Guus Hiddink se convirtió, junto al oligarca Suleyman Kerimov, Roberto Carlos y Samuel Eto’o, en uno de los estandartes del joven proyecto futbolístico del Anzhi Majachkalá. Quince meses después de desembarcar en el Daguestán, una de las zonas más conflictivas del Cáucaso ruso, el entrenador holandés abandona el barco amarillo. Lo hace habiendo consolidado al club como uno de los mejores del país y sin haber alcanzado aún ningún título -el pasado año, perdieron la final de la Copa de Rusia contra el CSKA y fueron terceros en liga- ni la ansiada clasificación para la Champions League. Hiddink, que renovó hace algunas semanas tras anunciar su retirada meses antes, anunció su dimisión en una tarde marcada por las especulaciones sobre el relevo de Tito Vilanova en el banquillo del Barça, hecho que suscitó rumores acerca del posible interés del conjunto azulgrana en él.

“No ha sido una decisión fácil. Siempre dije que mi misión en el Anzhi terminaría cuando la entidad pudiera crecer sin mi”, con estas palabras Guus Hiddink ha justificado su dimisión. El técnico holandés es un verdadero trotamundos de los banquillos europeos. Arrancó en el De Graafschap de su país en 1982 y a lo largo de su carrera ha entrenado a PSV Eindhoven, Fenerbahçe, Valencia, Real Madrid, Betis y Chelsea, además de las selecciones nacionales de Holanda, Corea del Sur, Australia, Rusia y Turquía, para acabar dirigiendo el macroproyecto de Kerimov en el Anzhi Majachkalá. Tras su llegada en febrero de 2012, el club ruso se clasificó para competición europea, tras un gran tramo final de temporada, por segunda vez en su historia. La solvencia defensiva, protípica en el Anzhi de Hiddink, hicieron del equipo daguestaní uno de los más solventes y competitivos de la zona exsoviética. Ya en la campaña 2012-2013, y gracias al desembolso en fichajes del oligarca mecenas de la entidad, el conjunto de Majachkalá dio un salto de calidad y peleó hasta las últimas jornadas por el título. A la postre, Eto’o y compañía se quedaron a las puertas de la clasificación para la Champions.

Hiddink, que condujo al PSV a unas semifinales de Champions y a Corea a unas semifinales de Mundial, dimite como entrenador del Anzhi a los 66 años y tras haber arrancado con mal pie la temporada. En la primera jornada, el club de Majachkalá igualó a dos ante el Lokomotiv de Moscú después de remontar un 0-1 en contra y que Eto’o errara un penalti en el último minuto. En la fecha anterior al anuncio de Guus, el conjunto daguestaní perdió contra el Dinamo por 2-1. El Anzhi jugó con 10 desde mediados del primer acto y pese a empatar en el 85’ recibió un gol de penalti en el descuento. El mal arranque de campaña es un fuerte mazazo para el equipo que tras la inversión de 50 millones en futbolistas se perfilaba en el principal candidato al título liguero.  

La carrera de Hiddink está estrechamente ligada a Rusia. Como seleccionador fue el artífice del buen papel de la Eurocopa 2008 en la que el combinado nacional accedió a las semifinales. Gracias a los Arshavin, Pavlyuchenko y compañía, el país exsoviético se hizo un hueco en el panorama futbolístico mundial. Aquella buena actuación a nivel continental confirmó el buen nivel del balompié nacional tras el triunfo del Zenit en la Copa de la Uefa 2007-2008.

Con la salida de Roberto Carlos, actual entrenador del Sivasspor turco, la de Hiddink y la posible marcha de Eto’o en verano -finaliza contrato- el Anzhi queda huérfano de sus principales y primeros embajadores al mundo. Desde que el técnico holandés tomó las riendas del equipo Suleyman Kerimov ha invertido en incorporaciones más de 130 millones de euros (Willian 35, Samba: 14+11, Lacina Traoré 18, Kokorin, 19, Denisov 15, etc). Si bien con la dimisión de Hiddink el modelo de club no varia si lo hace en espíritu por la salida de uno de los símbolos de una entidad de por sí con escasa identidad y tradición. Desde mañana mismo René Melensteen, asistente de Hiddink desde hace pocas semanas, asumirá el cargo de primer entrenador. Ha dirigido a Al-Ittihad, Al-Sadd y al filial del Manchester United.