Inglaterra, cuna del fútbol, ostenta un “récord” poco halagador en el deporte más popular del planeta. Los Tres Leones, campeones del orbe en 1966, son la única selección campeona del mundo que nunca jugó una final de su competencia continental.

La Copa Europea de Naciones, en primera instancia ninguneada por los inventores del juego, se ha convertido en una obsesión para los británicos, deseosos de tener algo que celebrar en el deporte más popular del globo. Sin embargo, las campañas inglesas en las Eurocopas, como en los Mundiales, han traído más lágrimas que alegrías a los aficionados.

Inglaterra 1996: El fútbol volvió a casa para honrar a Gary Lineker

La Isla del fútbol recibió la Eurocopa de 1996 dos años después de perderse la Copa Mundial de Estados Unidos. El balompié volvía a casa, una oportunidad de oro para que Inglaterra renaciera de sus cenizas y regresara al primer plano del planeta fútbol.

El seleccionador inglés, Terry Venables, armó un trabuco con futbolistas de la talla de David Seaman, Gary Neville, Tony Adams, Gareth Southgate, Stuart “Psycho” Pearce, Paul Ince y el estelar tridente formado por Paul Gascoigne, Teddy Sheringham y Alan Shearer.

Los locales abren el telón la tarde del ocho de junio contra una Suiza aparentemente inferior pero, no podía suceder de otra manera, Inglaterra aprovechó ese primer juego para rendir un homenaje a su propia historia. Los más de 76 mil seguidores que se dieron cita en el Viejo Wembley pasaron del delirio al sufrimiento: con menos de media hora de juego, el héroe local de Tyneside, Alan Shearer, adelantó a los Pross. Sin embargo, los suizos empatarían desde el punto de penalti exactamente una hora después, cerca del final, para cambiar las sonrisas en las gradas por ceños fruncidos. Una profecía a la que nadie prestó atención.

Una semana después Los Leones volvieron a rugir. En un clásico británico, Inglaterra recuperó el norte y venció a Escocia. Otra vez fue Alan Shearer el encargado de inaugurar el marcador antes de que Paul Gascoigne se cubriera de gloria con un golazo que dio la vuelta al mundo y resucitó la mística de los duelos entre ingleses y escoceses. El ídolo inglés finalmente se secó las lágrimas que derramó seis años atrás, recibió un pase filtrado, se quitó a un defensa con maestría y definió de volea al primer poste. Un gol tan icónico como su celebración, tendido en el césped sagrado de la catedral, Gascoigne recibió un baño de agua que si bien no era bendita, sirvió para rebautizarlo: “Gazza” estaba de vuelta.

El último juego de la primera fase fue un paseo para la maquinaria británica. Alan Shearer y Teddy Sheringham se repartieron a partes iguales los cuatro goles que le endosaron a Holanda, mientras que Patrick Kluivert recuperó un poco del honor perdido con un tiro penal cerca del final. Los Leones terminaron como líderes invictos del grupo A.

“Siempre gana Alemania”

Nadie es profeta en su tierra, aseguran algunos. De ser así, entonces el legendario goleador inglés Gary Lineker es la excepción a la regla.

Tras una decente primera fase, Inglaterra batalló para dejar en el camino a España, que todavía era “La Furia”. 120 minutos de fútbol no fueron suficientes para separar a ambas escuadras, los penaltis fueron necesarios. Ahí Inglaterra traicionó a su historia y se atrevió a ganar desde los once metros, parecía que el fantasma se había ido.

Y entonces llegó Alemania. La semifinal revivió un clásico del fútbol europeo y mundial, que además era revancha directa de la misma instancia del mundial de Italia. Inglaterra salió a comerse a los alemanes y encontró pronta recompensa a través de Alan Shearer, que terminaría como líder anotador del torneo. El atacante abrió el marcador a los tres minutos con su quinto gol del certamen.

Pero los alemanes no iban a caer sin pelear. Stefan Kuntz igualó los cartones a los 13 minutos y entonces la paridad de fuerzas mandó el juego hasta la última instancia. Shearer inició la serie batiendo a Kopke, Hassler igualó por los alemanes, Platt y Strunz convirtieron, al igual que Pierce y Reuter. Nadie esperaba que “Gazza” fallara… y no lo hizo, pero Ziege emparejó el marcador un minuto después. Sheringham y Kuntz cerraron la serie con sendas anotaciones, la muerte súbita fue necesaria.

Y entonces, las palabras del profeta se hicieron realidad. Gareth Southgate se encaminó al arco y disparó a la derecha de Kopke, el meta alemán adivinó y detuvo el disparo. Todo Wembley contuvo la respiración mientras Möller se dispuso a fusilar a Seaman. Con la sangre fría que se espera de un artillero teutón, dio el tiro de gracia a la ilusión de la nación con un tiro fuerte al centro. Las palabras de Lineker retumbaron en la mente de cada aficionado inglés: “El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once, y siempre gana Alemania".

Holanda-Bélgica 2000: cavar tu propia tumba

Cuatro años más tarde, la selección dirigida por Kevin Keegan, que incluía nombres del calibre de Seaman, David Beckham, Sol Campbell, Tony Adams, Paul Scholes, Michael Owen, Paul Ince y Alan Shearer, inauguró una nueva era de fracasos y decepciones para los Pross.

Dos remontadas sufridas cuando vencían por dos goles a Portugal y superaban por un tanto a Rumanía significaron que los Tres Leones regresaban a casa tras la fase de grupos. La victoria sobre Alemania, aunque balsámica, resultaría estéril, los ingleses fueron eliminados a la primera de cambios.

La aventura parecía empezar bien. Dos goles en menos de veinte minutos del primer juego, contra Portugal, le dieron una cómoda ventaja a los británicos, acaso demasiado cómoda. Luis Figo y Joao Pinto igualaron antes del entretiempo y Nuno Gomes adelantó a los lusitanos al minuto 59. El golpe anímico fue demasiado para Inglaterra que vio como un juego que tenían en la bolsa se le fue de las manos.

Cinco días más tarde, en Charleroi, Inglaterra retomó el rumbo con una simbólica victoria sobre Alemania, que venía arrastrando el prestigio desde dos años atrás. La semifinal del torneo anterior, que había reunido a más de 70 mil seguidores en el Viejo Wembley, dejó el listón demasiado alto para un duelo que resultó gris. Un solitario gol de Alan Shearer significó tres puntos de oro para Inglaterra y dejó a Alemania en terapia intensiva de cara al último juego de grupo.

La debacle inglesa se consumó en el mismo lugar de su triunfo anterior. Rumanía tomó la ventaja gracias a un gol de Cristian Chivu a los 22 minutos; sin embargo los Leones rugieron a través de un penalti convertido por Alan Shearer y un tanto de Michael Owen justo antes del descanso. Dorinel Munteanu empató apenas iniciada la segunda parte y todo acabó de la manera más cruel.

Como cuatro años atrás, la muerte llegaría desde el punto penal. La pena máxima convertida por Ioan Ganea en el último suspiro dio los tres puntos a Rumanía y el billete de avión a los ingleses.

Portugal 2004: Si algo pasa dos veces, seguro volverá a pasar

Inglaterra llegó a la competencia lusitana con una plantilla renovada. Sven-Göran Eriksson reunió a estrellas experimentadas con jóvenes que empezaban a escribir su propia historia. Sol Campbell, David Beckham y Paul Scholes junto a la joven camada de Steven Gerrard, Wayne Rooney y Frank Lampard conformaron una escuadra que prometía grandes cosas.

Inglaterra inició el camino el 13 de junio. Un día antes de la fiesta nacional francesa, los galos festejaron con una sufrida victoria sobre sus históricos rivales. Los británicos se adelantaron por conducto de Lampard, pero la magia vestía camiseta bleu.

Zinedine Zidane apareció con la velocidad de un prestidigitador en los minutos finales. Primero con un soberbio cobro de tiro libre y luego, para no perder la costumbre, sepultó a los Pross desde el punto penal.

Como suele suceder, Inglaterra se recuperó de un inicio turbulento en el segundo partido del grupo. Con autoridad superaron 3-0 a Suiza en un juego en que brilló Wayne Rooney, cuyo doblete le aseguró un lugar en la historia: se convirtió en el futbolista más joven en marcar en una Eurocopa.

Los Leones cerraron la fase de grupos en Lisboa con otra cómoda victoria. Un nuevo doblete de Rooney más anotaciones de Paul Scholes y Frank Lampard significaron el triunfo sobre Croacia, los tres puntos y el segundo lugar de grupo.

En cuartos de final, Inglaterra se enfrentó al anfitrión Portugal en un juego que se convertiría en un clásico en la historia del torneo. Los más de 62 mil aficionados en el Estádio da Luz de Lisboa vieron con asombro el gol de Owen que adelantó a los visitantes apenas a los tres minutos de acción.

Tras 83 minutos transcurridos, cuando parecía que Inglaterra estaba cerca de echar al país organizador, Hélder Postiga apareció para marcar y mandar el juego a tiempo extra. En la prórroga se invirtieron los papeles, Portugal obtuvo la ventaja con un gol de Rui Costa a diez minutos del final. El fin del camino estaba cerca para los Pross, que regresaron a la vida cinco minutos después gracias a Frank Lampard. No obstante lo peor estaba por venir: los penaltis.

Sorprendentemente, David Beckham, jugador de toque y peinado sobresalientes, erró el primer disparo inglés. Deco adelantó a los locales; Owen y Sabrosa no fallaron, al igual que Lampard. Rui Costa, otro genio con el balón, también sucumbió al nerviosismo y falló. Terry, Ronaldo, Hargreaves, Maniche, Cole y Postiga cobraron con maestría. Llegó el turno para Darius Vassell que se achicó ante la enorme figura del meta lusitano Ricardo y erró; el propio arquero terminó la obra convirtiendo su penal. Otra vez Inglaterra volvía a casa con las manos vacías.

Austria-Suiza 2008: La Euro que no fue

El camino al fracaso empezó con la salida de Sven-Göran Eriksson del banquillo inglés. Se especuló con la posibilidad de que Luiz Felipe Scolari, campeón del mundo con Brasil en 2002 y responsable de la más reciente eliminación inglesa de una Euro con Portugal en 2004, tomara las riendas del Equipo de la Rosa. Sin embargo, en un giro de tuerca digno de una película de horror, Steve McClaren fue designado como el nuevo estratega.

Las condiciones en que se dio su nombramiento y la poca ilusión que despertaba en los seguidores le valieron una mala relación con la prensa desde el primer momento, a tal grado que los medios le dieron el apodo “Segunda opción” McClaren. No obstante el inicio del camino fue el esperado: una cómoda victoria 5-0 sobre Andorra.

Los problemas no tardaron en llegar. Un sufrido triunfo por la mínima en Macedonia y un insípido empate a cero ante el mismo rival en Wembley prendieron las alarmas. La derrota ante Croacia como visitantes el 11 de octubre de 2006 sólo ayudó a poner más presión sobre la espalda de McClaren y sus pupilos.

Inglaterra sufrió otro tropezón al empatar a cero con Israel, antes de volver a la senda del triunfo ante Andorra, Estonia, Israel, Rusia y Estonia de nueva cuenta. Sin embargo una derrota en territorio ruso puso en aprietos a los Pross, que llegaron al último juego peleando codo a codo con Rusia.

La pesadilla se hizo realidad el 21 de noviembre de 2007, para que fuera más humillante el escenario fue el Nuevo Wembley. Inglaterra necesitaba ganar a Croacia, algo rutinario en otras circunstancias, o empatar y que Rusia no sumara de a tres en su juego. Nada de eso ocurrió.

Croacia salió a concretar una de las noches más brillantes de su historia futbolística. Feroces e incisivos, se adelantaron al minuto 8 con un gol de Niko Kranjcar, ayudado por el meta Scott Carson. Seis minutos después, Ivica Olic duplicó la ventaja visitante.

En el complemento, Inglaterra, gracias a lo que le quedaba de amor propio y algunas facilidades del colegiado, empató en nueve minutos. Parecía que los Pross recuperaban el rumbo pero fue sólo una nueva ilusión hecha pedazos. El gol de Mladen Petric a 13 minutos del final terminó con el sueño europeo de los británicos. Esta vez la aventura terminó antes de empezar.

Polonia y Ucrania 2012: la historia de siempre

Tras el fracaso de 2008, Roy Hodgson tomó el mando del seleccionado y conformó una plantilla juvenil para el Europeo de Polonia y Ucrania. En la escuadra destacaron nombres como Joe Hart, Ashley Young, Alex Oxlade-Chamberlain, Danny Welbeck y Theo Walcott.

El camino empezó contra unos viejos conocidos: los franceses. Inglaterra tomó la delantera con un gol de Joleon Lescott a la media hora de juego. Sin embargo el gusto le duró poco al Equipo de la Rosa, menos de diez minutos después Samir Nasri igualó los cartones y decretó el reparto de utilidades.

Suecia fue el siguiente rival. Un Ibrahimovic desaparecido no pudo evitar la derrota de los suyos. Andy Carroll adelantó a Inglaterra, antes de que Glen Johnson empatara con un gol en propia puerta. Olof Mellberg dio la vuelta al marcador y Walcott igualó cinco minutos después. Cuando parecía que el juego terminaría en empate, Danny Welbeck se hizo presente y dio los tres puntos a los Leones.

El último partido de la frase de grupos fue ante uno de los anfitriones, Ucrania. Un solitario gol de Wayne Rooney aseguró el liderato del grupo D para Inglaterra que terminó invicta, con un empate y dos victorias.

Italia era el siguiente rival en cuartos de final. El juego fue apretado y no tuvo muchas ocasiones. Sin recurrir al catenaccio puro, Italia se plantó bien en la cancha y llevó el juego hasta las últimas instancias, la pesadilla inglesa: los penaltis.

Mario Balotelli inició la serie de manera inmaculada, Gerrard igualó por los ingleses, Montolivo puso a soñar a los británicos al fallar su disparo y Rooney confirmó la ventaja. “El arquitecto” Piro no erró y acercó a los azzurri, entonces todo se fue por la borda para los de Hodgson. Young falló su tiro, Nocerino le devolvió la ventaja a los italianos, Cole también desperdició su oportunidad y Diamanti le dio el pase a las semifinales a los de la península.

Una vez más, el sueño de Inglaterra terminó desde los once metros. El andar inglés en las Eurocopas tiene más momentos de dolor que alegrías pero, como cada cuatro años, cuando se acerque el momento de que el balón ruede en las canchas francesas, la ilusión de un país que vive, respira y come fútbol renacerá… como esperan que renazcan sus Tres Leones.

VAVEL Logo
Sobre el autor