Desde antes del verano, Vicente Del Bosque aprovechó cualquier declaración que le tocó hacer para insistir en que el partido que le preocupaba era el de Finlandia. Ese día llegó y su nerviosismo encontró justificación. Cualquier tropiezo podía complicar la clasificación para la Copa del Mundo del próximo mes de junio en Brasil, en donde la Roja debe defender título. Las ausencias de varios ilustres, la falta de ritmo propia de estas alturas de la temporada y el repliegue intensivo nórdico eran las preocupaciones del seleccionador. No se equivocaba. España estuvo gris, sin chispa. No obstante, la enorme diferencia de calidad, así como el tempranero gol de Jordi Alba encarrilaron el partido que sentenció Negredo a cinco minutos del final.

La sorpresa fue lo habitual

Se ha hablado hasta la saciedad de Iker Casillas en este principio de temporada. Los debates que genera su suplencia en el Real Madrid, se han trasladado a la Selección. Sin embargo, Del Bosque disipó cualquier duda otorgándole la titularidad y confirmando que es su portero. El capitán volvió al campo para cumplir 150 partidos como internacional y, a pesar de no tener excesivo trabajo, dejó su sello en el minuto doce, al sacar con los pies un rechace de Ramos que se envenenó peligrosamente hacia su propia portería.

Casillas cumplió 150 partidos como internacional. (Foto: Juan Flor | AS).

Las dos novedades en el once español fueron dos atléticos. Mario Suárez ejerció de cinco en el 1-4-3-3 de Del Bosque y Koke actuó como lateral derecho, en una posición poco habitual en el madrileño. Por su parte, Mika Paatelainen ejemplificó sobre el campo sus declaraciones en la sala de prensa: “Es una lucha de David contra Goliat”, comentó el seleccionador finés. Sobre el verde presentó dos líneas muy juntas, con cuatro en defensa y cinco en el medio y con Pukki, una isla arriba, buscando cazar alguna contra. El exjugador del Sevilla fue un quebradero de cabeza para los centrales españoles. Con metros para correr, el delantero demostró tener peligro.

El planteamiento de ambos equipos era sencillo: absoluto dominio posicional visitante y repliegue intensivo local. A partir de ahí, paciencia y circulación para unos y verticalidad y juego directo para otros, fueron las premisas para hacer daño al rival. El centrocampismo fue el protagonista en los primeros compases y, salvo la intervención de Casillas, no hubo peligro real.

Jordi Alba, en ruptura

Pico y pala. Así se presentaba el partido para España. Paciencia y velocidad de balón para minar el férreo planteamiento defensivo finés. Desgaste. Sobre el papel esa era la idea, sin embargo Jordi Alba desniveló la balanza antes de lo previsto. Fábregas recibió una pelota en línea de tras cuartos y, con una precisión milimétrica filtró un pase en profundidad para el de Hospitalet, que apareció como un avión a la espalda de la defensa. El lateral del Barcelona exhibió, además, gran calidad, para bajar el balón con la zurda y rematar con la derecha en muy poco espacio. Gol. Era el minuto 18 y el partido se ponía cuesta abajo para el equipo nacional. En un equipo en el que todo el mundo la quiere al pie, el catalán pone la diversidad yendo al espacio.

Jordi Alba, llegando al espacio, desniveló la balanza

A partir de ahí, la premisa era clara: crecer a partir de la pelota. Balón, balón y balón. Sin embargo, las sensaciones no eran buenas. Espesura. Circulación muy lenta y poco precisa que permitió a Finlandia, tener acercamientos al área de Casillas. Estos escarceos nórdicos dejaron a España algo más de espacio para generar ocasiones. Pero no era el día. En una contra, Villa pisó área desde el carril del once pero su disparo, desde una posición muy escorada, se marchó desviado. El resto de llegadas se producían casi por inercia, ante la gran cantidad de campo que cedieron los finlandeses, pero la sensación de peligro era inexistente. De esta forma se alcanzó el descanso.

Cada vez más atasco

La tónica de la primera parte fue a más en la segunda. España nunca se encontró. Los finlandeses se mostraron rocosos e incomodaron en gran medida el juego combinativo rojo. No obstante la poca clarividencia de Iniesta y Xavi lastró en gran medida al equipo. Sin fluidez. Los minutos pasaban y el gol de la tranquilidad no llegaba y, lo que es peor, el juego cada vez era más lento y previsible. Ante esta situación, Finlandia se creció y empezó a adelantar las líneas y a presionar algo más arriba. Las bajas de Busquets y de Xabi Alonso se echaron de menos en esos momentos. A España le faltó jerarquía en la salida de balón y sentido táctico. Varios desajustes defensivos hicieron temer lo peor, pero la candidez nórdica se notó en los metros finales. España nunca se encontró Dos tiros muy desviados y uno muy manso a las manos de Casillas fue el bagaje local en la segunda parte.

Del Bosque reaccionó al atasco del juego español. Navas entró por Villa para dar más amplitud y el sevillano ofreció prestaciones distintas al patrón habitual. Profundidad y verticalidad. Sin embargo, la mejora colectiva no llegaba.

Negredo acaba con la incertidumbre

El fantasma del partido de ida en Gijón sobrevoló el Olímpico de Helsinki durante la segunda parte. Un gol de Pukki en una contra en los últimos minutos le había dado el empate a Finlandia en el Molinón. Esa psicosis persiguió permanentemente a los jugadores españoles, a medida que los minutos pasaban y la sentencia no llegaba.

Negredo celebrando su gol. (Foto: Juan Flor | AS).

En medio de ese nerviosismo apareció Álvaro Negredo. El vallecano, que había relevado a Fábregas en el 71, remató a la red un servicio de Navas desde la derecha en el 85. Finlandia se había ido a por el empate en los minutos finales y, con espacios a su espalda, la conexión citizen cerró el partido. Ya con Cazorla en el campo (entró en el 80 sustituyendo a Pedro), España se dedicó a contemporizar en busca del pitido final. El segundo gol fue la tranquilidad definitiva para ganar tres puntos que, sin ser brillantes, se hacían imprescindibles para no pasar apuros en la clasificación para el Mundial.

Además de la victoria española, Francia empató a cero en Georgia, lo que deja a los de Del Bosque con tres puntos de ventaja sobre los galos. A los campeones del mundo les quedan dos partidos, ambos en casa: el once de octubre en Mallorca contra Bielorrusia y el quince contra Georgia en Albacete. En esas citas buscará la Selección sellar su billete para defender su título en Brasil 2014.

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