Siete goles para el séptimo título europeo. Lo han vuelto a hacer. La hegemonía de España en el fútbol sala continental no solo sigue, sino que cada vez es mayor. De diez finales disputadas, la selección española ha disputado ocho, venciendo en todas ellas menos una, cuando cayó derrotado por Rusia en los penaltis en 1998, y dos bronces. Impecables.

Se llegaba al Europeo con muchas bajas sensibles. Se podría formar un quinteto inicial para la final de hoy solo con aquellos que las lesiones no les permitieron viajar a Serbia. Sergio Lozano, Aicardo, Adri, Fernandao, Adolfito, Lolo... Para todos ellos va el título, porque ellos también son artífices de la historia de una de las selecciones más laureadas del país. Hoy, la selección, le ha enseñado a todos los españoles lo maravilloso que es este deporte, y que no solo somos los mejores en fútbol y baloncesto. También lo somos en fútbol sala.

España comenzaba el partido con una jugada de estrategia de saque de centro, dejando claro desde el primer minuto sus intenciones de ataque. Con Raúl Campos de pívot, con un sistema 3-1 muy marcado, la selección española pecaba de estática. Sin embargo, Rusia tampoco brillaba en ataque y probaba suerte solamente con disparos muy lejanos o individualidades de Robinho.

Foto: UEFA.com
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Dos minutos después, Paco Sedano daba comienzo a su espectáculo particular que viene haciendo en cada partido de este torneo. Por arriba o por abajo. Las intentonas de Robinho y Romulo se chocaban contra el muro mostoleño que se encuentra en estado de gracia. Un inicio muy igualado no dejaba a ninguno de los dos equipos plasmar su juego en su totalidad.

José Venancio López optaba por rotaciones cortas de cuatro minutos con mucha intensidad y daba entrada a Miguelín. Su primera ocasión fue una tijera acrobática del jugador de ElPozo Murcia que se estrellaba en la madera ponía en pie a los espectadores del Arena de Belgrado. No obstante, la respuesta rusa fue inminente. Lyskov remataba un córner con una volea que se encontraba con la pierna milagrosa de Sedano.

Con la entrada de Álex en cancha, España ganó el dinamismo en ataque que no ofrecía Raúl Campos, coincidiendo con los mejores minutos ofensivos de los ibéricos. Pero si hay un aspecto en lo que la selección española domina ante las demás, es la estrategia. La pizarra de José Venancio volvíó a funcionar. Da igual que los rivales se preparen ante ella. Es una fuente inagotable de ideas y jugadas que, de la nada, te crean un gol. Y así fue, como Bebe sacó raso un saque de banda cercano al córner y Álex, que aparecía desde el segundo palo, remató para marcar el primero de la noche.

Foto: UEFA.com
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La selección rusa basaba su ataque en la técnica indiscutible de Robinho. Por sus botas pasaban todas las ofensivas de los de los Cáucasos. Los pupilos de Skorovich buscaban una respuesta rápida al gol español y Venancio López lo interpretó bien dando entrada de nuevo a Raúl Campos para un sistema más estático basado en la defensa y la presión en toda la pista. 

España huele sangre

Ante la importante y delicada baja de Eder Lima por sanción, el juego de pívot de Rusia se veía más limitado con Lyskov. Muy perdidos en ataque, Robinho y Romulo eran los encargados, sin éxito, de buscar el gol ruso. Dada la incapacidad de la selección rusa, España aumentaba el nivel de intensidad tanto en ataque como en defensa, que tenía recompensa. La alta presión española provocaba una pérdida de Davydov que aprovechaba Pola y, con una magnífica pisada con la derecha y un disparo suave con la izquierda, coló la pelota bajo las piernas de Gustavo y colocaba el segundo en el marcador.

Foto: UEFA.com
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España vio un rival en horas bajas, un conjunto ruso que no se encontraba a sí mismo y que deambulaba por el parquet del Belgrado Arena. España había olido sangre. Un minuto después del gol de Pola, Rivillos enganchaba una volea en un córner sacado por Carlos Ortiz y convertía por tercera vez para los españoles.

Pero eso no era todo. Su rival se desangraba a base de goles y, cual tiburón en medio del océano, Pola fue a por Shayakhmetov, a quien le robó el esférico cerca del área rival y anotar el cuarto apenas 30 segundos después del tercero. España se daba un festín en Belgrado tras una primera mitad impecable a la cual, por poner un pero, el único punto negativo fue el gol de Romulo. Con un disparo seco al segundo palo tras una asistencia de Robinho, el jugador del Dinamo de Moscú acortaba distancias a cinco segundos para la bocina.

Rusia cambió su actitud en el descanso. Con poco que perder, los de Skorovich salieron a gastar todos sus cartuchos en ataque. Con un dominio ruso en los primeros minutos, donde los colegiados le perdonaron la segunda amarilla a Ortiz, era Paco Sedano quien entraba en acción respondiendo a disparos de Abramov y Romulo. Con una presión zonal de 2-2, los subcampeones de Europa en 2014 dificultaba el juego de los de José Venancio López.

Foto: UEFA.com
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Cuando el portero-jugador perjudica más que beneficia

A falta de 13 minutos para el pitido final, Romulo salía con camiseta de portero para jugar con superioridad, pero una magnífica defensa española evitaba que los rusos tuvieran ninguna oportunidad de disparo claro. Con una presión altísima y una defensa colosal, España evitaba que Rusia pudiera sacar el portero-jugador en varios minutos.

Sin embargo, quien marcara primero no serían ellos. En un exceso de confianza de Romulo, le sorprendió por la espalda Miguelín para arrebatarle el balón y marcar con la portería vacía. No obstante, tras el gol, Rusia empezó a mover el balón con mayor velocidad y mejor criterio. Si a estos ingredientes, se le añade la calidad de sus jugadores, se ve como resultado una respuesta rápida rusa. Robinho encaró a Ortiz y cruzó el balón al segundo palo para volver a acortar distancias.

Pero el segundo gol de Rusia no cambió el signo del partido. Con dos robos en campo propio, primero Miguelín y luego Rivillos, se encargaban de, con un globo desde 30 metros, anotar dos goles más que acercaban a España a su séptimo Europeo. Un tanto maravilloso de Milovanov de espuela a falta de segundos para el final, no amargaría la fiesta española.

Foto: UEFA.com
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A pesar de las bajas con las que llegaba a Serbia el conjunto de José Venancio López, la plantilla de la selección española vuelve a hacer creer al país en la magia del fútbol sala en busca de una comunión con la afición para el próximo reto, el Mundial que se jugará en septiembre en Colombia. Después de siete Europeos y conseguir el objetivo de #APorLa7, España buscará la tercera estrella mundial.