Aspil-Vidal Ribera Navarra cayó en cuartos de final de la XXVII Copa de España de Guadalajara, pero su rendimiento no puede admitir ninguna mala palabra, pues el planteamiento y la filosofía que imprime Pato roza la brillantez. Sin gol, pero la roza. Y ElPozo, en el ángulo opuesto, atesora unos jugadores de tal calidad técnica que no necesita de continuidad ni ritmo de juego para derrotar al contrario. A final de cuentas, le bastó una excelsa actuación de Fabio y dos goles de pillo para estar en semifinales de la Copa de España.

Los primeros minutos de temple no anticipaban la locura que se viviría minutos después, como si fuera el preámbulo educado a una carnicería. Todo es gentileza hasta propinar el primer zarpazo, cuando ya hay sangre y se huele el miedo. ElPozo dio dos. El primero, con denominación de origen ciezana, encontró a Álex en el segundo palo porque es conocido que el pívot camufla imanes Kelme bajo su suela, como ha hecho 23.485.350 veces esta campaña. El segundo, con una semivolea de Raúl Campos, que hizo como si le molestara la bola y acertó a superar a Molina. Ahí, con ventaja de 2-0, ElPozo se puso en modo intermitente.

Ribera Navarra, consciente de la situación, no se desvaneció y se agarró los machos con un Roger excepcional. El catalán es capaz de bailar sobre la pelota y, sin tocarla, reunir todas las miradas del pabellón. Es de admirar lo diferente que intenta Roger y, afortunadamente, lo que le sale. Su equipo no utilizó en ninguna oportunidad el pelotazo hacia arriba y estuvo concentrado en salir de presión con juego de toque y combinación. Brillante, pero apenas efectivo de cara a puerta. La baba se le caía al aficionado, pero no terminaba de llegar ese arreón que en busca del éxtasis. Se acercó Joselito, con el gol de la esperanza, aunque la sensación era que faltaba un poquito más.

Las llegadas puntuales de ElPozo hacían temblar a Pato, sobre todo en los contragolpes, que fue lo que le dio vida durante el encuentro al cuadro de Duda. Los tudelanos entonces se pusieron manos a la obra y comenzaron a crear juego y oportunidades. Pazos cazó un balón dividido que despejó Fabio y Andresito, en una falta ajustada al palo izquierdo del cancerbero, también rozó el empate. El marcador, apretado y emocionante, no cambió al descanso, y la afición de Ribera Navarra prosiguió con la animación de la grada dando un colorido especial al Palacio Multiusos de Guadalajara.

Tras el descanso, el rasero de los árbitros se puso bailongo y no hubo un criterio definido para señalar alguna falta. El mismo castigo tendría un roce por la espalda que un empujón sin venir a cuento. Aquello caldeó el ambiente y la intensidad en los balones divididos. Ahí los navarros se sentían cómodos, no rehuían el contacto y consiguieron llevarse varios rechaces que aprovechó Pedro, en la posición de pívot, para desgastar a Bebe y José Ruiz y molestar a Fabio. Los nervios, poco a poco, se acrecentaban  en los charcuteros, más cuando Joselito o Roger buscaban el regate con su descaro. Fue una maravilla ver a ambos alas, que estaban inspirados en el desborde. Andresito los secundó en la salida de balón y la toma de decisiones en campo contrario.

ElPozo necesitó desembarazarse de tanto asedio y enlazó tres acciones en las que probó a Molina. El cancerbero aragonés, para el que ya no hay palabras ni vocablos ni imágenes suficientes para calibrar su peso en el equipo, salvó todas las acciones de peligro con unos reflejos y una seguridad que tranquilizarían a cualquier víctima de la horca. La confianza subía y Joselito se venia arriba con dos caños en la misma jugada, que los hizo con una facilidad tal que parecía un entrenamiento. Aunque siguieron sin meter gol.

Aspil-Vidal llegó, llegó y llegó. Después llegó para, más tarde, llegar otra vez. Pero no embocó. Rubi, en varias ocasiones; Andresito, en otros tantos reversos, o Roger, en acciones al borde del área, no pudieron superar a Fabio. No hubo forma humano de hacerlo y los navarros parecían condenados a resignarse. Ni siquiera con un lanzamiento de 10 metros que falló Andresito se llegó al empate. El final inevitable alivió a los murcianos, que se vieron casi sin recursos en una segunda parte preocupante si su deseo es alzar la Copa de España. Ribera, por su parte, acabó molesto por no anotar gol, aunque orgulloso de que su despliegue hubiese contentado a cualquier amante del fútbol sala.

Este sábado se enfrentarán, por un hueco en la final, el vencedor del Movistar Inter y Burela Pescados Rubén, y el duelo que se decida entre ElPozo Murcia y el ganador del cruce entre Xota y FC Barcelona Lassa.