El sábado 22 de agosto de este año 2015 llega la tercera jornada de la Barclays Premier League, en la que se disfrutará un duelo clásico de la más alta competición británica. Newcastle United y Manchester United se verán las caras en los dominios magpies, el estadio St Jame´s Park. Los equipos alcanzan esta tercera fecha del campeonato 2015/16 con distintas sensaciones y resultados opuestos. El Newcastle United llega situado en la quinceava posición, con un único punto, el conseguido en la primera jornada en su estadio, tras el empate a dos contra el Southampton. Los diablos rojos se presentan ubicados en la cuarta posición del campeonato, contando sus dos partidos por victoria, la reciente el pasado fin de semana como visitantes, por cero goles a uno contra el Aston Villa. La afición local está falta de victorias y alegrías, y durante la semana se ha respirado un aire con aroma viciado, mezcla de duda y esperanza. La primera jornada el equipo blanquinegro enseñó los dientes, mostrando garra y entrega. La segunda se vio apático e inoperante. Los seguidores blanquinegros esperan presenciar la cara más apasionada y profesional de los jugadores sobre el césped de St Jame´s, y para alentarlos apelan a los grandes momentos vividos en pasadas épocas gloriosas. Han sido numerosos los partidos disputados entre ambos equipos durante su historia, con recuerdos de toda índole. Pero si a alguno de ellos se puede recurrir para animar al equipo en estos momentos y llevarlo en volandas hacia una posible victoria, es a uno de los encuentros más significados en Newcastle upon Tyne, de pasado reciente y época cercana y bienaventurada para los del norte de Inglaterra.

Finales de octubre de 1996, gélida y despejada tarde en Newcastle. Década gloriosa de los dos contendientes. El potente Manchester United de Alex Ferguson, vigente campeón de la Premier League, llegaba a Tyneside para medirse al Newcastle United, entrenador por Kevin Keagan y actual subcampeón. Los antecedentes previos favorecían a los red devils. Primeramente habían conseguido el título la temporada anterior dejando en segundo lugar a su rival, tras remontar épicamente en la clasificación. Segundo; dos meses antes, el 11 de agosto de 1996, se habían enfrentado en Wembley por conquistar la Charity Shield, siendo el resultado final un contundente 4-0 a favor de los de Manchester. Kevin Keagan y sus chicos llegaban con ganas de gresca, de revancha, de dar todo por la causa. Quizá el ataque más potente de la historia del Toon. Estaría a punto de demostrarlo, de hacerse un hueco en los libros de historia del club.

Kevin Keagan y sus chicos llegaban con ganas de gresca, de revancha, de dar todo por la causa

El entrenador local alineó a los suyos como acostumbraba, con un 4-4-2 netamente ofensivo. Una defensa férrea, típica inglesa, formada por Watson - Peacock - Albert - Beresford, un doble medio centro de entrega, con la dupla Lee - Batty, y todo el arsenal ofensivo: David Ginola a la izquierda, a pie opuesto, el genial Peter Beardsley por la derecha, y una pareja de delanteros temible, formada por Les Ferdinand y el mito Alan Shearer. Otra de las deudas pendientes entre ambos había sido la puja por este último jugador en el mercado estival. Shearer desestimó ir a Manchester para firmar con los magpies en el verano de 1996. En cuanto a títulos no sería una decisión acertada, sí en lo referente a gloria e idolatría. Alex Ferguson llegaba con un bloque sólido, rodado y con gran mezcla de talento joven, de la mano de los "chicos de Ferguson", y veteranía solvente, como Eric Cantona o la línea defensiva internacional. Todo ello sustentando por el mejor guardameta del momento, el danés Peter Schmeichel. Un 4-4-2 similar en cuanto al dibujo, aunque menos arriesgado y con primacía de orden sobre su rival. Schmeichel / Gary Neville - May - Pallister - Irwin / Johnsen - Butt / Beckham - Poborsky / Cantona - Solksjaer. Éste fue, de derecha a izquierda en cuanto a localización, el 11 del United.

Keagan salió a darlo todo, a volcar su equipo sobre el rival. Los centrocampistas defensivos tuvieron la clara consigna de presionar y robar, y una vez recuperado el balón, tras asfixia en el centro del campo, buscar una de las dos bandas inmediatamente, para allí desbordar y que los goleadores hicieran el resto. David Ginola decidió que sí, que el 20 de octubre pondría las cosas fáciles a sus compañeros y amigos Les y Alan. Desde que Steve Dunn hizo sonar el silbato, el francés dejó claro cuáles eran sus pretensiones para el partido. Así, en los primeros minutos, su par, el titular de los hermanos Neville, fue tomando consciencia de contra quién le tocaba enfrentarse. El extremo zurdo de la selección blue no era un simple jugador más en aquel año 1996, se trataba, con toda seguridad, de uno de los mejores futbolistas de la década de los 90. El Newcastle United asedió la portería visitante desde el inicio. En los primeros compases Ginola hizo diabluras en banda, y doce fueron los minutos que tardó en llegar el tanto que abriría el marcador. Fue tras un saque de esquina botado por el francés, que Shearer alcanzó de cabeza en el segundo palo y sirvió al primero para que el central Peacock pateara al marco de Peter, consiguiendo, no sin polémica, el primer tanto. Los jugadores visitantes protestaron al árbitro un posible “gol fantasma”, alegando que Irwin había conseguido sacar la pelota sobre la línea.

El United se acercó en contadas ocasiones a la portería de Srnicek. El reciente fichaje, Karel Poborsky, intentó provocar un penalti tras el 1-0, pero el árbitro no lo cobró. En el minuto treinta llegaría la primera obra de arte del partido, hablando en términos cuantificables. El 2-0 sería una maravilla. El balón circuló con velocidad de banda derecha a zona opuesta, con fluidez entre los centrocampistas. Allí esperaba Ginola, cubriendo la posible recepción del esférico, poniéndolo con su maniobra fuera del alcance del lateral derecho. Todo fue cuestión de segundos. El extremo francés recibió el balón, giró hacia el interior orientando la pelota y cubriendo su espalda a Neville, y desde la esquina del área, de un fuerte derechazo con empeine total, envió el balón a la escuadra izquierda del marco defendido por Peter Schmeichel, quien no pudo hacer más que estirarse para salir en la fotografía. Los 36.000 aficionados urracas gritaron el gol como si no hubiesen visto cosa igual, el estadio se rendía, tras sólo media hora de juego, a sus jugadores. Así se llegó al descanso, con los ánimos por los cielos y ansias de continuación más que de tomar aire, tanto por parte de los jugadores como de los espectadores. La segunda parte siguió la tónica. El equipo local jugando rápido e intenso, llegando a las bandas con velocidad y sin dar tregua al rival. Otro futbolista se uniría a la fiesta de forma personal. Alan Shearer no estaba dispuesto a pasar desapercibido en un partido de tal trascendencia para su afición. El “9” quiso que la imagen que abriera las portadas de los diarios fuera compartida con su compañero francés.

El 3-0 llegaría en el minuto 63. Tras el primer cuarto de hora de una influencia total de los atacantes magpies, el mejor de ellos en la segunda mitad, Alan Shearer, desbordó en banda derecha a Irwin con un cambio de ritmo eléctrico y una supremacía aplastante, centró, y desde el segundo palo, elevándose sobre el central May con solvencia, Les Ferdinand mandó un testarazo al fondo de las mallas. La goleada estaba encarrilada. Shearer y Ferdinand dando un respiro a Ginola, Peter Beardsley jugando a placer con el resultado a favor, y el equipo intentándolo todo y sintiéndose superior. En el minuto 75 Alan Shearer marcaría el suyo. Él inició la jugada en la izquierda, y la finalizó, aprovechando un rechace del arquero a tiros de Beardsley y Ferdinand, perforando la red a placer y alzando el 4-0. La defensa del Manchester United no sabía ni dónde se encontraba. Los envites le llegaban desde todos los puntos posibles. Los laterales sufrieron una de las peores tardes de sus carreras, y la pareja May- Pallister no supo parar ni una sola de las veces a la dupla atacante local. El vigente campeón estaba derrotado, y el castigo estaba siendo de los que dejan huella.

Pero aún faltaba el gol que culminaría de manera magistral la victoria. El 5-0 recompensaría a la defensa magpie, viendo reflejada su fenomenal labor sobre el marcador, ya que el autor del tanto sería el segundo central, Albert. Todos estaban crecidos, la factura del tanto bien podría asignársele a cualquiera de los Balones de Oro habidos hasta aquel entonces. La vaselina desde fuera del área que superaría al portero, más que descrita, bien merece ser visionada.

Aquél fue, en esencia, un tremendo partidazo entre los dos mejores combinados ingleses de la época.Tras el pitido final, después de las felicitaciones de rigor, la hinchada aplaudió durante largo rato a los suyos y ambas partes dejaron sus impresiones sobre lo acontecido. Alex Ferguson: “cuando pierdes así, por 5-0, lo mejor es tomarte la medicación y volver a casa”. Alan Shearer: “vencerles siempre es un gran mérito. Pero hacerlo por cinco goles a cero no se olvida”. Las urracas volverían a quedar segundas a final de temporada, nuevamente tras los diablos rojos, pero momentos como éste, horas de disfrute y pasión sin igual, hacen que se mantenga la esperanza de que todo puede suceder, y que año tras año, partido a partido, los fieles seguidores ingleses aparquen otros planes y marchen a St Jame´s Park a ver a los suyos. No se sabe si los Sissoko, Wijnaldum, Thauvin o Mitrovic, podrán emular gestas como la de los cuatro fenomenales atacantes de los 90, pero este sábado los aficionados regresarán con el recuerdo muy presente, y que el balón y el correr del tiempo les quiten la ilusión, que seguro recuperán pase lo que pase, una semana después.