Comencemos por lo obvio. El Burela Pescados Rubén ya ha hecho su temporada, todo lo que venga será bien recibido, pero el objetivo ya se ha logrado: estar en la fase final por el campeonato. En cambio, ElPozo tendrá que seguir peleando para alcanzar su meta, la de reconquistar, cuatro campañas más tarde, el título de campeón liguero, después de haberse quedado a las puertas en las dos competiciones coperas.

Con estos ingredientes, el claro tres a ocho infringido por ElPozo a Burela en Vista Alegre parece, incluso, lógico. Sin embargo, este factor no dejaba de ser un arma de doble filo. Toda la presión recaía en el bando murciano. Era una oportunidad única para que los mariñanos demostrasen las condiciones que se les presuponen y, durante buena parte de la campaña, parecieron agarrotadas. Solo fue así durante un tramo de la primera parte.

El planteamiento de Juanlu Alonso fue impecable. No le preocupó ceder la posesión en detrimento de una gran intensidad inicial, con continuos robos y un fútbol sala sumamente vertical. Pese a ello, ElPozo, bien plantado y muy tranquilo, sobrado de calidad, hacía daño gracias a la incuestionable calidad de sus hombres. El comienzo fue un constante tira y afloja del que los blancos salieron victoriosos. Tras un par de intentonas en ambas porterías, la locura llegaría a los cinco minutos de juego.

Dos minutos de locos

Ante la igualdad reinante, al subcampeón copero le tocó tirar de uno de sus principales puntos fuertes: la estrategia. Córner botado en corto por Kike para Adri y en el segundo palo emerge Bebe para empujar el buen servicio del ferrolano. Un gol que bien podría ser asignado a Duda, mejor conocedor que nadie de lo vital del balón parado en encuentros como el de hoy. En la siguiente jugada, estocada brutal a los naranjas. Raúl Campos, solo, se fabricó el segundo. Roba el balón conduce y golpea a la escuadra de la meta defendida por Álex.

Los gallegos habían comenzado bien, pero, en dos chispazos, el grande rompió el partido. A Juanlu no le quedó otra que pedir un tiempo muerto con el que concienciar a sus jugadores. La respuesta fue inmediata. También tiró de lo más práctico el entrenador madrileño: buscar a Matamoros. Un córner, una gran volea de Mata y un paradón de Fabio. El balón, de nuevo, es jugado desde la esquina. Otra vez busca al pívot naranja, gran tijereta y gol. Gol no, golazo. El Burela seguía muy dentro del encuentro.

O no tanto, porque solo dos minutos tardó Eka en recibir un balón justo en la frontal del área, pivotar y recibir la falta de Mimi. El sector murciano la pidió dentro del área, el colegiado la señaló fuera. A Adri le daba igual: Kike pisó el balón y él lo puso en la misma escuadra de la meta defendida por Álex.

En cambio, esta vez, la respuesta iba a ser más tardía. En parte, porque así lo quiso Fabio, haciendo olvidar a Rafa con una espectacular estirada de palo a palo para evitar el tanto cantado de Mimi, que remató a bocajarro. Tampoco Álex estaba por la labor de que ElPozo echase el cierre con un nuevo gol. Increíble nivel el mostrado por los dos arqueros.

En un partido muy vivo, con mucha calidad en ambos bandos, tuvo que aparecer el que menos se esperaba en labores ofensivas. Mimi regateó en banda a Gréllo y puso un caramelo que Juanma solo tuvo que empujar para hacer el dos a tres. Poco les duró la alegría de verse tan dentro del partido a los mariñanos, pues Gréllo no es de los que son regateados y no la devuelven. Acto seguido al tanto de Juanma, Gréllo recibió el balón en el costado derecho, gambeteó con suma facilidad al capitán burelao y se sacó un chut inapelable para volver a abrir distancia en el marcador. Antes, Raúl Campos había mandado un doblepenalti al larguero.

El riesgo es lo que tiene

Solo valía ganar para ambos equipos, no había oportunidad de especular. Por ello, aún con un minuto y pico para el descanso y solo dos tantos de diferencia, los gallegos apostaron por el portero-jugador, con Burrito. El riesgo era muy alto y, esta vez, salió cruz. José Ruíz aprovechó la circunstancia para poner, de campo a campo, el quinto de los suyos. Un gol que tenía trazas de ser prácticamente definitivo.

Por si acaso alguien creía que el partido no estaba cerrado, nada más volver del vestuario, apareció Franklin para completar el 'set' con un buen punterazo raso. Poco después, llegaría la jugada de la polémica. En una contra Raúl Campos se topó con Álex, pero recogió el rechace y acertó a chutar a gol, Hugo lo evitó enviando la pelota al palo en una acción en la que pareció ayudarse del brazo.

Lección de orgullo de Matamoros

Poco importaba, el partido estaba finiquitado. Todos lo sabían. Todos, excepto Matamoros. El único de los suyos que mantuvo la fe durante los cuarenta minutos. Acercó, un poco, a los suyos en el tanteador gracias a un gol de pívot puro a falta de catorce minutos. Luego, fue el único que lo siguió intentando sin descanso. Todo lo contrario a un Hugo que no tuvo su mejor día y acabó expulsado cuando restaban cinco minutos por una falta cometida sobre Fernan –el canterano murciano dejó muy buenas sensaciones- que supuso la segunda amarilla, tras una pérdida de balón absurda.

Pero Raúl Campos también quería más. Y lo encontró al rematar solo un balón en el segundo palo. Tampoco se conformaba Gréllo, que puso el octavo en el canto del cisne de la cita, cuando la grada de Vista Alegre ya entonaba un  “¡Vamos mi Burela! ¡Vamos, campeón!” que sonó a despedida a una temporada mágica en la costa lucense. Aunque quién sabe lo que todavía puede deparar esta eliminatoria. La respuesta, el próximo viernes en el Palacio de los Deportes de Murcia y, si Burela consigue la victoria, la resolución llegará el domingo, en el mismo escenario.