La búsqueda de una jugada ensayada por parte del Leicester City, que tuvo el saque, acabó con la embestida de Gradel a Mahrez. La presión del conjunto de Ranieri era infernal, cada vez que la recuperaba el Bournemouth solo podía desembocar en las piernas de un jugador fox. Mahrez siguió en su tónica habitual, desborde y el balón pegado a la pierna izquierda pero su jugada de mayor peligro fue desbaratada por encontrarse en posición antirreglamentaria.

No obstante, la situación empezó a cambiar. El conjunto cherry comenzó a tener más la posesión de la pelota y a buscar la meta de Schmeichel. La arrancada por la banda entre Mahrez y Albrighton en los visitantes, y Gradel y Ritchie por los locales hacía mucho daño en las defensas. Vardy tuvo la oportunidad de encontrar el gol pero su disparo se marchó alto buscando un hueco entre un mar de piernas.

Y apareció el único capaz de perforar la portería como jugador del Bournemouth. Daniels pusó un gran centro en el interior del área, la defensa del Leicester se encargó de repeler el remate de un compañero pero Wilson no creyó conveniente que la situación acabase así. Con una espectacular tijera en el aire puso el balón donde Schmeichel no sería capaz de llegar, aunque hubiese adivinado la intención del delantero.

Claudio Ranieri no estaba dispuesto a rendirse. Con sus características gafas, el técnico italiano se dedicó a seguir sus indicaciones a sus jugadores para que remontasen el partido. Pero, a pesar de ello, el conjunto de los foxes no podían con sus rivales. Las faltas empezaban a acosar al gol rojinegro. Gradel tuvo la mejor oportunidad para convertir su disparo en el segundo gol, pero su tiro, flojo, lo repelió de puños Schmeichel.

La banda maldita

En el minuto 40, cercano al 41, Daniels dejaba que el balón saliese fuera en un pase sencillo. Todo parecía indicar que el jugador se había lesionado y Eddie Howe debía buscar un sustituto en su banquillo. A pesar de ello, en lo que restaba de primera parte, el lateral izquierdo aguantó como un jabato en el campo, buscando, quizá, ser cambiado al inicio de la segunda mitad. Su equipo era el dueño y señor del partido sin atisbos de que sus rivales pudiesen reaccionar.

Eddie Howe fue sensato y sentó a Daniels por Mings. Pero en el otro banquillo apareció un cambio extraño. El mejor jugador del equipo en los tres encuentros anteriores se iba del partido para dar entrada a Okazaki. El corpulento Huth empezó a meterse en problemas. No le bastó con derribar a Wilson y pegarle un balonazo, intentó lo mismo con Mings pero sus compañeros evitaron la pelea.

Smith, sin calentar, debía hacer acto de presencia en el terreno de juego. El lateral izquierdo empezó a coger fama de maldito. No solo se lesionó Daniels, su reemplazo, Mings, cayó en una jugada al corte donde se hizo mucho daño en la rodilla. Mings se retiró del campo en una camilla, llevado por las asistencias sanitarias, mientras recibía la ovación del público. Segundo cambio del Bournemouth. Eddie Howe solo tendría una alternativa si el partido se le complicaba.

La banda izquierda del Leicester era el lugar por donde se generaba el peligro de los cherries. Ritchie siempre buscaba generar mucho daño desplazando a Schlupp para crear zonas de desmarque y nuevas zonas de pase. Incluso Francis subía a ayudar y centrar al área, pero la altura de la defensa de los foxes no permitía que ese cometido triunfase. Hasta que se acabó una posible alternativa para Howe.

La banda izquierda del Bournemouth se podía declarar maldita. Tres sucesos indicaban algo, igual que tres asesinatos definen a un asesino en serie. En esta ocasión era Gradel el que debía marcharse tras un encontronazo con De Laet en un golpe cabeza con cabeza. De nuevo y sin calentar, Pugh entraba en el campo. Era el momento del Leicester para encontrar, al menos, el empate. Los ánimos del equipo estaban mermados con tanta lesión y el equipo estaba desajustado por los cambios en un equipo bien engranado.

Instantes antes de sacar a Mings al campo. Fotografía: Bournemouth.

Apareció Vardy

De nuevo, otro cambio en la zona de volantes. Albrighton debía abandonar el terreno de juego para dejar su lugar a Dodoo. Un intento para empatar el partido ante un equipo desestabilizado. Drinkwater estuvo cerca de colar un centro a saque de falta pero Boruc estuvo atento y Kanté no fue capaz de llegar a la pelota antes que el guardameta.

Se acercaron los últimos minutos de partido con constantes idas y venidas de los dos conjuntos. Los contraataques eran el caldo de cultivo del ataque. Pero ninguno se traducía en verdadero peligro para las metas de Boruc y Schmeichel. Hasta que llegó la oportunidad para el conjunto visitante. Una gran carrera de Vardy se veía truncada dentro del área por la entrada de Cook. Penalti claro, sin quejas del defensa y bien señalado por el árbitro. El propio Vardy sería el encargado de atravesar la portería de Boruc, que pese a adivinar la trayectoria del disparo, no pudo detener el disparo del delantero.

Demasiada recompensa para lo poco que habían hecho. Pero a Vardy no se le puede dejar espacio para correr y tampoco se le puede dejar marear al defensa. Benalouane salía cuando ya se había cumplido el tiempo reglamentario para suplir a De Laet. En cambio, por protestar, su compañero en el otro lateral veía la tarjeta amarilla. Pero aún quedaba partido. Una larguísima cabalgada de Schlupp crearía muchísimos problemas para Francis, que a pesar de empujarle, no pudo impedir que centrase pero Boruc desbarató el peligro.

Y el partido se marchó a su fin. Ocho minutos después del tiempo reglamentario y con polémica incluida, el colegiado Neil Swarbrick pitó el final del encuentro. El conjunto de Leicester no se mereció el empate ya que fueron dominados por el equipo de Howe, pero la magia de Vardy le dio el empate al equipo de Ranieri. Ocho puntos en la tabla para Leicester City y cuatro para Bournemouth tras el parón por selecciones.