En boca de muchos entrenadores jugar en el Turk Telekom Stadium de Estambul ante el Galatasaray es lo más parecido a conocer el infierno en vida. Antes de que el árbitro iniciara el partido el Benfica ya había marcado el primer gol. Apenas tardó 100 segundos en apagar el incendio el futbolista más talentoso sobre el terreno de juego: Nico Gaitán. Jonas fue el más listo de la clase y aprovecho una ingenua falta cercana al área turca para asistir, casi instintivamente, al argentino que picó la pelota, con una enorme calidad, ante la salida de Muslera.

Durante los primeros minutos del encuentro tan solo dos personas, un brasileño y un argentino, bastaron para silenciar a la ferviente afición del Galatasaray. Pintaba fácil para el cuadro lisboeta. Muy poco duró esa sensación. El gol de Gaitán marcó una diferencia entre los ánimos de antes del partido, el silencio tras el gol y la activación instantánea. El Galatasaray comenzó a jugar en el minuto 2. Y así llegaron los disparos de Sneijder y Podolski, la presión en bloque de los once turcos y el ahogo del club portugués

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Dicen que a la tercera va la vencida, y en la tercera ocasión el Galatasaray encontró su premio. André Almeida cometió un claro penalti al tocar el balón con el balón con las manos y Selcuk Inan no desaprovechó la oportunidad. La afición turca había despertado. El equipo también. El Benfica estaba dormido, daba la sensación de que de los 20 primeros minutos, solo había disputado 2. 15 minutos después el veterano alemán Podolski marcó el gol de la noche, que pinchó de forma extraordinaria un excelente balón bombeado por Chedjou desde 40 metros, para batir por bajo a Julio Cesar. Antes tan solo había avisado el Benfica con un disparo inofensivo de Gaitán, ¿quién más podía ser?

Al descanso se llegó con la amonestación de Kisa. El Galatasaray no es que jugará bien pero es que su rival jugaba peor. Los turcos estaban cómodos en el partido siendo sostenidos por una defensa seria, liderada por el africano Chedjou. Como una botella de coca cola el Benfica había ido perdiendo el gas a medida que pasaban los minutos, los lisboetas parecían pedir a gritos el descanso. Lo consiguieron.

Se reanudó el partido con los mismos futbolistas sobre el terreno del juego, mismo resultado y mismo ambiente en la grada. Y fue increíble que esto no cambiara en los primeros minutos de juego. La estrella del Galatasaray, el centrocampista Sneijder, disparó al palo de la portería defendida por Julio Cesar, tras un rechazo de Jardel. Fue la suerte que tuvo Gaitán y que le faltó al holandés.

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No fue cuestión de suerte sino de veteranía el paradón de Júlio César al disparo a bocajarro de Bulut. Seguía advirtiendo el Galatasaray, seguía dormido el Benfica. ¿Quién podía despertarlo? Solo uno. Nico Gaitán disparó a la derecha de Muslera y el uruguayo atajó en su mejor intervención del partido. Fue solo un espejismo de lo que pudo ser pero no fue. Cinco minutos después Podolski, que está recuperando su mejor nivel en tierras turcas, disparó con un obús peligroso que a pocos centímetros estuvo de dilapidar al Benfica.

En los 15 últimos minutos entró Andrade, el joven futbolista debutaba con la responsabilidad de ser un clavo ardiendo para su equipo. No marcó, ni reactivó a su equipo, pero nada más entrar vió una tarjeta amarilla. Y de nuevo Podolski, de nuevo, la escuadra y, de nuevo, a unos centímetros. La réplica la tuvo Mitrouglu, y como antes, fue solo un espejismo. Porque en la jugada posterior estuvo cerca de marcar el Galatasaray.

En los últimos cinco minutos del encuentro el Benfica apretó el acelerador, 83 minutos después del inicio del partido. Más por inercia que por juego. El final fue el esperado, a tenor de lo visto. Un córner que no pudieron aprovechar los lisboetas y primera derrota en su grupo de la Champions League. Una derrota dulce dentro de lo que cabe, pues nada cambia para los lisboetas. Los líderes del grupo.

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