Hace veinticinco siglos Sun Tzu, general chino que vivió en aquella época escribió El Arte de la Guerra, el mejor libro de estrategia de todos los tiempos que inspiró a numerosas figuras históricas como Napoleón, Mao Tse Tung, Maquiavelo. Con apenas ochenta y dos páginas es uno de los textos clásicos más importantes de la literatura china; los dos mil quinientos años transcurridos no le han restado vigencia pues sus máximas, aplicadas en diversos campos, (no solo en el de la práctica militar) siguen siendo altamente útiles. Es la sabiduría aplicada a la estrategia suprema,  basada fundamentalmente en el conocimiento de la naturaleza humana en una confrontación. Por tanto su aplicación en el campo de los deportes y muy en concreto del fútbol (del que se ha asegurado en muchas ocasiones que es una alegoría de la guerra) puede ser tan recomendable que sorprende a todo aquel que haya tenido la oportunidad de leerlo.

Y en mitad de la batalla, del bombardeo de ideas surge este texto, como una sucesión de máximas y estrategias de Sun Tzu trasladadas a un campo de juego, a la acción y confrontación de dos contendientes y el rodar de un balón. Como decía el escritor argentino Osvaldo Soriano “El fútbol tiene la significación de una guerra sin muertos, pero con conflicto. Con drama, reflexión e ironía”, no es de extrañar por tanto que la afirmación de Sun Tzu respecto a que todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño, sea también uno de los axiomas del fútbol.

Muchas de las frases y conceptos estratégicos del fútbol podrían extraerse sin ningún tipo de problema de citas literales de la obra de Sun Tzu, cambiando vanguardia por delantera o guerra por fútbol y eso es precisamente lo que pretendo demostrar en las siguientes líneas. La gran enseñanza es que las ideas permanecen siendo válidas pese a los 25 siglos transcurridos desde que se escribieron…

Como cité con anterioridad el arte de la guerra se basa en el engaño, esto es que las tropas han de aparentar inactividad cuando se mueven. Si está cerca del enemigo aparentar que está lejos y si está lejos aparentar que está cerca, poner cebos para atraerle y golpearle cuando está desordenado.  Esto en el arte del fútbol es la capacidad de los equipos y sus elementos individuales para hacer creer al rival una acción conjunta o individual, cuando en realidad se está preparando otra absolutamente distinta con la que se sorprenderá al equipo rival. En esencia lo de toda la vida, el arte del engaño, apuntar para un lugar y salir por el otro lado, poner como cebo el balón, esconderlo, enseñarlo y superarlo cuando el desorden haya cundido en las líneas enemigas.

Al equipo rival (el enemigo) hay que buscarle los punto débiles, si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo, vamos el ABC de la picardía en el fútbol de toda la vida, el profesional, el amateur y el de puro barrio. Sun Tzu era un gran estratega y no tengo duda de que habría sido un buen entrenador de fútbol. Decía Tzu que si las tropas enemigas (el equipo rival) se halla bien preparadas tras una reorganización, intenta desordenarlas. Ataca al enemigo cuando no está preparado y cuando no te espera.

En la guerra como en el fútbol lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia decisión es la perspectiva de ganar. Lo que desanima a los adversarios de ir hacia a ti es la probabilidad de sufrir daños. Por tanto debes tener en cuenta que hay dos tipos de rivales (enemigos), aquellos que con el incentivo de la victoria pueden dejar desguarnecida su retaguardia y los prudentes que atenazados por la posibilidad de sufrir daños se hacen fuertes en las zonas defensivas. En función de ello ha de ser tu respuesta para derrotar al distinto tipo de enemigo.  Cuando los adversarios están en posición favorable debes cansarlos, y cuando están descansando aferrados en zonas defensivas, ponerlos en movimiento.

Para tomar infaliblemente lo que atacas, ataca donde no haya defensa, o sea busca siempre el espacio libre y entra a cuchillo por esa zona desguarnecida por el enemigo. Y para mantener una defensa infaliblemente segura, defiende donde no haya ataque, o lo que es lo mismo la tan repetida teoría de que el primer defensa de tu equipo es el delantero más adelantado, que obstaculiza el avance inicial del enemigo.

Se extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener forma, de no revelar al rival tu estrategia e intenciones. Para avanzar ataca sus puntos débiles y para retirarte de manera esquiva se más rápido que ellos. No olvides que las situaciones militares y futbolísticas coinciden en que se basan en la velocidad: llega como el viento, muévete como el relámpago y tus adversarios no podrán ni verte. Esto es especialmente demostrable en equipos como el Real Madrid y su ataque devastador.

Aunque tu adversario se encuentre atrincherado en posiciones defensivas no podrá evitar, luchar, salir si atacas en el lugar correcto en el que debe acudir al rescate. Este hecho es especialmente significativo en el caso del Barcelona y los problemas que ha tenido los últimos tiempos para contrarrestar este tipo de defensa.  Para ello debes dar constantemente falsas pistas, entrando en batalla en el momento y el lugar adecuado, estableciendo cambios estratégicos para confundirlos y llenarlos de incertidumbre. Pr consiguiente, cuando induces al equipo rival a efectuar una formación, mientras que tú mismo permaneces sin forma definida estás concentrado, mientras que tu adversario está dividido. Haz que los rivales vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz que los rivales vean como ordinario lo que es extraordinario para ti. De esta forma induce al adversario a crear una formación, que una vez conocida puedes y sabes por donde atacar, especialmente por el hecho de que al no ser visible tu formación el adversario dividirá sus fuerzas y en ese momento encontrarás la superioridad.

No olvidéis, lo que estáis leyendo son estrategias militares, pero aún sigo investigando si es posible que hace veinticinco siglos Sun Tzu ya poseía el carnet de entrenador de fútbol.  Prosigue Sun con su disertación sobre una batalla, afirmando que el adversario no ha de conocer por dónde piensas librar la batalla, pues esa división provocará en el rival que cuando su vanguardia esté preparada, su retaguardia será defectuosa y viceversa. Las preparaciones en su ala derecha significarán carencias en el ala izquierda y así para todas las líneas del equipo (enemigas).

Todo general (entrenador) puede y debe cambiar sus acciones y revisar sus planes, de manera que nadie pueda reconocerlos. La victoria está mucho más cercana cuando no es posible entender en ningún momento cuáles son tus verdaderas intenciones. Para ello es vital una vez más el arte del engaño, un engaño llevado a tal grado que sea posible engañar a tu propia tropa, tu propio equipo, que debe seguir al entrenador hasta la última instancia incluso sin conocer el destino.  El deber del general, el líder es poner a la tropa en situaciones peligrosas, para conocer realmente como es su respuesta ante situaciones límites, algo que se debe hacer tanto en pretemporada y entrenamientos (guerra simulada), como en situaciones de partido y guerra con munición real. Así pues, una operación militar preparada con pericia debe ser como una serpiente veloz que contraataca con su cola, cuando alguien le ataca por la cabeza, que contraataca con la cabeza cuando alguien le ataca por la cola y contraataca con cabeza y cola, cuando alguien le ataca por el medio, justo lo que hace el Cholo y su Atlético de Madrid. Haz del frente la retaguardia, haz de la retaguardia el frente con cuatro cabezas y ocho colas. Haz que la cabeza esté en todas partes, y cuando el enemigo arremeta por el centro, cabeza y cola acudirán al rescate.

Es por tanto El Arte de la Guerra, El Arte del Fútbol, en una batalla los generales que son derrotados son aquellos que además de ser incapaces de calibrar a los adversarios, no conocen las capacidades individuales y colectivas de sus soldados. En el fútbol actual esto es también de vital importancia, pues se ha de seleccionar a una plantilla según los niveles de calidad y preparación de la misma. En un antiguo libro de operaciones militares se afirmaba que en una guerra las palabras no son escuchadas, por ello se hacen los símbolos, las banderas y los tambores. En una contienda las banderas y los estandartes se hacen a causa de la ausencia de visibilidad. En el fútbol y la guerra, símbolos, banderas, tambores y estandartes, se utilizan para concentrar y unificar a las tropas (equipos y afición), indicando un objetivo y la dirección correcta hacia la victoria. De esta forma se le recuerda a la tropa la causa por la que avanza y el lugar hacia el que ha de avanzar.

Una tropa, un equipo, es rápido como el viento en el sentido que llega sin avisar y desparece como el relámpago, tan difícil de conocer como la oscuridad, cuyo movimiento es un trueno que retumba. La BBC del Real Madrid… La dificultad de la lucha armada es hacer cercanas las distancias largas y convertir los problemas en ventajas, en esencia lo que consiguió Pep Guardiola, la vertiginosa circulación del balón y el bendito problema de tener la pelota. Precisamente respecto a ello el Barcelona de Luis Enrique se enfrenta a su mayor reto, pues la victoria en la guerra no es repetitiva, sino que adapta su forma constantemente. Determinar los cambios apropiados, significa no repetir las estrategias previas para obtener la victoria. La clave puede radicar en adaptarse desde el principio a cualquier formación que los adversarios pueden adoptar. Como decía Bruce Lee: “Be Water My friend”, pues las formaciones, las estrategias deben ser como el agua, sin forma fija y absolutamente adaptables a cualquier situación. Es más yendo un poco más lejos como defendía el sabio estratega militar chino, el objetivo es inducir al adversario a adoptar formaciones específicas para conocer sus puntos flacos, probar al rival para averiguar sus puntos débiles y fuertes. Pero el punto final y la piedra filosofal de todo equipo, muy especialmente en el caso del Barcelona el objetivo de la formación del equipo, del ejército es llegar a lo no forma. Es entonces cuando no se tiene forma, cuando el adversario, sus informadores y sus estrategas no pueden descubrir nada y por tanto les es imposible crear una contra-estrategia.

Puede ser la búsqueda de la utopía, pero en estas fechas en las que está a punto comenzar la batalla, en las que la guerra del fútbol comienza a definir sus estrategias, bien merece la pena intentarlo, especialmente si la enseñanza procede de uno de los mayores estrategas militares de la historia Sun Tzu, que muy sabiamente afirmaba: “la mejor victoria es vencer sin combatir y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”

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Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.