Dijo Julen Lopetegui en la rueda de prensa previa al partido que enfrentó a su Oporto con el Varzim en la Taça de Portugal que su rival era “un equipo con alma y personalidad”, justo lo que le faltó al partido. El Oporto comenzó el partido con la actitud del equipo que aterriza en un campo de segunda división y juega ante una afición de Champions League. Los primeros minutos de juego estuvieron marcados por la posesión inocua del Oporto en su propio campo. La principal novedad fue la suplencia de Casillas, recordando sus tiempos de madridista en los que descansaba en los partidos de Copa del Rey, en beneficio del tan mítico como veterano Helton, capitán del equipo.

El Oporto comenzó a estirarse liderado en ataque por un casi debutante Bueno, uno de los más activos durante la primera mitad. Al ex del Rayo se le trajo para marcar goles, quien sabe si para sustituir a Jackson. A los 20 minutos no marcó y en ausencia de goles, asistencia. Entre españoles iba la cosa. Pase brillante de Bueno y Tello, solo ante Silva, envió con su pierna derecha el balón al fondo de la red.

Minutos después avisó por primera un cada vez menos tímido Varzim, tras un irregular remate de Dantas que atajó cómodamente Helton. Los últimos 15 minutos estuvieron marcados por los fueras de juego por parte de ambos equipos: Nelsinho, Varela, Martins Indi y Adilson. Además, una tarjeta amarilla que vio Layún tras una falta innecesaria y un dominio estéril del Oporto sobre un rival inferior. Nada más en la primera mitad.

Los últimos 45 minutos del partido empezaron para el Oporto con la incertidumbre de cuantos goles más marcarían o en qué momento del juego comenzarían a especular con el resultado y se verían empatados por el Varzim. El partido osciló entre ambas posibilidades. El Oporto controlaba fácil ante la impasibilidad de su rival, que esperaba atrás. A juzgar por el planteamiento daba la sensación de que jugaban rezagados por pura vagancia, pues apenas se les veía con intenciones serias por salir al contragolpe.

La lupa estaba puesta en Bueno, el canterano del Real Madrid fue quien más garra y empuje le puso al partido. Algo parecido a cuando un canterano debuta en un grande a falta de 10 minutos para que termine un partido ya sentenciado ante un equipo humilde. Pero es muy difícil cuando tu equipo no le pone ganas, y el rival al que te enfrentas aún le pone menos. En el minuto 60 del encuentro Lopetegui introdujo su primer cambio: Varela por Danilo Pereira, o lo que es lo mismo, un atacante por un centrocampista defensivo. Si aún había dudas sobre cómo iba a plantear los minutos finales de la segunda mitad el Oporto habían sido, aún más si cabe, despejadas.

Los de Lopetegui seguían dominado. Aunque los datos de posesión les diesen poco más de un 60% daba la sensación de que el Oporto era el propietario total de la pelota. Y de Helton seguía sin saberse nada. El momento más emotivo del partido no fue el comienzo del encuentro, ni el gol de Tello, ni la intensidad de Bueno, ni el raquítico planteamiento del Varzim. En el minuto 73 el centrocampista Evandro, más de uno se dio cuenta en ese momento que había estado en el campo, dejo su lugar al talentoso André André, ex futbolista del Varzim. Los aficionados, lo mejor del equipo, le brindaron una sonora ovacion a uno de sus hijos prodigos.

En los minutos finales Osvaldo (sí, también jugó) realizó un par de disparos sin mayor peligro ante la meta de Silva. El guion seguía siendo el mismo, el resultado también. Ya en los instantes finales del encuentro se produjo el momento más morboso. Porque si ya de por sí fue emocionante ver a André André regresar a su casa, aún mas lo fue verlo marcar el gol definitivo en los últimos minutos del encuentro, dando la clasificación al equipo que le paga y clavando la estaca al equipo que ama.

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