Un triunfo siempre es bonito. Si se consigue en casa ante un pabellón abarrotado animándote, más. Pero si encima es con épica, es el partido soñado por cualquiera. Así ha sido la clasificación de Serbia para las semifinales del Europeo del que son anfitriones. Un tanto sobre la bocina de Simic cerraba un partido muy igualado que, por empuje e ilusión, se mereció ganar Serbia.

Inicio frenético

Ucrania salió con las ideas muy claras. Con cuatro disparos en apenas medio minuto, el conjunto de Konsenko demostraba que no se iban a dejar intimidar ante las más de 11.000 personas que se dieron cita en el Arena de Belgrado. Sin embargo, no serían las gradas su problema sino el conjunto serbio que tenía enfrente. En el segundo minuto de partido y en, prácticamente, su primer disparo a puerta, los locales se adelantaban en el marcador con un tanto de Kocić. El goleador aprovechó una salida en falso del portero ucraniano, Ivanyak, para anotar su cuarto gol en el torneo.

El gol dio alas a los anfitriones que habían tenido un primer minuto dubitativo. A pesar de que el juego de Ucrania no había cambiado tras el gol, primero Peric y luego Simić pudieron ampliar la ventaja al minuto siguiente. La grada se crecía. Pero lejos de amilanarse, los ucranianos probaban suerte desde lejos con un disparo potente de Koval que rozaba la madera.

Calma tras la tormenta

Era difícil mantener un nivel de intensidad tan alto, por lo que ambos equipos se tomaron un respiro y tomaban posesiones más largas y horizontales, lo que no era incompatible con alguna que otra ocasión. Menores en cantidad y en peligrosidad, las ocasiones solían ser del bando que vestía de amarillo, de Ucrania. 

Con el paso de los minutos se iba notando el cansancio de las presiones defensivas de cada equipo, por lo que las mejores oportunidades eran las jugadas de estrategia, claves para desatascar encuentros tan trabados. Viendo que su equipo no carburaba con tanta facilidad como al comienzo del partido, las doce mil gargantas que abarrotaban las gradas del Arena de Belgrado se encargaron de alentar a los suyos para darles más fuerzas en los minutos finales de la primera mitad.

Solo algún destello de calidad de Mladen Kocić lograba penetrar la férrea defensa de una selección ucraniana que, por su parte, intentaba combinar con paralelas a la banda o diagonales por alto, pero todos sus remates se marchaban muy desviados de la portería de Aksentijević. 

El mejor ataque es una buena defensa

Para la segunda parte, Ucrania salió con energías renovadas en busca del empate. Para ello, Kosenko elaboró una presión asfixiante al hombre en toda la pista, que dificultaba el movimiento de balón por parte de Serbia, aunque con un precio de dos faltas cuando el reloj apenas había corrido tres minutos desde el tiempo de descanso. Pero bien pagado estuvo cuando al minuto siguiente, Mykola Grystyna lograba el gol del empate en un despiste defensivo a un saque de banda. 

Foto: UEFA.com
Foto: UEFA.com

A pesar de haber logrado el gol, los ucranianos no cesaron en la presión que tanto éxito les estaba dando y gracias a la cual Ovsyannikov gozó de dos oportunidades para darle la vuelta al partido, pero se encontró con una gran respuesta de Aksentijević bajo palos. Ucrania apretaba desde la cordura y serenidad a una Serbia impotente que poco a poco, empezaba a perder los nervios.

El juego sucio se adueñó del partido

Con balones largos a Simić para que pivotara, los anfitriones del torneo se fueron recuperando. Ayudados de una grada que protestaba cada decisión arbitral, el partido se fue calentando de una manera poco elegante. Patadas, recados, provocaciones y caídas al suelo fingidas eran los nuevos protagonistas. Aunque de esta manera Serbia había conseguido sacar a Ucrania del partido, tampoco eran ellos quien lo dominaban.

El guardameta local, Aksentijević, y el ucraniano Zhurba eran amonestados por los colegiados tras encararse el uno con el otro en un entierro al cual nadie les había dado velas. Restaban los minutos y el partido se había roto. Quizás, el escenario más bonito para un aficionado neutral. Poco tiempo por delante donde un gol sería más determinante que nunca y un partido sin dueño; con ocasiones para ambos bandos, la mayoría al contraataque.

Ante este escenario que se avecinaba, Serbia ejercía más presión por el simple hecho de que "jugaba con 11.000 jugadores más" que se hacían notar. Ivanyak mantenía viva a Ucrania con una doble parada milagrosa a un remate a bocajarro de Rajčević a falta de cuatro minutos que desesperaba a la grada del Arena de Belgrado. 

Foto: UEFA.com
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La estrella del conjunto serbio, Kocić, quería erigirse como el hombre del partido. Sus internadas por la banda ponían en serios aprietos a la zaga ucraniana que nada podía hacer ante sus maravillosos regates. Un efecto óptico hizo que el pabellón gritara gol con un disparo de Rajčević a falta de 40 segundos, pero el disparo se había marchado al lateral de la red.

Todavía quedaba partido

No obstante, todavía faltaba partido. En cuarenta segundos en un deporte como el fútbol sala pueden ocurrir muchas cosas. Y no es la típica frase o eslógan con el que se vende que una disciplina deportiva tenga emoción. Dio tiempo a que Ucrania desperdiciara una gran ocasión que Aksentijević desvió a córner y, en él, Sorokin dejara mudo al Belgrado Arena con una volea que rozó el gol. Lo que los ucranianos no contaban es que les habían regalado diez segundos de oro para Serbia.

No era difícil pensar que Serbia se iba a agarrar a cualquier halo de esperanza que restara para seguir vivos en su Europeo. Por poco que fuera. Con diez segundos bastaba. Aksentijević  sacó en corto para su capitán, Perić, quien avanzó por la banda izquierda y colgó un centro en diagonal para que el pívot serbio, Miloš Simić, de una manera cierto acrobática, rematara el balón a gol. Cuando el esférico tocó la red, restaban 0,3 segundos para que sonara la bocina. Épico.

El Arena de Belgrado, como era de esperar, estalló de júbilo celebrando el pase a semifinales de su selección, que se encuentra entre las cuatro mejores del continente esperando el rival con quien se medirán en busca de un puesto en la final, que saldrá del partido Rusia - Azerbaiyán.

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Sobre el autor
Javier Alonso
Deporte y música en vena. Violinista, Periodismo y jugador de fútbol sala. Enamorado del ciclismo.