El libro, más que preocupante, se antoja maldito. La letra del Jaén Paraíso Interior parece nítida, reconocible, pero en las últimas líneas se produce uno de esos borrones que ensucian todo el trabajo. Otro capítulo más igual de nefasto se escribió este domingo en La Salobreja. Bueno en su estructura, pero con similares manchas en su final. El Levante, como varios de los equipos que han pululado esta campaña por La Salobreja, aprovechó la ya habitual ansiedad de los jugadores jiennenses para sacar rédito de un planteamiento rácano en su ejecución. Y eso, este año, es más que suficiente para rascar puntos de Jaén.

Sin embargo, con el nuevo año pareció cambiar la desenvoltura de los amarillos. Se apreció más agresividad, dinámica y movilidad. Continuos cortes en campo contrario le dieron la posesión y un dominio eficaz a los de Dani Rodríguez, que generaron ocasiones con mucha más facilidad que en otros momentos de la temporada. La pista estaba clara y en los jiennenses había ánimo de desborde y tendencia a demostrar que siguen teniendo alma de campeones. Las arrancadas de Eloy Rojas o las recuperaciones en campo contrario de Murga daban un aire bien recibido en La Salobreja. Las primeras oportunidades (incluso un remate de cabeza de Dani Martín) obligaron a Yeray a asomarse. El canario se hincharía durante el partido a cerrar puertas y a lo lejos se le veía cierto complejo de diosa Shiva.

La presión alta del Jaén anulaba al Levante, que apenas podía siquiera sacar la pelota jugada con cierta fluidez, pues vivía de estrategias —siempre finalizadas por Pichí— o balones aislados que Chema —bastante lúcido, también en las salidas de su área— acertaba a repeler hacia los costados. Los valencianos temblaban y, además, su balance de dos empates y cinco derrotas lejos de El Cabanyal en siete partidos no era una trayectoria demasiado optimista. En esas circunstancias, cuando el Jaén FS ya recuperaba la confianza de otros tiempos y sus triangulaciones canónicas (a dos toques y movilidad), parecía que todo estaba orquestado para que los andaluces derribaran la portería contraria más pronto que tarde. Dani Martín y Murga protagonizaron, en menos de un minutos, tres oportunidades para romper la igualada sin que ninguna llegara a buen puerto.

Con el regreso de Cuco después de cinco semanas por un esguince de rodilla no había noticia negativa alguna, salvo que los locales precisaban de demasiados disparos para desvirgar el marcador. Campoy y Dani Martín fueron los primeros autores de dos remates al palo, y el catalán también envió un balón a la cara de Yeray, que se tatuaría 'Kelme' en la frente antes que dejar que su equipo encajara gol. Dos paradas de Chema Mella cerrarían la primera parte sin goles con la sensación de que los jiennenses estaban más lustrosos que de costumbre gracias al trío formado por Jordi Campoy, Eloy Rojas y Jesús Murga.

La segunda mitad pareció encaminada al mismo guión. Antes de completar el primer minuto una dejada maravillosa de Eloy Rojas con la planta del pie y a bote pronto permitió a Cuco rematar de puntera hacia la pierna de Yeray (otra vez). El tinerfeño, no contento con desquiciar a los amarillos, puso el pecho en la ejecución de una fala indirecta en el borde de su área para engrandecer su figura. Estos dos chispazos fueron el preámbulo de una fase en el partido mucho más fría, sin un dueño claro y con la sensación de que el Levante podría empezar a manipular a su rival, que no precisamente atraviesa una buena dinámica de resultados.

La expulsión por doble amonestación de Murga desequilibró la tendencia del juego a falta de diez minutos para el final. El Levante se vio con un jugador más y, en una jugada embarullada en la que no pudo haber más rebotes, Jordi Lledó aprovechó que el balón le cayó a milímetros para definir a puerta vacía. La sensación ya era familiar en las gradas. Es conocida, con excepción de que frente a los granotas el dominio local era tan evidente que no se pensaba que la crueldad acaeciera de nuevo. Y lo hizo precisamente por eso, porque era una situación idónea para infligir crueldad. Un botín que pudo aumentar si Oviaño emboca un contraataque comandado por Márquez.

Los andaluces estaban otra vez obligados a remontar, otra tónica demasiado común esta campaña. Eloy Rojas, el mejor jugador del Jaén FS esta temporada, cogió responsabilidades y en dos acciones consiguió su doblete y puso a su equipo por delante. Y lo escribo en una línea por la similitud de ambas jugadas, aunque en bandas contrarias: cabalgada del gaditano, disparo con la pierna natural del costado y remate que se desliza entre las piernas de Yeray. No hubo otra manera de superar al arquero a no ser que cometiera un mínimo fallo. Y de ahí dos goles jiennenses.

La inercia era favorable para los amarillos. Dani Martín conseguiría el tercer palo y Emilio, ya con el ataque levantino con cinco jugadores, el cuarto. Los momentos de nervios propiciaron que un rechace de Cuco se envenenara hacia la propia portería y se convirtiera la pelota de forma instantánea en un billete de 500 euros por el que todos se lanzaron con ansia de tocarlo. Salió del terreno de juego antes de que nadie lo cazara. El tramo final del partido decidió, por dos vías, el marcador. Pichí, el hombre de la estrategia, definió de un disparo lejano en el que no tuvo oposición para anotar el empate y sumar puntos a la ley del mínimo esfuerzo. Casi sin tiempo, Eloy Rojas dio el palo número cinco, pero no hincó nada.

De esta forma, el Levante rascó un punto de La Salobreja cuando creía que su planteamiento quedaría mojado. El Jaén sigue con borrones en sus escrituras antes de enfrentarse a dos de las tintas más finas que existen (ElPozo y Barça) y empieza a girar el cuelo hacia latitudes más bajas que altas.

Los entrenadores analizaron el encuentro

José Escrich, técnico del Levante UDDM, fue el primero en personarse en rueda de prensa y valorar lo visto sobre la cancha. "Muy disputado donde el Jaén tenía cierta ansiedad, ya que tiene una gran plantilla y su situación en la tabla no corresponde con el nivel del equipo. Nosotros sabíamos que iba a ser complicado, pero éramos conscientes de que podíamos jugar con su nerviosismo si el partido se alargaba. Hemos tenido fases donde hemos estado mejor y al final se ha podido dar de todo. El empate hace un poco de justicia porque los dos han intentado llevarse la victoria", aseveró.

Sobre que su equipo sólo haya anotado en superioridad, el valenciano reconoció: "La verdad es que nosotros, si vemos la tabla, no tenemos muchos goles a favor. Fuera de casa no hemos ganado ningún partido y se nos hace cuesta arriba. A los jugadores les afecta mentalmente. Cuando el partido lo tienes con empate o ganando 0-1, siempre tiendes más a intentar no perder que a meter el segundo. Es un hándicap que tenemos con la plantilla que hay y creo que, aun así, estamos en una situación buena. Nuestros partidos son así: pelear y pelear. Pocas veces se nos da un resultado abultado. Tenemos que exprimir cualquier faceta del juego. Intentamos llevar el partido a pocos goles. Yeray, por ejemplo, ha hecho un buen partido y los dos tantos son acciones parables. Luego ha sacado manos muy complicadas y al final dependemos de ello. Sí es verdad que en El Cabanyal tenemos una cara y fuera, otra. Hoy Jaén ha expuesto todas sus armas y hemos tenido que hacer nuestro partido".

También acudió Dani Rodríguez, entrenador del Jaén FS, al que sí se le vio cansado por la tónica habitual de la temporada: "Ya ha sucedido esta temporada. Son equipos que no vienen aquí a jugar, sino a perder el tiempo, árbitros que se lo consienten todo y no tenemos suerte. Hemos dado cinco palos y encajado gol en una superioridad y en una inferioridad. Cuando no metes goles, corres el riesgo de que al final te empaten". Las sensaciones, eso sí, parecían positivas respecto a otros partidos. "Tanto en la primera como en la segunda parte es muy difícil jugar contra equipos que no quieren hacerlo. Sin embargo, el quipo lo sigue intentando. Ojalá algún palo entrara y fuera mejor, pero es verdad que tenemos que tener precauciones en defensa porque cada vez que nos llegan encajamos goles porque arriesgamos. Es normal. El equipo se lo deja todo desde hace semanas, pero hay momentos en los que la cabeza no funciona", aseguró.

Respecto a la actuación arbitral, el jiennense tiró de ironía: "Los colegiados pitan perfecto. Llevamos 17 jornadas: 0 penaltis, 0 dobles penaltis y ninguna superioridad a nuestro favor. Perfecto". Reconoció, eso sí, que la expulsion de Murga fue "clarísima", aunque demandó el mismo rasero para otras decisiones con el equipo contrario. "No podemos hacer nada, seguimos trabajando", admite, antes de dejar claro que no habrá nuevas incorporaciones a no ser que haya salidas. "La llegada de un jugador no es la solución e insisto en que es de admirar que cada semana este equipo se está levantando de los golpes que le dan", sentenció.