasos ya de la frontera galesa. De hecho, y como dato curioso, el campo de fútbol del Chester se encuentra geográficamente en el País de Gales, su aparcamiento anexo, en Inglaterra.

Una vez allí ya sólo tienes que coger el tren que enlaza con Wrexham y, en menos de 15 minutos, estarás poniendo un pie en el condado que vio nacer a Mark Hughes. Y es que el míster del Stoke City nació en Ruabon, una pequeña localidad de unos 3.000 habitantes que pertenece al condado de Wrexham y que está a unos 10 kilómetros más al sur de la capital de éste.

La estación de Wrexham te saluda en gaélico. Foto: @eduarroyolopez

Al salir de la estación todo ha cambiado. Los carteles informativos ya no están sólo en inglés, sino que también vienen escritos en un galés en ocasiones indescifrable que casi te hace preguntarte si no te habrás equivocado de parada. Pero no ha sido así y emprendes tu marcha hacia el Racecourse Ground, a escasos 100 metros, en busca de una entrada que te garantice poder ver el choque por el que has viajado hacia la tierra de Ryan Giggs.

Quedan un par de horas para el partido y los alrededores del vetusto coliseo fundado en 1807 y en el que se juega al fútbol desde 1864 están prácticamente desiertos. Sólo en The Turf, ese mítico pub que prácticamente forma parte del estadio y en el que se dice que se creó la Asociación de Fútbol de Gales, hay cierto movimiento.

The Turf, en una de las esquinas del estadio. Foto: @eduarroyolopez

Rodeando el estadio, todo parece más “de estar por casa” y, por qué no decirlo, algo destartalado. Las viviendas bajas típicas de Gran Bretaña se mezclan con solares abandonados y pequeños edificios cerrados y sin vistas a una rehabilitación en una zona donde la Glyndŵr University también se deja ver con sus instalaciones deportivas y unas residencias que, prácticamente, están pared con pared con una de las tribunas del Racecourse Ground.

Unos aledaños poco halagüeños. Foto: @eduarroyolopez

Y en ese lateral precisamente es donde están las taquillas y la tienda oficial del equipo y donde, al preguntar por una entrada que no se podía reservar ni ni por teléfono, te cuentan que tampoco se pueden comprar hoy ahí, sino que hay que pagar en los mismos tornos del estadio cuando abran las puertas.

También en esa zona del estadio es donde hay un párking abierto en el que, sin arremolinaciones ni barullos, Jonathan Walters, ex jugador de los red dragons, puede aparcar su vehículo y conversar tranquilamente con los empleados del club sin que nadie le agobie. No parecía que se tratase de un jugador de Premier League y esa comodidad, esa relajación, se reflejaba en la cara del internacional irlandés.

El caso es que, una vez con la información de que las entradas las venderían en el momento del partido, tienes que hacer tiempo y para ello no hay mejor lugar que el mencionado The Turf. Sorprendentemente vacío al principio, paulatinamente se fue llenando de aficionados de ambos equipos, tan en perfecta comunión que incluso, en un guiño por parte de los propietarios a la hinchada visitante, empezó a sonar “Delilah” por los altavoces de esta antiquísima taberna.

El acceso a la Yale Stand, cerrada en este encuentro. Foto: @eduarroyolopez

La hora del partido se acercaba y no había más tiempo para previas. Aquello de no tener asegurada la entrada era algo inquietante y, una vez hecho el viaje, parecía más conveniente asegurarse un asiento en las gradas –sólo se abrió una para el público local y habilitaron una pequeña parte de la principal, la Yale Stand, para los numerosos aficionados visitantes que se desplazaron desde Stoke-on-Trent– para poder ver a los pupilos de Mark Hughes.

Ya en la tribuna de Mold Road, todo estaba listo para que comenzase el choque y, entre los gritos de una hinchada local repleta de niños que lo daban absolutamente todo por su querido Wrexham, comenzó a rodar el esférico en un partido sin demasiada historia y con una abrumadora superioridad del equipo de Premier League.

Moha y Joselu dispusieron de algunos minutos en el Racecourse Ground. Foto: @eduarroyolopez

Fue un escenario perfecto para ver a alguna de las caras nuevas del conjunto de Mark Hughes, como un Marco van Ginkel que llevó las riendas del partido y que dejó varios detalles –gol incluido– de la calidad que atesoran sus botas y que en el Britannia Stadium esperan que despunte. En la segunda mitad, también tuvieron su oportunidad Joselu y Moha, muy activos y participativos en el ataque visitante, así como algunos canteranos que vienen llamando a las puertas del primer equipo como Shenton, Watkins o Telford.

Si bien no permite sacar muchas conclusiones debido a la debilidad del rival, el 0-6 gracias a los tantos de Diouf, Walters (2), van Ginkel, Joselu y Telford, proporciona cierto impulso en esta recta final de la pretemporada para unos potters que comenzarán la liga el 9 de agosto frente al Liverpool.

'The Kop', donde caben unas 4.900 personas de pie, está cerrado por reforma. Foto: @eduarroyolopez

Con el pitido final del colegiado, no quedó más remedio que despedirse del Wrexham FC, del Racecourse Ground Stadium, de The Turf y de esos aficionados que se dejaron la garganta defendiendo sus colores a pesar de que se quedaran con las ganas de cantar un tanto –Bachmann detuvo un penalti lanzado por Jackson a falta de 10 minutos– ante un equipo de Premier League.

No quedó más remedio que dejar atrás un día en el que la ciudad de Wrexham, su club y su gente te hizo vivir el fútbol como podías haberlo vivido hace 50 años, y eso no está pagado.