Algo que entraba dentro de lo posible como la derrota del FC Porto frente al Chelsea, y su consiguiente eliminación de la UEFA Champions League, ha provocado las iras de un amplio sector de la afición de los dragões. Tal fue el enfado de la afición que un grupo de seguidores acudió a recibir al equipo al aeropuerto Sá Carneiro con gritos e insultos dirigidos a Julen Lopetegui, que no a sus jugadores, señalando de este modo al culpable del pobre desempeño, en su opinión, del equipo en las dos temporadas que el técnico vasco lleva al mando del equipo. Este hecho, lejos de ser un incidente puntual, provocó que el mismo Pinto da Costa, el gran valedor del técnico de Asteasu, lo confirmaba categóricamente al frente del equipo pocas horas después.

También confirmó en su cargo varias veces la directiva del Valencia a Nuno Espirito-Santo, hasta que los cánticos, la tensión generada en el entorno y, evidentemente, la sucesión de malos resultados del club precipitaron su salida del banquillo valencianista. Al igual que Lopetegui a Oporto, Nuno llegó a Mestalla como apuesta personal de su presidente para dirigir su millonario proyecto, no solo por el dinero invertido en confeccionar la plantilla sino también para sanear la abultada deuda que arrastraba el equipo che. Las dudas y el recelo que se originaron a su llegada, lamentablemente para él, nunca acabaron de disiparse y el entrenador lusocaboverdiano ni siquiera pudo superar a su primera crisis prolongada en el banquillo.

Aunque Lopetegui todavía se mantiene en el cargo –de hecho lidera la liga y sigue vivo en cuatro competiciones-, y la dimensión del FC Porto en Portugal es muy superior a la del Valencia en España, el nombramiento y la trayectoria de ambos técnicos comparte una serie de paralelismos bastante curiosos, más allá de ser una inesperada apuesta por parte de sus principales dirigentes y de la alargada sombra de Jorge Mendes en ambos fichajes.

Con el paso del tiempo parece evidente que ambos entrenadores se han visto sorprendidos por la dimensión de los equipos al frente de los que han puesto

Si la afición del Valencia pasa por ser una de las más exigentes (y según muchos, impacientes) de España, el FC Porto es el gran bastión, y no solo deportivo, que se enfrenta al centralismo capitalino de Benfica y Sporting. En la Invicta la presión por ganar es enorme, y ni siquiera la conquista de títulos sacia la exigencia de una afición, habitualmente necesitada de fijar la vista en las orillas del Tajo que, frente a la retahíla de títulos que presenta el indiscutible dominador del fútbol portugués en los últimos treinta años, conserva la mística de su historia, la tradición y el favor de la mayoría de portugueses.

Desde España no se aprecia la grandeza que tienen Benfica, FC Porto o Sporting. Desde Portugal, de hecho, se quejan merecidamente de que los clubes y los medios de comunicación españoles los miran por encima del hombro (como se pudo comprobar en el pasado sorteo de octavos de final de Champions League). A ojos españoles, y pese a sus títulos europeos, el FC Porto es poco más que un club que vende bien. Cuando jugadores y entrenadores españoles cruzan la frontera, se ven sorprendidos por la enorme importancia de los tres grandes y lo que mueven a nivel mediático, de exigencia deportiva y presión social. Pocos son los jugadores españoles que han tenido, o mantenido, un rendimiento regular en su etapa en Portugal, muy pocos. Y el desconocimiento de la realidad de Portugal y del fútbol del país vecino tienen mucho que ver en esa no consecución de los objetivos previstos.

Pese a su experiencia como jugador en España, tampoco Nuno y sus asesores tuvieron en cuenta que Valencia no es una plaza sencilla, que Mestalla exige un proyecto futbolístico en el que los resultados son el fin pero no el único medio que desean los aficionados. Su experiencia al mando del Rio Ave (relativamente potenciado por jugadores de Gestifute) no representaba un bagaje suficiente para ganarse la confianza de una afición recelosa por el la fulgurante llegada de Peter Lim en un país que ya no se fía de los proyectos de magnates extranjeros.

Foto: Record
Foto: Record

En un equipo cuyo scouting es una referencia mundial, Lopetegui y su equipo técnico optaron por rodearse de jugadores de su confianza (españoles o con experiencia en la Liga Española) Todos ellos jugadores con cierto nombre, de perfil medio-alto, pero en ningún caso jugadores determinantes que, además, tampoco tenían muy claro las dimensiones del equipo al que se estaban incorporando. Todos pensaban que la portuguesa era una competición amable, de nivel medio-bajo en la que su calidad les valdría para brillar y, de este modo, revalorizarse en el mercado. Viendo lo que había sucedido con otros jugadores, Oporto parecía el camino más corto para ganar títulos y, quizá, volver a España con otro estatus deportivo y económico. La realidad es bien distinta, por supuesto.

Nuno y el Valencia optaron por el mismo procedimiento, jugadores con experiencia en la Liga Portuguesa o tutelados por Gestifute, y al igual que en el caso anterior, no eran tampoco jugadores de primer nivel. Pero Valencia no es Vila do Conde, ni siquiera Mónaco. Si el equipo (más allá de Lim) invierte veinticinco, treinta, cuarenta millones de euros en un jugador, la exigencia es inmediata. La paciencia se tiene con un jugador de la, por otro lado, excelente cantera valencianista. Los jugadores que llegan a precio de estrella deben plasmarlo en el campo.

En este caso las cantidades invertidas por Lim/Valencia son sensiblemente superiores a las gastadas por el FC Porto, pero se debe tener en cuenta que el magnate singapurense llega al mundo del fútbol con el dinero como presentación, y a las orillas del Duero se ha invertido (mucho) más dinero en jugadores desde la llegada del entrenador vasco que en años anteriores. No hay duda de que los resultados de uno y otro no están acordes ni a la inversión ni, mucho menos, al objetivo con el que se hizo dicha inversión.

Estilo de juego y filosofía

Después de año y medio en la Invicta, los aficionados del FC Porto todavía no tienen muy claro cómo juega su equipo. Pinto da Costa fichó a Lopetegui buscando implantar el estilo español en un equipo que presentaba un modelo más pragmático basado en la presión, el empuje, la efectividad. Actualmente el FC Porto no ha acabado de adquirir los movimientos de su nuevo técnico, ni tampoco despojarse del todo de su ADN tradicional. Los resultados tampoco llegan, ya no con la contundencia de la época del "tetra" con Jesualdo Ferreira o el triplete logrado con Villas Boas, sino que equipos modestos como Arouca o Tondela dificultan muchísimo los partidos a los dragones, de tal manera que muchos son los que echan de menos una época más gris en el juego como la de Vítor Pereira que, en cambio, sí tuvo el éxito de los resultados a nivel nacional.

Nuno no llegaba con una propuesta definida de juego. En Vila do Conde optó por un equipo de corte 'mourinhista': equilibrado, vertical y con mucho despliegue físico. En Valencia ni siquiera logró dotar al equipo de un estilo reconocible, y los aceptables resultados de su primer año no acabaron de convencer a sus aficionados que veían como eran capaces de ganarle a cualquier equipo en una buena tarde, pero también de perder con cualquier con una apuesta conservadora que, una vez que perdió el sostén de los resultados, se vino abajo como un castillo de naipes.

Relación con la prensa

Mientras Nuno mantuvo durante toda su etapa valenciana un papel discreto (su modélica rueda de prensa de despedida es buena muestra de ello), incluso en los peores momentos con su tono de voz pausado, casi lánguido, mostrándose agradecido de poder entrenar al Valencia CF, Lopetegui ha mantenido un discurso agresivo pero de carácter defensivo, necesitado de justificación ante un entorno que no conocía sus méritos para entrenar al FC Porto.

Ninguna de los dos actitudes ha acabado beneficiando a ninguno de ellos, a Nuno se lo comieron desde el primer momento, Lopetegui  cree que toda pregunta que cuestione sus planteamientos no es procedente y reacciona de forma acalorada. Aunque considere que el entorno es hostil, tendría que saber que otros técnicos no contaron con el férreo apoyo del propio Pinto da Costa que, tras derrotar al penúltimo de la tabla a mitad de diciembre, dejó bien claro uno de los grandes déficit del entrenador español: “Lopetegui no está aquí para ser simpático sino para entrenar”. El hasta cuando lo dictarán, ya no solo los resultados, sino los títulos.