Tras el gran partido realizado frente a ElPozo, los de Francis Arocas ejercieron de anfitriones en la máxima categoría de la LNFS.  La segunda jornada congregó a algo más de medio pabellón con todos los alicientes posibles. El objetivo era claro, puntuar por primera vez en la máxima categoría. 

Primera mitad: dominio ilusionante

Fue un partido de incipiente dominio tinerfeño; de hecho el Uruguay pronto se estrenó con una ocasión de Javi Rodríguez, antecedida en los primeros compases por ataques peligrosos del Marfil Santa Coloma. La posesión era alterna, la claridad, celeste.

Esa situación favorable recibiría pronto su primer revés. Corría el tercer minuto, Sepe incluía desde el centro de la zona de Barro la primera pelota de gol. Siendo conscientes del sobrado margen de reacción, los de Arocas intensificaron sus ataques y voltearon la posesión en pro de sus intereses. Fue tal que Toro y Corvo pudieron empatar instantes después del tanto peninsular.

Fueron minutos de un dominio celeste patente en el desborde de Carlos Corvo

Fueron minutos de brillo celeste. Se hicieron patentes tanto las labores de desborde de Corvo como las jugadas de claro matiz estratégico. El éxito estuvo en la combinación de calma y rapidez, el fracaso, en la falta de puntería; coyuntura tristemente personificada en el dos contra uno entre Lolo y Ayose frente al portero Didac Plana.

A partir del ecuador, las fuerzas continuarían sin igualarse; los peninsulares vivirían merced de los pocos contragolpes que el Uruguay permitía, esto sería gracias a la férrea defensa y a las rápidas acometidas que sin cesar creaban tras los ataques tinerfeños. 

En el  17’, el fiasco llegaría por mediación de Adolfo. Una falta barcelonesa bien botada daría cuenta de los espacios provocados por la mala colocación zaguera, en consecuencia, el ala peninsular marcaría a placer. El segundo gol cayó como un jarro de agua fría en el graderío del Pabellón. Situación que finalizó con domino del Marfil en los instantes posteriores.

Todo parecía acabar sin novedades. El Uruguay buscaba su redención, realmente había insistido en ello desde el inicio del choque. Y llegaría el merecido regalo. Carlos Corvo, que se había convertido en parte esencial del ataque celeste, encontró oro en una jugada que no llevaba demasiada historia. Ante su caída dentro del área, el colegiado pito un penalti que a la postre sería transformado por el mismo que lo buscó.  El minuto 20 se convertía en el del séptimo tanto desde que el Uruguay milita en Primera División. Ante el recorte de distancias y con las espadas altas, el tiempo sucumbió tras el sonido de la bocina. 

Segunda mitad: igualdad y derrota

La respuesta del Marfil parecía temerse en los vomitorios. Era previsible que el primer arreón fuera visitante, sin embargo no lo era que ante la intensidad impresa por los de Passarrius, Lolo Suazo y su guante a la escuadra entraran en escena, y en el arco. El minuto 22 se inauguraba gracias al gol proporcionado por una fantástica asistencia de cartabón con la firma de Carlos Corvo.

Ya con el empate, el Uruguay siguió mirando de frente al Marfil Santa Coloma

Acto seguido, con el empate en el bolsillo, los tinerfeñistas siguieron mirando de frente al Marfil Santa Coloma. Después del tanto canario, la posesión peninsular causó daño en detrimento local. Fueron varias las ocasiones en las que Iago Barro tuvo que intervenir, de hecho, gracias a ello ninguna se convirtió en un mal mayor.

Sería válido indicar que con la llegada del tiempo meridiano, la segunda mitad tomaría derroteros de igualdad. Sendas entidades dejaron de apostar por el juego combinativo y emprendieron una dinámica de ocasiones de rápida transformación. Así, Toro, Javi Rodríguez o Lolo Suazo pudieron incluir el tercero en el luminoso. Situación favorable que chocaba constantemente con la estampa de Didac Plana.

La condena del doble penalti

Tendría que llegar la determinación del doble penalti –tras la consecución de seis faltas locales- para que el Marfil pudiera romper el desaguisado. Dani Salgado chutaría a la escuadra celeste y de esa forma marcaría el tercero. A falta de cuatro minutos sólo el juego con cinco parecía servir de ocurrencia en el banquillo de Arocas. Con el cupo de falta  amenazante (el Marfil Santa Coloma erró en otro doble penalti), el devenir celeste se antojaba complicado.

A pesar de la mala coyuntura el Uruguay no negó sus posibilidades. Fueron varias las ocasiones que pudieron aprovechar, sin embargo la falta de puntería y de azar siguieron acompañándoles. El encuentro finalizó con un tercer chut de Dani Salgado desde el doble penalti. Con, hasta entonces, un porcentaje del 50% de acierto, el ala marcó el cuarto. En la siguiente jugada Didac disparó de arco a arco (aprovechando su indefensión tras el juego en superioridad) y sentenció la contienda.

Segunda derrota consumada que no fue argumento para despojar al representativo tinerfeño de la ovación del respetable. El Uruguay realizó un buen encuentro, fue el cupo de faltas quien dictó su pena de muerte.