Los valores son de gran ayuda para cualquier deportista, pero en especial para aquellos que tienen que tomar decisiones en décimas de segundo, como pueden ser los árbitros de fútbol. Su comportamiento dentro y fuera del terreno de juego tiene que ser ejemplar y un modelo de conducta en todo momento, sin dejar margen a la duda de su honestidad y profesionalidad. 

Estos proporcionan los principios y las pautas a seguir para poder desarrollar con garantías la difícil misión de dirigir un encuentro, suministran al colegiado unos patrones esenciales para lograr que las metas y la finalidad expuesta en la reglamentación se cumplan sin discusión posible. Transmitiendo seguridad en todo momento para alcanzar que se respete el espíritu de las reglas de juego, a la vez que transmites a la sociedad futbolística un gran interés y convicción por cómo realizas tu trabajo y la manera en que lo desarrollas.

Sin lugar a dudas uno de los valores más importantes que tiene el colegiado para ejercer su cometido sobre el verde y, con garantías de éxito, es la credibilidad. Sin esta “herramienta de trabajo” es muy difícil que jugadores y entrenadores sigan sus indicaciones y acaten las reglas de juego, aquí es donde tiene que poner toda su atención y concentración por mejorar. El respeto se gana a través de la autoridad moral; siendo coherentes con lo que se tiene que hacer, aunque las decisiones que se tomen no sean las más populares o las menos que agradan.

Si los jugadores tienen la obligación de llegar al estadio con una hora y media de antelación, el equipo arbitral tiene que actuar exactamente igual con lo que está reglado. Hay que evitar llegar más tarde que los jugadores, cuando alguien espera por otro solo está sembrando una imagen negativa; esta creará crispación y desprecio hacia tu trabajo. Si quieres evitar la crispación y que te traten correctamente, da ejemplo y manten un trato profesional con todas las personas que participen o no en el juego. Si dices que vas hacer algo, hágalo.

La credibilidad es de vital importancia para poder desarrollar y desenvolverte con garantías de éxito en la compleja labor del árbitro, no solo sobre el terreno de juego sino en su vida diaria.No hay otro camino si queremos conseguir alcanzar y ganarnos ese respeto que tanto se echa de menos en ocasiones. Cuando consigues que dentro de la sociedad todos te valoren como persona, sucederá lo mismo cuando te pongas en la piel de deportista como árbitro sentirás cómo dentro de la cancha todos los participantes en el encuentro verán en ti una persona honesta y acatarán tus órdenes sin dudar ni un instante de tu profesionalidad, es la fiabilidad que tienen depositada en ti, te la has ganado a pulso en tu vida diaria.

Si confían en ti confiarán en tu arbitraje y en el colectivo al que representas. Tienes que “respirar y transmitir” con cada paso integridad y honestidad. Los jugadores sobre el verde tienen que creer y tener confianza en tu labor por encima de todo, tienen que palpar que están protegidos en todo momento de los violentos.

Con buenos argumentos, con tranquilidad, energía y a la vez convenciendo con nuestro conocimiento y trabajo, conseguiremos que los partidos transcurran por causes normales. Una vez nos hayamos ganado el prestigio de buen profesional y que los jugadores vean que somos igual de serios que ellos; unos deportistas que lo dan todo para que salga bien el partido, estos se quedarán tranquilos y se dedicarán únicamente a jugar, depositando toda su confianza en nosotros y acatarán nuestras decisiones sin dudar.

Eso sí, si no convencemos y demostramos que lo estamos dando todo, no tendrán seguridad en nosotros y protestarán más de lo normal, e intentarán en ocasiones buscar la justicia por su propia mano, siempre que la ocasión se preste utilizarán al colectivo como “escudo de defensa” para justificar sus actos.

La mejor manera de ganarse la confianza de los jugadores es teniendo el talante necesario para dirigir un grupo. Cuando se toman decisiones hay que estar serios pero amables, sin gestos exagerados, ni abusar del diálogo, pero firmes, en el arbitraje hay que actuar con dureza y rigor contra los violentos, no te puede temblar el pulso a la hora de expulsar a un jugador que no se comporte respetando los principios del FAIR PLAY. No puede existir perdón, hay que ser implacable en la lucha contra los tramposos y los agresivos.

Recuerda que no es recomendable hablar constantemente con los jugadores y dando explicaciones para justificar tus decisiones, no estás sobre el terreno de juego para hacer amigos, tienes que tomar decisiones que en ocasiones son comprometidas así que no puedes estar en todo momento hablando con los jugadores para aclararles tu decisión. Cuando te dirijas a algún jugador nunca le levantes la voz, si muestras respeto conseguirás que acaten sus decisiones y muestren más atención a tus ordenes y te tiendan una mano cuando la cosa se complique.

Durante los noventa minutos tienes que estar concentrado, en continuo movimiento y siempre en busca de una mejor posición, no se te puede escapar nada, mantener la comunicación con los árbitros asistentes y con el cuarto si lo hubiese. No solo basta con vestirse de corto, tiene que dar lo mejor de ti y contagiar a tus compañeros de la energía, alegría, vitalidad y profesionalidad que son de suma importancia para que el equipo arbitral funcione como un equipo.

Mejora tu postura, mantente recto, una buena postura dice mucho de la persona, transmite entusiasmo cuando realices cualquier actividad, cuida tu imagen personal, viste bien y transmite seguridad te ayudarán a entender mejor este estilo de vida que has elegido.

La credibilidad no solo se gana sobre el terreno de juego, intenta siempre ser igual, según actues en el trabajo, colegio, con la familia o amigos, actuarás dentro del terreno de juego, recuerda que ser árbitro de fútbol es más que practicar un deporte y saber las reglas del juego, es el estilo de vida que has elegido.

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Sobre el autor
Manuel Pérez Lima
Exárbitro de Primera División.