El Meo Arena de Lisboa fue testigo de una de las noches más espectaculares que se recuerdan en la máxima competición europea. Con 12.076 espectadores, la mayoría apoyando al equipo lisboeta, el viernes 24 de abril de 2015 pasa a la historia como el día en el que más personas estuvieron presentes en un evento de la UEFA Futsal Cup en toda la historia.

Tras imponerse el Kairat Almaty por 7-4 al Dina Moscú (en la prórroga después de acabar el duelo con 3-3 en el marcador), metiéndose el club kazajo en su segunda final en los últimos tres años, llegó el duelo entre el campeón de Europa, el FC Barcelona, y el Sporting Club de Portugal, el anfitrión de la Final Four.

Los de Marc Carmona eran conocedores del infierno que pasarían pero no por ello se amilanaron. Los blaugranas comenzaron mejor el partido que su rival, que como se esperaba basaron su juego en una férrea defensa, buscando continuamente el contacto, y a la espera de que alguna contra les diera la posibilidad de ponerse por delante.

Foto: Germán Parga | FCB

Y así fue una vez superado el ecuador de la primera mitad. Una pérdida de balón de Lin propició un tres para dos que Diogo -el verdugo de Inter Movistar- supo definir a la perfección. Para delirio del Meo Arena, los de Nuno Dias tenían el partido exactamente donde querían.

Fueron malos esos minutos para el Barça, que se veía desconcertado tras ese contrapié. Hasta que Dyego, en una gran acción personal, igualó el resultado. Ahí, con 1-1, ambos se mostraban contentos con las circunstancias del duelo y se prometían una tregua que duró hasta el intermedio.

Tras el paso por vestuarios, el margen de error era cada vez más pequeño. De nuevo, la batuta del juego la llevaba el club catalán, que en esta ocasión no perdonó. Wilde, el máximo goleador del Barça en esta competición, volvió a aparecer en el momento que más lo necesitaba su equipo. El brasileño, en dos plumazos, hacía un doblete que enmudecía al coliseo lisboeta.

Con 3-1, con el Sporting fuera del partido y con la afición comenzando a bajar los brazos, los de Marc Carmona se tomaron un respiro. Un respiro que, quizás por exceso de confianza, pagó muy caro. Joao Matos, a siete minutos para el final, marcaba el 3-2 y todo se complicaba para los culés.

Con portero-jugador en el ataque del equipo luso, el Barça lo comenzó a pasar mal. Muy mal. La consecuencia fue la esperada: el gol del empate. Gabriel perdió una bola tras un robo y Caio empataba el duelo cuando apenas faltaban tres minutos y 33 segundos para el final del tiempo reglamentario.

Foto: Germán Parga | FCB

Todo estaba en contra del Barça. El ambiente, la dinámica del juego, la inercia de los equipos… Pero ahí fue cuando apareció el gen ganador de los de Carmona. En el peor momento, supo sacar la cabeza, irse arriba y conseguir el billete a la final. Y el último en llegar, un especialista en decidir partidos en el último instante, fue el encargado de hacer el 4-3. A 34 segundos, Bateria definió a la perfección y puso a los blaugranas con los dos pies en la gran final.

Aún había tiempo para otro ataque del anfitrión, por lo que el Barça se puso manos a la obra y se encomendó a su otro salvador: Paco Sedano. En el último segundo, el mostoleño detuvo el disparo que hubiera significado la igualada y aprovechó que la portería lusa estaba desguarnecida para poner el colofón final. 5-3 para el FC Barcelona y los catalanes, a una nueva final.

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