En la vida todo pasa y el tiempo no perdona salvo en ocasiones contadas. Sin tregua, el paso de los años penaliza a más de uno salvo los que están dotados de cierta inmunidad. En ese grupo de elegidos aparece la cara de un niño sonriente que hacia las delicias en el Vasco de Gama, que enamoró en su visita a la Mediterranian Internacional Cup junto a su amigo Neymar (MIC), que deslumbró en su etapa por el Giussepe Meaza, el mismo que se ganó un hueco en el corazón de los aficionados pericos y ese futbolista que ahora campa a sus anchas por el histórico Anfield sin que aparezca un atisbo de responsabilidad. Misma cara, semejante sonrisa pero con la sensación de que llegó la temporada clave para Phillipe Coutinho.

El niño que encandiló a Europa y del que siempre se apuntaba como promesa tiene ante sí la oportunidad de consolidarse como un jugador de primera fila mundial. Brasil lo necesita como el respirar para convertirse en el escudero de Neymar y en el Liverpool se ha convertido en la piedra angular de un proyecto ambicioso. Su salto a Inglaterra dejó buenas maneras, un aroma fresco de magia carioca en su figura de nexo de unión entre el centro del campo y la parte ofensiva. Si Coutinho se activaba, el Liverpool rendía. Ecuación sencilla y eficaz que se ha ido repitiendo en las últimas temporadas donde el brasileño no ha dado el salto definitivo. Influenciado por la competencia en su posición, Philippe no acabó de verse con la confianza suficiente para afianzarse como referencia y eso le acabó provocando que Luiz Felipe Scolari decidiese no llevarlo al Mundial de Brasil.

La magia que espera Klopp

En este arranque de temporada, Coutinho brilla, maravilla, enamora y rinde a la perfección aprovechando que el mercado estival ha dejado al equipo red algo exento de talento. El diez juega y hace jugar mientras va sumando exhibiciones estelares como en su duelo ante el Chelsea de José Mourinho o frente al Aston Villa.

Coutinho celebra uno de su goles en Stamford Bridge. Fuente: Liverpoolecho

El recién llegado Jürgen Klopp no dudó en asegurar que una de sus peticiones era la continuidad del brasileño. El alemán es un experto en construir bloques sólidos pero no a cualquier precio y mucho menos a riesgo de perder a su arquitecto. Con una posición más liberada, donde los movimientos del brasileño son mayores y más determinantes, el técnico alemán espera que el ex del Inter sea capaz de asumir la responsabilidad de un equipo que tiene que crecer a marchas forzadas.

En definitiva, Coutinho sabe que más allá de la calidad que atesora en su chistera su equipo necesita que de un paso más y que busque la determinación necesaria en ataque. Tras completar 14 partidos esta temporada anotando tres goles y dando dos asistencias, el binomio que forman Coutinho-Klopp puede ser una de las notas más positivas a final de temporada. No hay más opciones cuando se aproxima el abismo. Sin truco ni cartón, Coutinho debe dar el salto definitivo a la élite sino quiere quedarse como una de las tantas promesas que jamás lograron pasar del simple truco de magia.