Aliviado podría ser un eufemismo para describir mi estado de ánimo, sentado cómodamente en un bar que no se encontraba dentro de una terminal del aeropuerto. Durante los días anteriores me había visto envuelto en 23 horas de viaje en avión seguidas en mi regreso a casa debido a mis aventuras relacionadas con el trabajo, sufriendo más retrasos y cancelaciones de los que podría contar. Sin embargo, después de un bienvenido día de descanso, estaba encantado de poder estar en lo alto de un taburete al lado de mi padre para disfrutar de la final de la Copa Confederaciones entre la anfitriona, Brasil, y la selección campeona del mundo, España. Sólo unas horas al viento que había alimentado con el Italia – Uruguay espectáculo donde Gigi Buffon fue el héroe en la segunda tanda de penaltis de la Azzuri en el torneo. El premio a sus esfuerzos- el tercer puesto. Pero ahora empuñando una Guiness en la mano izquierda, era finalmente el momento de disfruta del irrepetible duelo desde 1999, época en la que Brasil tenía solo cuatro estrellas sobre su escudo y el dominio mundial español era prácticamente inverosímil. La doble jornada de la fiesta del fútbol cuajó en una tarde de  domingo que me hizo añorar las ligas europeas, pero lo que apareció a continuación en la pantalla suscitó un aire de cambio de cara al futuro, tanto a nivel nacional como en el más grande de todos los niveles, el Mundial.

Previo al inicio de la Copa Confederaciones, Neymar describió la posible final entre Brasil y España como un “sueño”. Mientras tanto, el narrador de ESPN, Ian Darke, twitteó “…encuentro entre viejos maestros y nuevos reyes…” Recordando que este torneo es de los conocidos como aperitivo antes del primer plato del verano próximo. ¡Levante la mano si necesita una caja para llevar!

Antes incluso del pitido inicial o de la primera patada el balón, hinchas de todos los rincones del planeta estaban apiñados cerca de sus televisores y radios esperando esa final deseada por tantos. El estadio de Maracaná estuvo electrizante desde el principio, alimentado por un fervoroso patriotismo que tomó las calles de Brasil durante las últimas semanas en forma de revueltas y protestas en contra de las decisiones monetarias del gobierno. Las estrellas de Brasil no han hecho nada para mitigar el fuego al afirmar antes del torneo que están jugando para el pueblo brasileño. La Seleçao tenía un impulso importante a sus espaldas con un trofeo en juego.

Además, no sólo la hierba fresca de Maracaná jugó un importante papel para las dos fuerzas futbolísticas pero también para dos filosofías opuestas. Todos los jóvenes brasileños están enseñados no solo a ganar, sino también a humillar, para ser competitivo, para inspirar con su fútbol. Es una continuación de expectativas casi imposible de vivir debido a la evolución moderna de este precioso deporte. Y con actos como los de Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho, Romario, Zico, Sócrates, Garrincha, e incluso el propio Pelé, y una larga lista de nombre de la propia casa, la emulación es prácticamente imposible. Pero serán crucificados si no lo intentan.

Por otro lado, España ha revolucionado la manera en la que conocíamos el fútbol. Coincidiendo con la era de Pep Guardiola en el Barcelona, La Roja ha dominado el arte de la posesión, la tranquilidad y la paciencia, una práctica que adormece al oponente con un juego obsesivo hasta que la aguja está finalmente enhebrada con el fin de liberar la inyección letal. El público brasileño ha hecho conocer sus sentimientos sobre el estilo español con abucheos y silbidos, pero en su apogeo, la filosofía fue intachable. Guardiola ganó 14 trofeos con él en el Camp Nou y España ha levantado los dos últimos Campeonatos de Europa, junto con la Copa del Mundo de 2010. Pero con cada época de triunfo, la muerte acecha amenazante a cada esquina.

Es un comportamiento natural del ser humano el escalar hacia la gran cima del poder, el ejemplo del macho alpha si se prefiere. Uno gobierna la manada hasta que el líder se vuelve demasiado viejo para seguir con las riendas o es desafiado y derrotado por un producto de su propio dominio. Para todos ustedes con esta expresión de desconcierto, quería decir que Barcelona yo España han establecido una dictadura de terror con su modo de juego, los adversarios han estado muy ocupados en sus laboratorios buscando un antídoto para contrarrestar el virus paralizante. Este fenómeno se repite una y otra vez, redefinir y reinventar el estilo de juego. Es el vital cromosoma del ADN del fútbol lo que permite evolucionar y cambiar a medida que va pasando el tiempo.

Llámelo como quiera, pero el fútbol puede estar al borde de un gran avance. Pido disculpas si utilizo España y Barcelona como sinónimos durante el resto de nuestro viaje. Las dos exhibiciones que reflejan sus estilos de juego carecen de un elemento sorpresivo. A lo largo de esta última mitad de década, ver un once titular de la selección española sin al menos cinco o seis caras del Barcelona sería una novedad. Por lo tanto, hay una gran influencia de estilos y mentalidad que ha florecido bellamente en la capital catalana. Cuando hablo de uno u otro, tenga en cuenta que me refiero a la metodología de la mímica, encarnado por el tiki-taka, en lugar de la individualidad del equipo. Es la misma metodología a la que los cerebros de todo el mundo han estado buscando su punto débil con tácticas propias; el debate ha acabado con el éxito de algunas de estas mentes en los últimos tiempos.

Inicialmente, a nivel de club, los equipos trataron de dar la bienvenida al Barcelona con el feo ‘autobús’ táctica en la que se soporta la tormenta en el tercio defensivo. Estos partidos aburren a algunos y enfadan a otros, una cicatriz en la historia del fútbol pero fueron unas medidas realmente necesarias. Fue un ensayo y un error, que fueron esencuales para el siguiente paso. La táctica por lo general no funcionó. Uno o dos tiros fuera de la diana, pero si vas a acurrucarte ante la pelota para desviar los impactos de las balas, estás en problemas. El Barcelona fue demasiado bueno. Pero ¿qué otras opciones tenían?

José Mourinho fue lo suficientemente atrevido como para intentar un enfoque en su primer clásico en Noviembre de 2010 pero el tigre se volvió un gatito cuando en los periódicos se leía un 5-0 blaugrana al día siguiente. Tal vez se precipitó. Sin embargo, con cada fracaso acompañó una lección. El crecimiento desde ese punto parte de un largo y lento proceso pero la llave del reino se ha sido tallando de manera más efectiva en los últimos 6 meses. Veamos cómo.

Como todos los rompecabezas, es necesario tener todas las piezas para ver la imagen completa. La primera pieza es el atletismo flagrante. Suena muy sencillo, pero echemos un vistazo atrás. Bayern Munich, Real Madrid y Brasil son toda una muestra física. Dicho esto, el Madrid no ha perdido un Clásico desde el partido de ida de la Supercopa española en la temporada pasada, y ahora ha ganado 3 de los últimos cinco encuentros con su eterno rival. En un supuesto cara a cara, serían el claro ejemplo.

En el caso de España y Barcelona, la fuerza de aplastamiento de la presión constante del equipo rival ha perturbado el ritmo de pases. Los contrarios están aprendiendo a colapsar el centro del campo que sirve de apoyo como una autopista creativa para la dictadura del juego. Pero no es la única área sitiada. Los oponentes con fuertes y rápidas bandas con ganas de batirlos, los defensas del Barcelona/españoles tienen que ser más conscientes de sus responsabilidades defensivas, fraccionando su aportación al ataque limitando el número de jugadores, lo que al final acaba limitando la capacidad de mantener la posesión. Y la posesión es el elemento clave de esta estrategia.

El ritmo de los astutos jugadores ha ciertamente mantenido la mentalidad honesta de los jugadores del Barcelona/España – Ronaldo por el Real Madrid, Ribery y Robben por el Bayern de Munich, Neymar y compañía la pasada noche contra España, y posiblemente el mejor y más alto ejemplo: Italia contra España en la bien controvertida semifinal. Italia fue por algún casual el lado más amenazante, sobre todo en el primer tiempo gracias a su juego por las bandas. Anticuado pero eficaz en la medida en que todos sus jugadores, especialmente Christian Maggio, fue directo y sin tregua, creando oportunidades con centros tradicionales. Jardi Alba se destrozó un pulmón para subir al ataque en la final de la EURO 2012 para anotar ante Italia pero no hizo nada similar al año siguiente en la Copa Confederaciones. Tuvo otras cosas de las que preocuparse en su banda.

La semifinal contra Italia me recordó a los últimos clásicos. España (Barcelona en este ejemplo) controló la posesión y el ritmo del partido pero cuando Italia (anteriormente Real Madrid) logró apoderarse hoy de él, subió el campo sin parar y con un estilo directo y creando las mejores oportunidades al borde del descanso. Italia realmente debería haber aprovechado mejor sus oportunidades y fueron derrotados en el más horrible de todos los resultados, la tanda de penaltis.

Además, los defensas del Barcelona y España tienen que estar alerta por otra ración crucial. Los centrales están desarmados en situaciones de 1 contra 1. Ellos simplemente necesitan refuerzos. Ayer Gerard Piqué hizo una entrada a su nuevo compañero de equipo Neymar por lo que vio la tarjeta roja. Una jugada similar se presentó la pasada temporada cuando Piqué regaló un penalti tras tirar a Ronaldo en un 1 contra 1 en la Copa del Rey. Cuanta más gente haya entre los valientes delanteros y los centrales, mejor. Esto no quiere decir que Piqué sea un mal jugador. Puede parecer estúpido pero la solidad defensiva no es su mejor faceta. Sergio Ramos Sergio Ramos es propenso a los fallos y amonestaciones, aun así hace mejor las coberturas que su compatriota catalán, pero ¿quién más está realmente allí? ¿Raúl Albiol? Carles Puyol está forzando su estado de forma últimamente, sufrido, probablemente, por su dura vida como defensa. Debido a esto, su carrera internacional tiene claroscuros.

Otra pieza del rompecabezas es el personal del centro del campo. Brasil ganó ayer la batalla en el centro del campo contra España, un grupo que parecía desarmado. Xavi, Iniesta y Busquets son unos jugadores fantásticos con el balón pero ¿Cuántas agallas pueden ponerle cuando se trata de labores defensivas? Paulinho y Luis Gustavo ayer fueron animales en el centro del campo. Estaban en todos lados. Cada uno cometió cuatro faltas con las que hicieron un trabajo sofocante  para el mediocentro con su constante presencia. Fue un bajo barato para un trofeo, ¿no? Muchos equipos se mantienen alejados de la fuerte presión a España y/o Barcelona con miedo de ser barridos por una rápida combinación. Echemos un vistazo a los que hemos creado.

1.      Los defensas han sido neutralizados en su faceta ofensiva debido temerosos y grandes jugadores. Su participación se vio mermada por no decir algo peor.

2.      Los defensas centrales se han visto avasallados por delanteros menos artísticos pero más trabajadores limitando su filosofía de poder, la posesión.

El resto tienen cuidado de ellos mismos, ¿no? Mata y Pedro se quedaron obsoletos desde el momento en que David Luiz sacó sobre la línea de gol un disparo de Pedro tras un fallo de concentración de los brasileños. Sin la ayuda de los defensas y con el centro del campo anclado, Torres estaba solo and Luiz y Thiago Silva. Torres no iba a ganar esa batalla. Por ello, De hecho, apenas tuvo ocasión de oler el balón.

Del Bosque se vio forzado a cambiar a Arbeloa por Azpilicueta al descanso, ya que, en resumen, el defensa del Madrid estaba teniendo un pésimo partido. Jesús Navas tuvo un impacto inmediato creando un penalti pero Ramos los desperdició, acabando con toda esperanza del conjunto español. David Villa reemplazó a Torres en el minuto 60, pero estaba seguro de que veríamos a Javi Martínez en algún momento. Él fue la presencia física que estaba demandando el centro del campo para proteger a los creadores de juego. Esta temporada ganó el triplete con el Bayern de Munich como jugador de inicio pero ¿No puede contar con minutos con la selección nacional? Verdaderamente curioso, y más incluso con la ausencia de Xabi Alonso. Parece que no acaba de cuajar en el ahora amenazado estilo de juego de España.

Era evidente que los españoles estaban haciendo daño al rival cuando surgía una jugada a balón parado como ocurrió en sus mejores oportunidades con Ramos y Piqué merodeando por el campo para disputar los balones aéreos. Después de que Piqué fuese expulsado del campo, solo quedaba Ramos, y la ya estaba todo el pescado vendido en la final de la Copa Confederaciones 2013, con tan sólo 20 minutos aún por jugar.

España y Barcelona han sido criticados por carecer de un plan B, pero en su defensa debemos decir que apenas la han necesitado en los últimos cinco años. Pero con el poder creciendo a su alrededor el fin de una era podría estar rondando para ambos conjuntos. ¿Conservarán sus pistolas o reinventar la rueda? Hay decisiones que deben tomarse ahora, especialmente para España de cara a la Copa del Mundo.

En conclusión, Brasil venció por 3-0 siendo los merecidos campeones. 11 años habían pasado desde que el gran Felipe Scolari ganase la Copa del Mundo con la Seleçao en Corea / Japón. Créito para él por la configuración de las tácticas, pero el resultado final no era solo obra suya. Era una solución esperada y anhelada con impaciencia ante el problema que tanto Barcelona como España han creado. Brasil pudo obtener beneficios, pero la solución fue el esfuerzo colectivo de una variedad de entrenadores entre los que podemos incluir a Heynckes, Mourinho, incluso Allegri y muchos más. Cuando me refiero a problema, lo digo desde el cariño ya que lo que han conseguido Barcelona y España ha sido inspirador. Tan inspirador que ha provocado una manera de derrotarlos. Abrió los ojos de todo fanático del fútbol y ha hecho que él/ella reflexionen acerca de lo que el futuro nos depara. El nivel futbolístico se ha incrementado debido lo creado en España y a que no todos los equipos pues realizar la tarea de derrotarlos todavía. Para Brasil no supuso otra estrella sobre su escudo pero fue la guinda del pastel para un torneo fantástico.

Mi padre y yo pagamos la cuenta, colocamos nuestros taburetes, dimos las gracias al camarero y vagamos de nuevo al mundo sabiendo que algo era diferente. Algo había cambiado.

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