La sexta jornada de la Barclays Premier League traía bajo el brazo a St. James' Park miedo e ilusión dependiendo del barrio. Miedo para el Newcastle United, que con dos puntos en cinco partidos y desde zona de descenso necesitaba una victoria ante su público como el comer. Ilusión para el Watford, recién ascendido y creciendo sin complejos, como sus seis puntos en cinco encuentros certificaban.

Fueron finalmente los fantasmas de los magpies, cuyas sombras siguen sin dejar pasar ni un rayo de luz sobre Newcastle, los que se quedaron en Tyneside con la amenaza de no irse en toda la temporada. Mientras, los hornets de Quique Sánchez Flores se volvieron a Watford con su segunda victoria consecutiva y una orgullosa sonrisa de oreja a oreja. Los avispones picaron, envenenaron a su rival y escaparon con un muy valioso botín. Los blanquinegros, heridos de muerte, entran en la UVI.

Media hora para matar

Sánchez Flores ganó desde el primer minuto la batalla táctica a un incapaz McClaren haciendo de la posesión y la presión adelantada sus señas de identidad. Así, un Newcastle con nula creatividad se vio anulado en su propio campo por el Watford, que inyectó ritmo al partido y se postuló como firme candidato a abrir el marcador por el peligro de sus acciones. Poco tardaron los hornets en materializar su dominio.

Corría el noveno minuto de juego cuando el Watford decidió dar por terminada la tregua, y lo hizo gustándose con el balón en los pies. Deeney ejerció en la frontal del área de eje perfecto para que los visitantes habilitaran a Ighalo en una jugada fugaz que nació en la banda y acabó en gol en apenas seis toques. Deeney tocó de espaldas a Capoue, arrastró a la defensa y el esférico acabó llegando a Ighalo, que aprovechó la descolocación de Janmaat para controlar, cargar la pierna y ejecutar con un disparo raso al palo corto.

Foto: Reuters

Antes de los 30 minutos, Ighalo firmó un doblete con dos buenos goles con Deeney como socio perfectoIghalo y Cissé fueron el perfecto reflejo de sus equipos. El primero fue una pesadilla para los locales, siempre involucrado en las ofensivas del Watford y finalmente autor del tanto. La desesperación del segundo, que tuvo dos claras ocasiones para añadir una muesca a su revólver, definió al Newcastle. Fue precisamente Ighalo el que, a la postre, decidiría el encuentro con una segunda diana en el minuto 28. El delantero galopó entre defensas para pillarles por la espalda y su socio perfecto, Deeney, vio sus intenciones para regalarle un pase en profundidad inmejorable dentro del área. Ighalo batió a Krul, que trató de evitarlo saliendo a sus pies, y puso un 0-2 que terminó de deprimir a St. James' Park.

La orilla quedó lejos

La primera parte se esfumó sin noticias del Newcastle, que incluso temió recibir un tercer y mortal gol antes del descanso. A la vuelta de vestuarios, los hombres de McClaren dieron un lavado de cara a, como mínimo, su actitud. Los magpies mordieron más y se animaron a mirar hacia arriba en vez de enredarse en su falta de creatividad, y fruto de ello la afición dejó a un lado los murmullos para pasar a rugir y alentar a los suyos. Janmaat, el mejor del equipo por su capacidad para generar peligro desde el carril derecho, recibió en el minuto 62 un pase atrasado desde el suelo de Sissoko que dejó al lateral holandés ante la portería y sin guardameta. Supo colar el balón en las redes y despertó a Tyneside con media hora por jugar y a sólo un gol del empate.

El Newcastle marcó gracias a su mejor hombre, Janmaat, el 1-2 con mucho partido por delante, pero los blanquinegros fueron inoperantes en ataqueIncapaz. Como la temporada pasada y como la presente. El Newcastle no mostró la capacidad de fuego exigible a un equipo que pretende levantar un 0-2 en contra, y ni siquiera los atisbos de calidad de los desorientados Thauvin y Ayoze fueron suficiente para inquietar a Gomes. El reloj se le echó encima al conjunto blanquinegro, y los pupilos de Sánchez Flores supieron proteger su renta de un gol durante el resto del choque. Finalmente el 1-2 definitivo dejó un St. James' Park desierto de ilusiones mientras allí, en una pequeña esquina reservada para la hinchada visitante, una marea amarilla coreaba emocionada el nombre del Watford.

Foto: Reuters

En el césped, sus ídolos y un Sánchez Flores con la emoción reflejada en su mirada agradecían su incondicional apoyo con aplausos. Ganar en un coliseo histórico como el del Newcastle siendo recién ascendido bien merece descorchar una botella de champán en el avión. A su paso, los hornets dejan un escenario que, tal y como ocurrió la campaña pasada, vuelve a estar sumido en las tinieblas del descenso cuando apenas ha arrancado el nuevo curso. Hoy por hoy, nadie en Newcastle parece saber qué camino no acaba en un acantilado.