Con el pase a octavos de final a tiro de piedra, el Waregem se enfrentaba al Rubin Kazan con nada que perder y mucho que ganar. El humilde club flamenco, cuarto en su liga, haría historia si la victoria o el empate se confirmaban. Aquel sueño tan real se convirtió en una utopía nueve minutos antes de que el árbitro diera el pitido final.

Con el resultado en contra, los Essevee no dejaron de pelear. Un gol hacía que el Maribor ocupara su lugar en la clasificación, el segundo puesto. El nerviosismo se apoderó de los de Dury, los errores defensivos provocaron que el delantero venezolano del Rubin, Rondón, pudiera hacer de las suyas en zonas comprometidas para la defensa y para el guardameta. Para no destripar la historia antes de empezar a contarla se puede decir que lo que era una realidad se tornó en una auténtica desilusión.

El primer tiempo comenzó sin demasiadas ocasiones, una primera toma de contacto que duró hasta el ecuador de éste. Compases iniciales aburridos en los que parecía mandar el Rubin Kazán. La expectación primera de la hinchada local empezaba a decaer, cambiando los coros por bostezos. En los estertores de la primera mitad, los locales parecieron despertar de su letargo prolongado, el pequeño de los hermanos Hazard, Thorgan Hazard, animó un partido que más que clasificatorio pareció amistoso.

En corto, la primera parte finalizó tediosa. Locales y visitantes estuvieron igualados, tanto en ocasiones como en posesión aunque quizá los rusos hicieron más por dejar un buen sabor de boca a sus compatriotas desplazados hasta tierras limítrofes con el noreste de Francia. El francés Maringa y el israelí Natkho pusieron la sal a un estofado muy, muy soso. El partido no lo requería ya que un empate servía a ambos, pero en un choque de tal calibre y más en una competición europea se requieren unos mínimos de competitividad.

La segunda parte estuvo mucho más trabajada, con un esquema bien marcado y, en consecuencia, una viveza que los espectadores agradecieron con vítores. El Regenboogstadion era una fiesta, aunque la entrada para nada fue desmesurada. Rondón entró en el campo por el central azerí Abishov, un completo acierto de Berdyev. El caraqueño dotó al encuentro de una especial chispa y un continuo estado de alerta en los zagueros belgas.

Las ocasiones no tardaron en llegar de mano del ex del Málaga. Colpaert y D’Haene no estuvieron finos en un par de ocasiones que propiciaron un peligro innecesario para su portero, Bossut. ElRubin Kazan es cabeza de serieSuerte que el sudamericano recién ingresado en el terreno de juego no tenía afinado el disparo a portería. El partido seguía estando equilibrado, varias ocasiones para los tártaros y otras muchas para los de Waregem, que, guiados por Hazard, Malanda y Sylla, se abrían paso entre la espesura que supuso el primer tiempo.

A partir del minuto 58 las ocasiones para los locales fueron muy cuantiosas. El guineano Sylla luchó estoicamente con César Navas, zaguero español del Rubin. No es un fijo en la alineación de Dury pero su entrega en el partido de hoy es para quitarse el sombrero pese a que su técnica y en general su calidad no es tan sorprendente como la de Hazard, que parece va a seguir los pasos de su hermano Eden. Otro jugador al que echar el ojo en este Zulte-Waregem copado de mancebos es Malanda. Medio centro propiedad del Wolfsburgo y con unas cualidades sorprendentes para sus 19 años. Pese a jugar en una posición poco vistosa, su ímpetu le hace caer a los extremos y a posiciones de medio centro ofensivo, incluso en la selección ha llegado a jugar de defensa. Un chico muy polivalente al que pronto le lloverán ofertas de los grandes europeos.

El partido empezaba a tener tintes de partido importante y no de pachanga entre belgas y soviéticos. Rondón y Mavinga conectaban perfectamente en la zona de tres cuartos y Malanda intentaba sorprender a Arlauskis aunque sin mucha fortuna. El Rubin Kazan no se quedaba satisfecho con un socarrón empate y sus continuas embestidas pusieron en peligro la continuidad de los flamencos en la competición. La rivalidad empezó a ser patente y las tarjetas amarillas comenzaron a salir del bolsillo del árbitro de la contienda.

Corría el minuto 77 cuando, entre cánticos del respetable, el defensa local Ruplus cometía una falta en la línea del área pequeña. Todo parecía apuntar a que la infracción se quedaría en libre directo, sin más punición, sin embargo, Paolo Mazzoleni señaló penalti. Fue Nathko quién transformó desde los once metros, engañando al cancerbero. Las peores pesadillas de los aficionados se hacían realidad. El pase a octavos se complicaba sobremanera y si en diez minutos no se conseguía el empate todo el trabajo realizado durante la fase de grupos se iría al traste.

El hermano pequeño de los Hazard

Los cambios no se hicieron de rogar, los hombres de ataque se multiplicaron y los más retrasados, adelantaron posiciones, corriendo el riesgo de no llegar a tiempo de frenar los posibles contraataques. El partido cayó en la anarquía, las prisas llegaron súbitamente y la necesidad de poner centros al área se convertía en el único objetivo de los jugadores del Zulte. Una mala decisión de Hazard acabó por condenar definitivamente a los belgas. Su disparo lateral desesperado impactó en el muro de Las gentes del Volga. Un pase largo desde atrás llegó a Rondón quien driblando con dificultad a Colpaert se puso delante del portero. Un suave toque por encima de su cabeza bastó para poner el segundo en el casillero y frustrar las esperanzas belgas.

Las intentonas de Sylla y Naessens no sirvieron de nada, en tres minutos la cosa no iba a cambiar, de hecho, a punto estuvo Kuzman de colocar el tercero en el luminoso. El partido moría con las caras de abatimiento de jugadores y público, en una jornada triste para los asistentes locales que quedan apeados de la competición y feliz para los pocos visitantes, que pasan a la siguiente fase como cabezas de serie.

Fuente de las imágenes: uefa.com y espn.com.