Quizá lo de antes nunca fue un sueño sino una realidad, quizá lo de ahora no es un calvario sino la peor prueba posible. Quizá hay fecha de caducidad, quizá no, pero jamás se negará que sobre el parqué hubo batalla hasta el final, que estando los que estaban y faltando los que faltaban el escudo se interpuso entre ellos y el fracaso.

En este partido no se reflejó el único entrenamiento preparatorio, la marcha de siete jugadores o las tan ejemplificadoras goteras que oscurecen promesas y esconden la buena imagen del club. No se reflejó la soledad de un equipo que sólo hacia la galería parece estar acompañado, tampoco las malas decisiones de los que creen que arriman el hombro mientras amputan el otro. Solo se vio fútbol sala, del valiente. Así crecieron y así intentan mantenerse.

Proposición visitante, efectividad local

Sería una primera parte de dominio burelés. Los peninsulares se vieron en la obligación de proponer, distribuir y acometer; situación a la que de forma confesa, no están acostumbrados. Los celestes se acomodaron al papel que más les gusta. Y por momentos les salió bien. En una estrategia de puro contragolpe, las dos bazas necesarias fueron surtidas: defensa acertada y efectividad ofensiva. Iago Barro paró casi todo; desde la frontal de sus inmediaciones, Helder incluyó el esférico por el flanco zurdo. Primer gol.

Ante el primer gol, la reacción local fue inmediata

La reacción fue inmediata, Jacinto consiguió la igualada tras una jugada iniciada magistralmente por Jesús Murga. El cierre logró deshacerse de la presión peninsular para, a la postre, dar pie a la jugada asistencial: pared en la zona ancha, rechace en la definición y gol final.

Al son del trece, el ya exceleste Javi Rodríguez cedió la adelantada. A puerta vacía sería otra vez Jacinto el que incluiría el segundo. La alegría local duró poco, en la siguiente jugada Isi puso el 2-2 con un balón que fue de izquierda a derecha descolocando a la defensa y al portero.

El Uruguay vivió sus mejores minutos tras la igualada peninsular. Manejaron en cancha rival y erradicaron toda posibilidad gallega. Con todo, el encuentro se fue al descanso.

Goteo de goles

A pesar de la casta, el Burela se impuso

Jesús Murga volvió a hacer soñar a la hinchada tinerfeña tras una buena recuperación de balón que le plantó solo frente a Álex, a quien logró batir poniendo el 3-2 en el marcador. Con el éxtasis en la grada el segundo capítulo tomaba buenos derroteros. En el 26, Iago Míguez logró el empate a tres aprovechando un rebote. En el ecuador del tiempo, el propio Míguez adelantó a Burela firmando un doblete y poniendo el 3-4.

Iago Barro fue tan indispensable como en la primera mitad, salvó varios unos contra uno en un periodo de posesión dispar y ocasiones para sendos intereses.

Luis Jara recibió una entrada al borde del 34' cuando dentro del área encaraba el arco de Álex; acción que fue precedida por una jugada de bella factura de Jesús Murga. A falta de dos minutos Matamoros, con su gol, provocó el juego en superioridad uruguayo (Murga, Pablo, Josué, Jacinto y Luis Jara).

Al borde del final, Matamoros firmo el sexto y con él, la quinta victoria consecutiva del Burela en la Primera División de la Liga Nacional de Fútbol Sala.