Me encontraba entrenando por los alrededores del campo de fútbol del Peñón (Puerto de la Cruz-Tenerife), cuando oigo el sonido de un silbato. Entonces, mi compañero de entrenamiento me comenta que se está jugando un partido de fútbol, ya que le pareció que el sonido venía del pitido de un árbitro señalando alguna infracción. Lo miré sin dejar de correr y le dije: "Estás equivocado, ese sonido no puede ser de un árbitro, un colegiado cuando hace sonar el silbato suena de forma diferente". Nos detuvimos para salir de dudas y nos acercamos al estadio, mi amigo me mira y me dice: "¡Increíble! ¡Qué arte tienes! Con solo oír el sonido sabías que no era un árbitro". El que estaba pitando el encuentro era el padre de uno de los chicos que estaban jugando.

Desde un principio la forma de señalar las infracciones en el balompié ha evolucionado considerablemente. En sus comienzos, se mostraba un pañuelo cuando el juego tenía que ser detenido; el jugador que se encontraba de espaldas al árbitro no se enteraba y continuaba jugando, y cada vez se veía más en la necesidad de introducir una señal acústica para detener el juego. El primer experimento fue el sonido de una campanilla que consiguió mantenerse varios años; pero la señal era muy floja y en ocasiones se producían conflictos.

Antes del silbato, se utilizaron desde pañuelos hasta campanillas para señalar infracciones

Hasta que llegó el silbato, que cuando es utilizado por un árbitro experimentado, se oye perfectamente incluso en estadios con más de 50.000 espectadores en plena faena. Si queremos que el uso del silbato tenga el efecto deseado debe ser utilizado de forma correcta. Tenemos que evitar utilizarlos continuamente cuando no sea necesario en saques de banda, de esquina, dar la orden de ejecutar un tiro libre, siempre que no se pida la distancia reglamentaria... si lo utilizamos continuamente tendrá un impacto menor, y cuando sea necesario su uso, éste no tendrá el efecto que buscamos. Un ejemplo claro de cuándo hay que utilizarlo es si hay dos adversarios que van a coger el balón para ejecutar un saque libre, si tomamos la iniciativa adelantándonos haciendo uso del silbato con un sonido sonoro, fuerte y firme, podemos evitar conflictos consiguiendo hacer un arbitraje preventivo.

El sonido tiene que transmitir a los jugadores que algo ha pasado, debe emitir una señal fuerte, con decisión y seguridad, tiene que sonar diferente en cada decisión para poder diferenciar la gravedad de la acción señalada. Si pitamos igual un saque de banda que un tiro penal o una acción de juego brusco-grave, no transmitimos la importancia o gravedad de la acción sancionada. Nunca hacer sonar el silbato puede ser objeto de duda por parte de los jugadores, el silbato tiene que expresar la importancia de la sanción señalada.

El silbato tiene que sonar diferente en cada decisión

La regla 5 nos indica, claramente, cuando su uso es obligatorio: al iniciar y terminar los encuentros, después de un gol, cuando se producen infracciones a las reglas de juego, reanudar el choque después de un tiro libre y siempre que se haya pedido la distancia reglamentaria por un jugador del equipo que va a poner el balón en juego, siempre que se vaya a reanudar el transcurrir de la contienda después de mostrarle una cartulina amarilla o roja a un jugador, lesión de un jugador o después de una sustitución. No será necesario hacer sonar el silbato para interrumpir el juego: en un saque de banda, meta, esquina, o tiros libres, así como para su reanudación.

Tampoco es necesario su uso cuando un equipo consigue un gol; se señala con un gesto claro el medio campo y con eso bastaría. En el gol recomiendo su uso cuando los jugadores no lo tienen claro, o tienen dudas si ha traspasado totalmente la línea de gol.

Siempre aconsejo a los colegiados que practiquen en los encuentros de fútbol base, incluso en los entrenamientos, tenemos que hacer del sonido del pito nuestra comunicación con los jugadores.

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