Iker Casillas tiene que jugar. Lo ha de hacer porque lo merece, porque se lo ha ganado durante toda su carrera y porque lo único que ha hecho para perder su puesto ha sido lesionarse. Ocurrió el pasado 23 de enero en Mestalla. Una patada involuntaria de Arbeloa en el minuto 16 de partido, con 0-0 en el marcador, le produjo una fractura en su mano izquierda que le obligó a pasar por el quirófano.

En lugar de confiar en el canterano Adán, Mourinho apostó por firmar a Diego López, un meta más que experimentado en la Liga, que había jugado en las categorías inferiores del cuadro blanco y que en esos momentos era suplente en Sevilla, después de descender con el Villarreal a Segunda la temporada anterior. 3,5 millones de euros fue el dinero abonado por el Real Madrid al conjunto hispalense, y López firmó un contrato hasta 2017.

A muchos nos extrañaba que el gallego, en lugar de intentar hacerse con un hueco en el Sevilla, firmara por un equipo en el que iba a acabar siendo suplente en cuanto Casillas se recuperase. Pero lo que no sabíamos, pero posiblemente él sí, es que Diego López firmaba por el Real Madrid porque se sabía con muchas opciones de ser titular.

Y así fue. Desde aquel encuentro de Copa en Mestalla, Casillas no se volvería a enfundar los guantes en partido oficial con el Real Madrid. Sí en la selección, con la que fue titular en la Copa Confederaciones. Y es que antes de lesionarse, el de Móstoles no había encajado ni un solo tanto en sus últimos cuatro encuentros, atravesando uno de sus mejores momentos de forma en una temporada que ciertamente no había comenzado muy bien.

Un portero especial

Casillas no es un portero cualquiera. No es uno más. Es una leyenda. Es para muchos el mejor guardameta de la historia de España, tiene un palmarés envidiable, es el capitán del Real Madrid y un icono no solo para el madridismo, si no a nivel internacional. Y cuando una estrella se lesiona, lo lógico es arroparle. Si el madrileño estuviese atravesando un mal momento, si no rindiese, si llegase la hora de su retirada; nadie es intocable. Pero Casillas, a nivel deportivo, nunca dejó de rendir bien. Simplemente se lesionó.

Si Beñat sufriese un problema físico, el Athletic no ficharía a otro centrocampista para suplirle. Si a Piqué le ocurriese lo mismo, el Barça esperaría por él –la lesión de Casillas sólo le mantuvo dos meses fuera de los terrenos de juego-. Lo mismo ocurriría con Arda Turan, Diego Costa, Griezmann, Carlos Vela y tantos y tantos otros jugadores fundamentales en sus equipos.

En definitiva, creo que Ancelotti se está equivocando en su decisión de continuar apostando por Diego López. El gallego está a un nivel espectacular, eso es innegable. No hay motivos deportivos para enviarle al banquillo. Pero es que, como digo, Casillas no es un portero al uso. Es una leyenda que debe estar en el campo hasta que deje de ser útil para su equipo. Y eso, como se puede comprobar cada vez que juega, no ha ocurrido. Por lo tanto, entendería perfectamente su salida en el mercado invernal si la situación no cambia.

Eso sí, resultaría curioso que un madridista de corazón, una persona que le ha dado su vida a una entidad como el Real Madrid, uno de los mejores porteros de la historia del fútbol, tuviese que abandonar su casa por una lesión de dos meses.

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Sobre el autor
Santy Menor
Avilés, 1989. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Valladolid y autor de 'La soledad del portero' (Éride, 2014). LA VOZ DE AVILÉS, TODODEPORTE, ELCOMERCIO.es y Sphera Sports.