El partido del pasado martes que enfrentó a España contra Croacia dejó dos noticias que destacan por arriba del resto. La primera, que España acabará el año como primera de grupo tras imponerse a Croacia (2-3) en un partido en el que acabó pidiendo la hora. Y la segunda, el compromiso y liderazgo que está teniendo Gerard Deulofeu en este inicio de temporada tanto en la selección como en su propio club.

Como si del eslogan de una marca se tratara, Gerard también tiene la suya propia: “Tiene unas calidades fantásticas pero no funciona colectivamente”. En todos los clubs en los que ha estado, siempre se le ha relacionado con una expresión semejante. Uno de ellos fue el mismo Unai Emery, donde en una rueda de prensa dijo: “Tiene unas cualidades increíbles, pero también tiene muchas carencias. Todavía no tiene la madurez necesaria”. Expresiones de ese estilo eran una ida y venida tanto en la ciudad sevillana como en Barcelona, donde ya conocían sus carencias de su paso por la cantera. Muchos han dicho que no era consciente de sus patentes virtudes como futbolista, y que podían quedar en nada sino asumía un mayor compromiso en el apartado colectivo.

Aún así, cuando el jugador llegó a Sevilla el pasado año, sabía perfectamente lo que rodeaba su figura y eso le acabó pasando factura. El jugador era un mar de dudas entre lo que tenía que ser y lo que era. Era un jugador perdido, lleno de indecisiones y ansiedades, donde tenía que demostrar que era el jugador que había deslumbrado en su paso por el Everton la temporada anterior, pero nada más lejos de la realidad. Cada vez que saltaba al Sánchez Pizjuán intentaba demostrar porque se le había fichado. Quería hacer las cosas con sentido, ganarse a su entrenador y hacerse un hueco en la élite, pero no terminaba de funcionar. Estaba bloqueado. Cometía errores que no eran propios de él, sino de un jugador que no disponía de su calidad.

Comenzaba una nueva temporada y todo parecía indicar que su aventura no iba a continuar en España. El Sevilla no estimaba oportuno que continuara en el club, al igual que el Barcelona, donde Luis Enrique le declaraba que no iba a contar con él.

A principios de julio saltaba la noticia, Deulofeu volvía a Liverpool donde ya había brillado dos temporadas antes. Y ya sea por el cambio de temporada, por su regreso a Liverpool, por su liderazgo y compromiso que tiene en la sub-21, o por aquellas palabras de Emery, todo lo malo parece que va quedando atrás. Porque en este momento, Deulofeu está jugando como lo que realmente es: un talento en bruto con algunas cosas por pulir. Sin lastres a las espaldas y con la mente limpia, ante Croacia lideró a una España que por edad es la suya pero por expectativas y capacidad no debería de serlo.

Todo parece indicar, que los aficionados están ante el mejor momento de Deulofeu. Se le ve veloz, ágil y explosivo. Prueba de ello la tienen los aficionados cada fin de semana en el Goodison, donde ya suma un gol y seis asistencias en diez partidos y 484 minutos disputados. En la selección de Celades los números son aún mejores, donde ya El jugador acumula un total de siete goles y diez asistencias entre selección y clubacumula seis goles y cuatro asistencias en otros tantos partidos. Sin duda, datos brillantes que no hacen más que indicar que Deulofeu está volviendo a lucir sus singulares e innatas cualidades. El jugador vuelve a disfrutar jugando y puede hacernos pensar que todavía está a tiempo de ser lo que se siempre se ha hablado de él, un jugador para estar en lo más alto