Hay veces en las que uno se para a pensar, y echa la mirada atrás para encontrar todos los éxitos que se han cosechado en el mundo del fútbol hasta el día de hoy, y claro, hay unos que se han ganado jugando de una manera, y otros de otra, ambas válidas, porque todos sabemos que en el mundo del fútbol, y en deporte en general, no hay nada escrito. Pero claro, casualmente, la mayoría de los títulos que se ganan se consiguen tras haber jugado un fútbol atractivo, atrevido, incluso me atrevería a decir de ataque, y eso es lo que ha quedado demostrado una vez más tras terminar el Mundial de Brasil. Alemania, “Die Mannschaft” (en alemán, El Equipo) nos ha demostrado una vez más que jugando bien al fútbol se puede ganar, y se seguirá ganando, porque no sólo vale con poner a los buenos en el campo a que jueguen, hay que saber dónde juegan, en qué posición exacta y en qué zona del campo rinden más, y lo más importante, que el equipo sepa a que juega. Hay dos cosas básicas que comparto totalmente con el gran Johan Cruyff: la primera es que los buenos tienen que jugar siempre y la segunda es el concepto de fútbol total. Que los buenos tienen que jugar siempre parece una obviedad, pero hay que tener cuidado, porque los jugadores son personas y no máquinas, no pueden jugar sesenta partidos por temporada sin que tenga repercusión en ellos, por lo tanto, ahí entra en juego el banquillo, por eso es muy importante que en un equipo nadie se sienta titular, porque en cualquier momento puede salir un compañero que lo va a hacer igual o mejor que el otro. Alemania tenía mucho de esto en el Mundial, tenía un once fantástico que podía dar lo mejor, pero luego en el banquillo tenía más opciones para cambiar un poco el planteamiento y jugar una baza nueva al contrario. Hemos visto jugar a Löw con falso nueve, pero luego hemos visto a Klose hacerse con el reconocimiento de mayor número de goles marcados en los Mundiales, también tenía extremos fantásticos como Draxler en el banquillo, para proporcionar velocidad por las bandas por si hacía falta en algún momento, al igual que Marco Reus, que al estar lesionado, no ha podido estar en la banda izquierda, pero claro,  aparte de ser extremo, Reus también hubiera aportado mucha visión de juego al equipo. Esta serie de ejemplos nos llevan a hablar de la segunda idea, que es el concepto de “fútbol total”, y es que Alemania y más concretamente Löw, sabía perfectamente a lo que iba a jugar su equipo, porque en todo momento la propuesta en el campo fue tener el balón, y mientras lo tengamos nosotros, no nos pueden hacer ocasiones. Por supuesto, con la posesión del balón, garantizas que tu equipo tenga ocasiones, y eso te lleva a que vayan a producirse muchas ocasiones a balón parado, que es una aspecto muy importante en este deporte y que hay algunos que no le dan demasiada importancia, pero en Alemania, hemos visto como han ido trabajando estas jugadas y como las han intentado aprovechar con diversos recursos a la hora de sacar esas faltas o corners con Toni Kroos, Mesut Özil o Müller. Pero el concepto importante es lo de “tener el balón”, porque eso implica tener jugadores talentosos en el campo, jugadores que son capaces de ver la jugada antes de recibir un pase del compañero, que son capaces de moverse para, al menos, tener dos o tres opciones de pase para que el balón circule más rápido, y por supuesto, para conseguir que se marquen goles. Y todo esto no implica correr demasiado, porque si en el centro del campo tienes a Khedira o Schweinsteiger, eso te garantiza que el equipo no se “parta”, y por tanto, tienes asegurado el centro por si se produjera algún contraataque. Todos estos conceptos más asegurarse de cómo hacer daño al contrario, pueden ser suficientes para ganar un Mundial, y eso es lo que no supo ver Scolari en el partido contra Alemania, porque en todo momento, la selección Alemana sabía lo que tenía que hacer, y lo dejó muy claro desde el principio con esa presión arriba para provocar “el patadón arriba” de Brasil. Sabían que Brasil no iba a poder sacar la pelota jugada desde el principio, y esa fue la clave. El resultado fue un “baño táctico” de Löw a Scolari como el de Klopp a Mourinho en la semifinales de Champions del año pasado.

Al final, el tiempo le dio la razón a Löw, y por lo tanto, le dio la razón al buen fútbol. Muchas gracias y hasta el próximo artículo.