En una época donde el árbitro de fútbol podía ser insultado impunemente y con una imagen totalmente deteriorada, vestían de negro; un color oscuro sin vida, un colectivo poco o nada valorado, hasta que llegó un joven descarado, con un estilo diferente, con clase, arrogante, prepotente, desafiante, autoritario, que miraba al tendido con indiferencia, consiguiendo que el color negro de su equipaje brillase por primera vez. Su aspecto físico, imagen y forma de actuar sobre el césped, con más presencia de galán televisivo o de futbolista que de árbitro, hicieron que muchos jóvenes quisieran seguir sus pasos, se llamaba Guruceta Muro.

Nació en San Sebastián el 4 de noviembre de 1941, se inició en el arbitraje desde muy joven y a los 28 años debutó en Primera División, siendo internacional durante 16 temporadas, participando en los Juegos Olímpicos de Montreal y Moscú.

Todos los árbitros son recordados por algún escándalo, el de Guruceta fue sonado, pasó hasta por la comisaría de policía. Ocurriría en los Cuartos de final de la Copa del Generalísimo de 1970, en el estadio Santiago Bernabéu entre los equipos del Real Madrid Y FC Barcelona. A consecuencia de su actuación estuvo recusado por el Barcelona durante 14 temporadas de las 18 que permaneció en Primera División.

Con Guruceta, España descubrió que el árbitro de fútbol podía ser arrogante, estiloso, prepotente, desafiante y admirado por todos. Tenía tablas para hacer callar a jugadores, directivos y periodistas con un simple gesto o una frase: “Soy amateur, es normal que me equivoque".

En la carrera deportiva de Guruceta sólo faltó arbitrar una fase final de un mundial. A sus 45 años, la que sería su última temporada, la 86/87, antes de retirarse para centrarse en el mundo empresarial, fundando una empresa de zapatillas deportivas con su propio nombre; excepto en Barcelona. Después 16 temporadas en la élite del arbitraje sufre un accidente de tráfico perdiendo la vida en el acto.

La muerte de Guruceta dejó un enorme vacío en el arbitraje español, perdíamos al primer árbitro mediático, se nos fue un referente, un espejo para muchos jóvenes que querían ser árbitros siguiendo sus pasos y sentirse orgullosos. Recordado por escándalos pero también por su gran personalidad y talento natural para el arbitraje.

Como decimos en Canarias: “Aunque me hinque cuatro higos picos, su nombre lo tendré en la pared que nunca albeo. Usted sí que sabía llenar la cachimba en esto del arbitraje". ¡Agradecido maestro!