Había ganas y miedo de ver de nuevo a la Azerbaiyán de Tino Pérez. En la retina se hallaba el obligado planteamiento del 5vs4 que debió usar ante Italia, lo que condicionó aburridamente el juego. Ante un adversario de similar cateogría, la República Checa, atenderíamos al que sería otro sistema (con la añadida ausencia de Amadeu por sanción). Y los pupilos del español no decepcionaron, porque desde el primer momento se plantaron en el parqué con un juego combinativo y vistoso. De hecho, sorprendía que generaran ocasiones con tanta celeridad y vistosidad. No obstante, su primer gol, obra de Farzaliyev, vendría precedido de un cómico galimatías de rechaces divididos, lo que le otorgaría la nomenclatura de churrigol merecidamente. Para compensar, poco después trenzaría el equipo azerí una jugada bastante elaborada para poner el segundo gol y desenterrar el tiki taka más exótico.

La República Checa lo intentó, pero estuvo desactivada como si diera cabezazos contra un muro de hormigón. En esas circunstancias uno se puede acoger a la insistencia o aguardar un error del rival. Y eso fue lo que ocurrió. Las dos cosas. Juntas. Záruba presionó al cierre azerbaiyano en la salida de balón y consiguió, a fuerza de hombro, robarle el esférico y batir a Huseynli —que por momentos apunta maneras y por otros las desvía—. Casi sin tiempo para celebrarlo, a Fineo le poseyó la magia para driblar a un defensor y picar la pelota con tal sutileza que no se adivinaría ser ciudadano de Azerbaiyán (bueno, la verdad es que es brasileño). A modo de venganza, la respuesta checa fue rápida. Holý disparó con la puntera como quien tira una colilla y halló un gol, casi por sorpresa.

La anarquía parecía la única triunfadora sobre la cancha. Las oportunidades arribaban sin ritmo, como a fogonazos, y los jugadores sufrían el mal eléctrico, que no es otro que el de los movimientos descordinados y antinaturales. Pero había ocasiones, ¡qué mas daba su integridad física! Así consiguió la República Checa el empate a tres momentáneo. Kovács se deslizó al suelo para cortar una pelota en media cancha y Resetár giró con nervio para batir a Huseynli. El capitán checo, no contento con la acción, se motivó con dos acciones más que pudo ser el adelanto de los suyos. Sin embargo ese era un privilegio del que no gozarían en todo el encuentro. Eduardo acarició una bola que le llegaba 25 metros atras y casi con un roce dejo al portero de rodillas, para que reflexionara. A 31 segundos del descanso.

La segunda parte se vio acuciada por un bajón físico en los brasileños de Azerbaiyán, que son, prácticamente, los que aglutinan todos los minutos del partido (de ahí que también anotaran los puntos). Rafael, con ese talento que tienen los aventureros para plantar intriga, perdió un balón en el borde de su área y Seidler —que también tiene talento, pero del bueno— lo pisó hacia atrás, donde esperaba Novotný para empujarla y, de nuevo, instaurar la igualada. La historia se repitió, y es que Augusto, que ocupa el 80% de su tiempo en la pista para regañar a sus compañeros, cazó una pelota servida desde el corner para dejar a Gercák con (más) cara de tonto, ya que el pobre no tenía bastante con las burlas por sus guantes, a veces untados en aceite.

Entró el partido en una fase árida, como si ambos tuvieran la cara anestesiada de recibir golpes y deambularan dibujando eses. No había continuidad y una simple paralela rompía las líneas y significaba una ocasión de gol. En esto que Fineo completó el hat-trick de errores no forzados (tras Borisov y Rafael) y perdió otra pelota más en campo contrario. La jugada, sin ningún desperdicio, acabó en gol de Kovács tras un eléctrico contragolpe que dejó a más futbolistas tumbados que erguidos fruto de los encontronazos. A continuación no ocurrió nada que merezca ser mencionado en estas líneas. Se mantuvo el empate a cinco.

Tino Pérez apostó por el portero-jugador en el minuto 36. A la primera, Augusto sintió el balón en la barriga debajo del larguero, pero no lo empujó por miedo a lesión estomacal. Es broma, no lo empujó porque no la vio venir. Tuvo un par de ellas más con claridad en las que Gercák se equivocó y detuvo su disparo. En la otra portería, Huseynli acaparó méritos por evitar que la República Checa se pusiera por delante. También se sucedieron palos para animar el cotarro. Pero fue otra vez Azerbaiyán la que introdujo el último gol gracias a la puntera de Rafael en posición de 5vs4. A 40 segundos del final.

De esta forma, Azerbaiyán está virtualmente en cuartos de final de la Eurocopa merced a la poco probable victoria checa ante la vigente campeona del torneo, Italia, por más de tres goles. Otro hecho histórico para Tino Pérez que, a pesar de los propios errores, sobrevivió en el caos.

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Sobre el autor
Antonio Pulido Casas
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