Con la vitola de único club andaluz en la categoría y el peso de 12 años sin tener representante sureño en la máxima categoría, arribaba el Jaén Paraíso Interior al escalón donde se inscriben los de más fina técnica. Venía haciendo 14 años, por otro lado, que Jaén no se situaba en la élite del panorama futsalístico español y el retorno, aunque con dificultades económicas (aprovecharon una moratoria de la LNFS), se consolidó.

El bloque que consiguió el ascenso se mantuvo salvo algunos retoques: se marchó Solano y llegaron Jorge Bellvert o Juan Puertas. Aunque la seña de identidad, por encima de todo, era impregnar la plantilla del aroma jiennense. Hasta ocho jugadores de los 15 disponibles por Daniel Rodríguez eran originarios de la tierra del aceite. Si se cuenta al técnico, nueve. Aquella sensación de pertenencia fue uno de los objetivos de la directiva: trasladar el nombre de la provincia por todo el territorio ibérico que, gracias a la contribución de la Diputación de Jaén, se hizo posible.

Además, las sonrisas no cesaban, amontonándose unas detrás de otra. Había pista nueva, de parqué similar al que se instala en algunos pabellones de la NBA, por lo que el motivo de alegría era doblemente satisfactorio. Falta hacía en una edificación que se construyó en 1975 y que desde entonces no ha asumido apenas cambios en su estructura (la última databa merced otro ascenso, esta vez a Segunda División, en el año 2010). Era un comienzo más que atrayente para afición, junta directiva y equipo. Una vez instalado el nuevo suelo de madera parecía que el pabellón brillaba sólo por los reflejos que atravesaban las ventanas.

Arranca la LNFS

Lo que era expectación se tornó en decepción en el primer encuentro. En un lance de juego frente al primer rival que visitaba La Salobreja, Umacon Zaragoza, Dani Martín sufrió un mal apoyo y el ligamento anterior cruzado de su rodilla izquierda quedó roto. No se escuchaba respiración alguna sobre la pista. Más tarde, las pruebas revelaron que el que era el mejor jugador de la plantilla andaluza, por electricidad y pegada (había conseguido 20 goles en la pretemporada), causaría baja para el resto de la temporada. No se disfrutó este primer encuentro pese al empate a cuatro y el botín del punto final.

Dada la premura de la situación, la directiva jienense fondeó el mercado en busca de un recambio (con el permiso de la Liga) que no debutaría hasta la undécima jornada y que respondía al nombre de Yoni. Al equipo jiennense le quedaban diez citas con una plantilla que ya se antojaba corta de por sí antes del comienzo de la competición, pero que ahora necesitaba recurrir al filial (al juvenil Sergio Cobo) para cubrir al menos las plazas del banquillo. El golpe anímico se acusó y se sucedieron algún mal resultado (el Barça estaba de por medio, era comprensible) hasta que en la sexta jornada el equipo de Dani Rodríguez consiguió su primera victoria en Primera División con el que, a la postre, sería el equipo descendido a final de año, el Colegios Arenas Gran Canaria.

Con bastante compostura, el equipo rayó a un buen nivel ante rivales superiores como Magna Navarra o Peñíscola Bodegas Dunviro e incluso asombró con despliegues de buen juego frente a Marfil Santa Coloma, todo un histórico, o Burela. Cerró la primera vuelta con un bagaje de 11 puntos sobre 42 posibles (repartidos en tres victorias y dos empates), aunque las sensaciones propinaban grandes augurios de cara una posible permanencia. Desde el equipo, sin embargo, el único discurso que se escuchó fue el de pelear en la pista. Nada más. Las estadísticas eran lo de menos: encajaban más goles (51) de los que metían (33), pero ya se erigían por entonces los que serían los dueños del tanteo en los amarillos. Lolo Jarque consiguió diez tantos en esta primera vuelta, cuatro más que Emilio (Jorge Bellvert, por su parte, sorprendió con cinco y como pieza fundamental en el arranque).

Comienza la segunda vuelta

Si bien el término de la primera ronda no había sido el esperado (tres derrotas consecutivas contra ElPozo Murcia, Azkar Lugo y Hospital Llevant Manacor), una victoria aguardaba en el reenganche: Umacon Zaragoza sucumbió por 1-2 en el siglo XXI. Los triunfos daban al Jaén Paraíso Interior un aroma a desahogo y orgullo, como si cada punto fuera un pequeño baldosín que se encajaba hacia la permanencia. Siempre aderezado con sufrimiento porque un éxito sin sufrimiento no se disfruta de la misma forma.

En esta segunda vuelta, paradójicamente, se vivió más que nunca la idiosincrasia del equipo jiennense, que hizo un ejercicio de optimización de los goles excepcional. Anotaron, a lo lardo de los segunda tanda de encuentros, menos que en la primera (26), pero también recogieron menos pelotas de su portería (36). Con resultados cortos y aguerridos, los andaluces consiguieron sumar 17 puntos (seis más que en la primera vuelta), lo que evidenciaba una mejoría respecto a la etapa pretérita. Y lo de resultados cortos no es que sea un concepto escrito sin razón, sino que es un hecho consumado. Se lo explico: de los 28 partidos en los que ha participado el Jaén FS esta temporada en Primera División, en 12 (es decir, el 42,8%) ha dejado al equipo contrario con dos o menos goles. Eso, optimización.

Sólo el FC Barcelona Alusport se quedó sin encajar goles provenientes de la capital del Santo Reino. El resto se llevó, como mínimo, uno a modo de souvenir. Todos los integrantes del plantel engrosaron su cuenta goleadora en alguno de los partidos acaecidos. Fue especialmente Yoni el que mejor regusto dejó en esta faceta durante la segunda parte del campeonato, cuando concluyó con seis tantos (más uno de la primera vuelta). Su paso por Jaén siempre estuvo repleto de tesón y lucha hasta tal punto que la comodidad que sintió fue correspondida con el aliento de la grada, de la que se despidió con una carta de hasta luego. Las dos últimas victorias en Lugo y ante Manacor potenciaron el dulce sabor de terminar con clasificación de décimo, la altura a la que más alto se estuvo durante la campaña.

Quién fue quién en el Jaén Paraíso Interior

Sergio de Pablos: apenas jugó un partido desde el banquillo y encajó dos goles. Su papel esta temporada estuvo centrado en fomentar el colectivo de un equipo que pasó situaciones complicadas en alguna fase de la temporada. Es uno de los veteranos y piezas potentes en el vestuario.

Juan Carlos Ordóñez: debutó en Liga como titular y frente a Hospital Llevant Manacor para cerrar la temporada con una derrota plácida en el marcador (4-0), pero atareada en su desarrollo. El arquero respondió con paradas a la titularidad y fue elegido mejor jugador del encuentro por la prensa deportiva.

Alfonso Prieto: los 81 goles encajados no hacen justicia a la temporada de Prieto, cuyo mayor mérito ha residido en salvar a su equipo con múltiples intervenciones y mantener las constantes vitales de éste cuando estaban a punto de desfallecer. El cancerbero goza de unos reflejos y una aceleración del tren inferior impropios de alguien con su envergadura. Su trabajo hacia el equipo ha sido ovacionado varias veces por la afición y ha transmitido cariño a los seguidores más allá de cumplir en su oficio.

Miguelín: es el hombre con más recursos técnicos de la plantilla y hace valer su experiencia en Primera División con Ríos Renovables en temporadas anteriores. Miguelín es la tranquilidad y la pausa de este Jaén Paraíso Interior, la elaboración, pero también la contundencia, pues suyas son las estrategias a balón parado que se registran durante los encuentros. Finaliza la temporada con tres goles que no ocultan el peso que recae sobre sus hombros y que sabe llevar con preciosista dignidad. El año próximo no seguirá defendiendo los colores del equipo de su tierra porque ha decidido retirarse del deporte profesional y dedicarse a la carrera a la que se deben sus estudios: la fisioterapia.

Jorge Bellvert: la potencia es Jorge Bellvert. Sus célebres arrancadas en propia cancha hasta llegar a portería contraria son de aquellas imágenes imborrables para las retinas de los aficionados jiennenses. El cacereño, aparte de ser el tercer máximo goleador de su equipo con ocho goles, ha dado equilibrio a un plantel que demandaba sosiego en esta nueva andadura. Su repercusión e intimidación en pista es directamente proporcional a su entrega, o sea, muchísima.

José López: el capitán no podría faltar al retorno a Primera División. No se ha ausentado a un partido (27 como titular) y ha ofrecido ese plus guerrillero que todo capi debe fomentar al resto de sus compañeros. José López es una lapa cuando defiende al atacante, pegajoso, incómodo y desesperante. Vamos, todo lo que debe ser un buen defensor. La entrega que ofrece es contagiosa e irradia en la grada el ímpetu que es necesario para seguir empujando. Es el ejemplo.

Lolo Jarque: elegido por la prensa deportiva como el mejor jugador de la temporada en el Jaén Paraíso Interior (un punto más que Emilio). Lo que es, sin duda, sin dar cabida a sorteos es el máximo goleador de los suyos con 15, pese a que en la segunda vuelta recayera y sólo llevara dos hasta la penúltima jornada (anotaría tres entre esta y la siguiente). Con Dani Martín fuera del torneo, la responsabilidad del desparpajo y la velocidad corrían a su cargo. Además goza de una presión a toda pista eficiente y ahogadiza. Después de conseguir la permanencia, el trabajo de Lolo Jarque es más que satisfactorio.

Miguel Ángel Ureña: no fue su mejor colaboración al equipo de Dani Rodríguez, entre otras cosas, por las continuas lesiones de las que fue objeto una y otra vez, sobre todo musculares. Debe fortalecer su estructura corporal para aguantar el ritmo competitivo, ya que la resistencia es uno de sus puntos débiles. Aún así, es de los pocos jugadores en Jaén que recurren a la fantasía y al desborde para descongestionar las situaciones de atore rival. Tiene tiempo para crecer.

Víctor Montes: varios eran los que desechaban a Víctor Montes antes del inicio del campeonato (de hecho, estuvo fuera del equipo porque se comprometió con otro club de la ciudad, el Santa Isabel), pero ha conseguido resolver con entereza su participación en la liga más competitiva del mundo. Superó un inicio dubitativo y con falta de rodaje con una progresión que le ha ayudado a crecer como jugador y a acoplarse al nuevo ritmo competitivo.

Juan Puertas: táctico y de buen toque, Juan Puertas no brilla ante el aficionado porque la vistosidad no está en su repertorio. El pontevedrés, más bien, ayuda a que el resto disfrute, no se centra en el sacrificio personal sino en el colectivo, con una acuciada empatía en el repliegue. Su temporada ha sido saldada satisfactoria con el despliegue ofrecido, con cinco goles y ¡una tarjeta amarilla! (el que menos), lo que evidencia una honradez y un entendimiento del juego admirable.

Yoni: la gran revolución de la temporada, para bien y para mal. A Yoni no se le puede acusar de no sentir pasión por lo que juega y defiende. Se le responsabiliza de la intensidad con la que el Jaén Paraíso Interior disponía sus partidos, amén del espíritu que ya desprendía en su debut, cuando mandaba a voces a sus compañeros casi sin saber cómo se llamaban. Sus seis goles en la segunda vuelta han valido cinco –indispensables- puntos, botín para estar orgulloso.

Sergio García: la decepción de la temporada. Nunca ha encontrado el sitio en el equipo y ha acusado en exceso el salto a la Primera División. Se alteraba con facilidad y, pese a que disparaba con potencia e intención, no alcanzaba a materializar sus ocasiones. El resultado: tres solitarios goles y 11 tarjetas amarillas. El año que viene buscará redención, pues se tiene confianza plena en sus cualidades.

Emilio: la nota progresiva de la plantilla, el jugador que más ha crecido a lo largo de lo largo que se han ido sucediendo los partidos. Clavó sus registros: seis goles en cada vuelta y la sensación de que el equipo crecía con él en pista. Su final de temporada, con un aguante y pisada de bola mucho más madura que en su bisoñez en Marfil Santa Coloma, han sido vitales para imaginarse un Jaén FS con la permanencia asegurada. Moralmente, fue el jugador del que más dependió el equipo de Dani Rodríguez.

Sergio Cobo y Dani Martín: su contribución fue escasa porque no dependió de ellos mismos: el salmantino se lesionó en el primer partido y no volvió a tocar balón, mientras que el juvenil debutó con escaso tiempo en pista y tampoco pudo dejar detalles.

Daniel Rodríguez: el técnico jiennense tuvo que hacer malabares dada la plantilla de la que disponía, castigada por el presupuesto más bajo de la categoría. Encontró con el paso de las jornadas el quid que debía explotar para asegurarse puntos, confió siempre en sus hombres de confianza y condenó los errores de sus pupilos. En varias jornadas le perdió la lengua y el referirse a las acciones arbitrales. Si no lo hace él, nadie lo hará por él.

Aquí termina el resumen de una temporada marcada por el sufrimiento, alguna que otra desgracia y, sobre todo, la resistencia y la supervivencia del que mejor se adapte al medio. Lo que está claro es que el Jaén Paraíso Interior volvió para quedarse y que no les sacarán ni con agua hirviendo el buen recoveco que se ha buscado en la Primera División de la Liga Nacional de Fútbol Sala.