Protágoras fue uno de los primeros filósofos del Mundo Antiguo en la Atenas del siglo V a.C. Centró sus contenidos principalmente a ámbitos éticos y, sobre todo, en la validez que podían llegar a tener (o no tener) las afirmaciones absolutas de quien las portara. Su teoría principal defendía que en esta vida todo es relativo. Asimismo, todo argumento tiene dos caras que pueden ser igualmente válidas. 

Pongámonos en situación: en un día de primavera en Madrid a temperaturas más o menos altas, un sueco sentirá mucha calor en su cuerpo mientras que un egipcio se encontrará en un ambiente frío. Ambos tienen razón, según sus perspectivas, y por lo tanto demuestran que esa misma situación es relativa y sin verdad absoluta como para definirla universalmente igual hacia todos los públicos. 

Mourinho y Guardiola son muy diferentes, pero también muy buenos

Aplicado al fútbol, podríamos diferenciar dos entrenadores mundialmente conocidos y con enorme éxito pero, sin embargo, con dos maneras de jugar y dirigir casi opuestas. Mientras que Mourinho busca ganar a partir del juego directo, Guardiola lo hace con el dominio del balón y la posesión como principal herramienta para adelantarse al rival. 

Ambos representan en la máxima instancia dos tipos de fútbol válidos para conseguir lo que el deporte de máximo nivel pide: la victoria. No existe un único estilo de juego ganador. Klöpp y la verticalidad del Borussia Dortmund son una referencia o Sacchi y su defensa zonal en su día también. 

Nos encontramos en un contexto histórico donde las tendencias son más feroces que nunca. Mientras que la salida lavolpiana del Barça de Pep Guardiola se convirtió en su día en una herramienta casi obligada para cada entrenador en sus equipos y categorías, el 4-4-2 orientado el balón rival a carriles exteriores y orden defensivo del Atlético de Madrid de Simeone fue una "dictadura" de modelo de juego en incluso equipos de fútbol base. 

La validez de un estilo de juego reside en la calidad de sus argumentos

Protágoras afirmaba que nada es inherentemente bueno o malo. Lo que es correcto, decía, se encuentra en que la persona o la sociedad lo encuentren así. Para él todo tipo de juicio era subjetivo, sin la existencia de absolutos. ¿Es mejor el estilo de juego de Guardiola que el de Mourinho? ¿Es mejor tener la posesión como fin para marcar que el contraataque? Las respuestas vendrían condicionadas siempre por la opinión de cada uno, siempre defendidas con argumentos válidos, y ayudadas de enormes variaciones añadidas: qué tipo de jugadores tengo, en qué dimensiones juego, qué cultura de país me encuentro, la sinergia entre los jugadores o la interrelación de los mismos... 

El fútbol es una pregunta con más de una respuesta

La idea que uno transmita a su equipo se valdrá entonces de la capacidad de persuasión, convencimiento y recursos que utilice. El fútbol consta de azar, errorres, incluso condiciones externas, como por ejemplo la meteorología. No es un dogma, no es una pregunta con una única respuesta válida. No existen fórmulas seguras de éxito, pero sí diferentes caminos muy válidos para conseguirlo. 

Cada vez existe más gente defensora del fútbol que le gusta y no del fútbol puramente dicho. Personas que no consiguen ver con buenos ojos lo que Simeone propone porque ha estado previamente dictada con el juego de posición de Guardiola. Aficionados que ven jugar al Chelsea de Mourinho y lo relatan como el "antifútbol" porque, creen, es más importante tener la posesión. También a la inversa, defensores del juego directo, negando las altas posesiones de los equipos de Guardiola (¡y cuánto éxito han tenido!). 

El punto de vista seguirá siendo subjetivo por las mismas atribuciones que contiene, y es esa misma visión la que acabará sentenciando una cosa como buena o no a partir de los ojos que vean lo que tienen delante, pero nunca convendría pensar que existe una única vía para llegar a realizar "un buen fútbol". Porque, simplemente por ese reduccionismo, limitamos nuestras posibilidades de ver más y crecer bajo más referentes.