Y fueron tres, pero pudieron ser por lo menos cinco, si Marchisio y Vucinic no hubieran enviado al larguero sendos remates. Aquella Roma entrenada por Luis Enrique, perdió a Stekelenburg en los primeros minutos, lo que facilitó el resultado. La de hoy de Zeman, ni con tres jugadores más obre el campo habría podido parar al huracán Juve.
El Juventus Stadium contribuyó con un ambiente de gala y le hizo pagar a Zeman sus continuas salidas de tono contra la Vecchia Signora. Al entrenador romano, se le castigó desde la tribuna con cánticos, abucheos y coros y desde el terreno de juego, con una primera parte para enmarcar, sacando a relucir las mejores cualidades de los campeones de Italia.
Zeman se la jugó con el tridente ofensivo formado por Totti-Lamela-Osvaldo, pero la fragilidad defensiva de su defensa le costó caro. Tanto que a la media hora, Balzaretti pagó los platos rotos de la goleada y fue sustituido por Marquinhos. Demasiado tarde para arreglar algo.
A los once minutos Pirlo abría la lata con un gran lanzamiento de falta, que pasaba por debajo de las piernas de Burdisso. Sin casi asimilarlo, la Roma se encontró el segundo en contra, solo cinco minutos después, cuando Vidal trasnformaba un penalti cometido por Castan, que despejó con el brazo dentro del área un disparo de Matri.
El propio Matri se encargaba de destrozar al conjunto romano, solo tres minutos después, tras finalizar dentro del área, una asistencia perfecta de Vidal, que dejaba en el punto de penalti al delantero italiano, que no perdonó ante Stekelenburg y volvió a reencontrarse con el gol.
La Roma se encontraba en coma y la Juve parecía un perro rabioso en busca de su presa. Conte decidió dar descanso a los dos laterales titulares (Lichtsteiner y Asamoah), por Cáceres y De Ceglie que cuajaron un buen partido. Arriba, Quagliarella y Giovinco se quedaron en el banquillo, víctimas de las continuas rotaciones del entrenador italiano en la parcela ofensiva.
Tras la reanudación el partido perdió intensidad por parte bianconera, quizás pensando en el encuentro del martes ante el Shakthar. El bajón de los romanos, permitió que la Roma se fuera creciendo con el paso de los minutos, aunque sin apenas peligro.
Destro y Perrota entraron por Totti y Tachtsidis y los giallorosi ganaron en llegada al área de Buffon. A los 69 minutos, Bonucci hizo pantalla sobre Destro dentro del área y Rizzoli pitó penalti. Osvaldo no falló y la Roma recortaba distancias.
Pero solo fue un espejismo, porque aunque los de Zeman ganaron metros y presionaron muy arriba a la Juve, la falta de creatividad ofensiva impidió aportar mayores problemas a la zaga bianconera. Lamela estuvo más pendiente de batallar y protestarle al árbitro que de crear y ahí la Roma perdió tenacidad y fantasia.
Carrera dio entrada a Asamoah, Giovinco y Pogba por Marchisio, Matri y De Ceglie y el partido se fue consuminando con el paso de los minutos sin oportunidades clara. La única acción a destacar fue la del cuarto tanto que cerró el partido.
Barzagli recuperó un balón en su campo y tras hacerle un sombrero a Taddei, cabalgó velozmente hacia la portería de Stekelenburg, que anteriormente le había sacado dos manos impresionantes a Vucinic. Tras llegar a la frontal, Barzagli le puso un balón al hueco a Giovinco, que tras romperle la cintura al portero holandés, envió el balón a la red para hacer enloquecer al Juventus Stadium.
La celebración con lengua incluida del "12" bianconero, hizo recordar a la leyenda de Alessandro Del Piero, que por primera vez en 19 años no estuvo presente en un duelo ante los romanos. Con la victoria, los bianconeros suman 16 puntos de 18 posibles y se mantienen en lo alto de la tabla, a esperas de lo que haga mañana el Nápoles. La Roma se queda con la mitad (8) y con la sensación de haber vuelto a ser un juguete roto en las manos de un niño.