La segunda jornada de la Barclays Premier League se volvió a saldar con derrota para el descabezado Sunderland de Dick Advocaat. Los ‘black cats’ sucumbieron de nuevo un Norwich que bien podría pasar por un equipo asentado en la máxima categoría del fútbol inglés y no por un recién ascendido. Los visitantes volvieron a dejar en evidencia a un Sunderland que debería reflexionar, principalmente sobre la actitud de todo el equipo y la aptitud de la defensa. La pareja Coates-Kaboul volvió a quedar en evidencia ante unos canarios que aprovecharon los errores en cadena.

Los canarios pían de nuevo

La dura derrota de la primera jornada ante el Crystal Palace (1-3) hacía presagiar una temporada dura para el combinado de Alex Neil. El primer partido dejó sensaciones amargas, perder de aquella forma ante un rival directo indicaba que había muchas cosas que mejorar. Nada más lejos de la realidad. El Norwich dio la vuelta a la tortilla este sábado en el Stadium of Light ante el Sunderland en un encuentro que dominó sin paliativos.

Los visitantes dejaron encarrilado el partido en la primer mitad con dos goles cuyos autores no suelen estar invitados a este tipo de ‘fiestas’. El primero, en el 26’, lo hizo Russel Martin, tras un rechace de Pantilimon. El segundo, en el 37, llegó por obra de Whittaker que, tras una gran pared con Hoolahan, se adentró en el área ganando la espalda a van Aanholt, librándose de Kaboul y cruzando un disparo ante el que Pantilimon pudo hacer mucho más. Aún no llegaba el descanso y el Norwich ya iría 0-2 en el marcador.

Sunderland Norwich Premier League
Whittaker celebrando el segundo tanto | Foto: Norwich City

El juego de los visitantes era muy superior a estas alturas y el segundo tanto dejó a los de Advocaat absolutamente a merced. Cameron Jerome aún pudo hacer el tercero antes del descanso revolviéndose dentro el área pero su disparo se fue muy alto. En 45 minutos el partido había perdido cualquier viso de sorpresa. El Norwich se llevaría los tres puntos.

Pantilimon-Kaboul-Coates, trío demoníaco

El Sunderland cayó estrepitosamente, sin opción, sin juego, casi sin ocasiones y con una defensa que bien podría ser suplente en el Championship, al menos por el rendimiento que han dado hasta ahora. Tal es la debacle en la retaguardia del equipo, siete goles en contra en solo dos jornadas, que cada defensor merece una mención individual.

Pantilimon, Kaboul, Coates y van Aaholt quedan señalados con una actuación para olvidar

Pantilimon, fallos por todo lo alto. Kaboul, lentitud al servicio del ataque del Norwich. Coates, esperpéntica salida de balón. Por si el trío del Sunderland no diera más de sí, en el día de hoy se uniría van Aanholt con una de esas actuaciones que desangran al equipo desde el lateral: inexistentes subidas al ataque, perdidas constantes de posesión, mala colocación y, sobre todo, continuas pérdidas de la marca a su espalda. La mala actuación de los centrales se ha visto claramente influida por le pésima del lateral. A la cadena de horrores se une el estado crítico de forma que vive Pantilimon. Después de su jugada polémica en la primera jornada, cogió el balón fuera del área como si de un juvenil se tratase, volvió a fallar en el segundo gol de los visitantes en una estirada inexplicable en la que recogió los brazos como si el balón fuera a hacerle daño.

La valentía de controlar - el miedo de la sumisión

La segunda parte del partido fue el reflejo de cómo está el Sunderland en estos momentos. Los ‘black cats’, a pesar de contar con M’Vila en el centro del campo, amparado por Cattermole, fueron incapaces de controlar, no ya el esférico, sino la posición propia en el terreno de juego. Todos los rechaces eran ganados por los canarios, que dedicaron la segunda mitad del encuentro a gustarse con la posesión, las llegadas, el buen toque y las paredes en la frontal del área rival.

Advocaat decidió no alinear a Rodwell en la medular del equipo, apenas contó con minutos, pero los que jugaron tampoco dieron la talla. Larsson se fue al medio tiempo y la entrada de Graham no cambió absolutamente nada. Los nombres, el Sunderland, frente a los hombres, el Norwich. Ganó el fútbol.

Watmore y la teoría del clavo ardiendo

Cuando los acontecimientos se precipitan de tal forma que todo a nuestro alrededor parezca un cúmulo de imposibles, habrá que buscar soluciones inesperadas que, por sorpresivas, puedan ser útiles. La teoría del clavo ardiendo nos lleva a concebir una situación en la que todo parece perdido y en la que de repente un haz de luz nos ilumina. Algo parecido puede sucederle al Sunderland, en el corto plazo, con su joven promesa: Duncan Watmore.

El joven de 21 años fue la única buena noticia para los locales. Nada más salir recibió la única ovación de la tarde, se dejó todo, corrió y buscó la espalda de la defensa aunque parecía una isla perdida entre el equipo rival. La fortuna le sonrió, al único que podría hacerlo porque fue el que más ganas le puso. En el 88’ un rechace en el área le cayó a su bota y de primeras golpeó un balón que acabaría dentro.

Mucho tienen que cambiar las cosas en el Sunderland para que se dé un giro radical a la peligrosísima tendencia del equipo, la defensa deberá ser lo primero que habrá que cambiar, no sabemos si por actitud o por aptitud. De momento ninguna de las dos cosas parece destacar. En la media, se echa de menos un jugador con galones y ganas de pedir el balón que busque crear y no destruir, que busque la asociación y no el pelotazo. Arriba, solo queda esperar que la clase de Defoe marque las diferencias y que Lens rompa alguna defensa a base de correr. Mientras tanto, Watmore y la teoría del clavo ardiendo.