La rivalidad Barcelona-Madrid todo lo arrasa y lo contamina. El último capítulo (hasta que dentro de un rato pase a ser el penúltimo), la sede de la final de la Copa del Rey.

Cabe destacar, antes de meternos en harina, que la principal culpable del lío de sedes y fechas que hay cada temporada es la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), que maltrata y desprestigia su competición como si su objetivo fuera acabar con ella: ¿Tanto cuesta fijar sede y fecha en julio antes de tener la más mínima idea de quién alcanzará la final? ¿Tanto cuesta acabar con las eliminatorias a doble partido que aprietan más un calendario apretado y disputarlas a un solo duelo como ocurre en el resto del mundo? Veremos si el presidente de la RFEF, Ángel María Villar, que va a ser reelegido próximamente, tiene a bien abrillantar un una competición cada vez más desprestigiada. (1)

Dicho esto, fijaos si es absurdo el tema de la sede de la final, que cambiando a uno de los contendientes el problema no existiría y los lavabos podrían remodelarse más tarde.

La rivalidad entre los dos grandes gigantes del fútbol español ya no lo es. Se ha convertido en una comedia de mal gusto. Se ha reducido a lo absurdo: Consiste en negar sistemáticamente lo que dice el contrario sin atender a las argumentaciones, sin importar si lo que propone el de enfrente tiene o no sentido. Negar por negar. Porque sí. Porque eres tú. Y tú más. No, yo más. Pero yo la tengo más larga. No, que la tengo yo.

Que sí, que el Madrid es el dueño del estadio y puede hacer con su instalación lo que desee, pero no existe, desde la razón, un solo motivo para negarse a acoger la final. Máxime cuando van a quedarse un montón de aficionados sin ver in situ a su equipo en un partido inolvidable y cuando el Bernabéu cobijó ya nueve finales con el Barcelona como finalista.

Imagino qué deben sentir el Athletic y sus hinchas, hurtados del protagonismo que se han ganado en la cancha por las polémicas nimias, absurdas y pueriles de los dos de siempre. Decepción, tristeza, hartazgo. Y con razón.

PD: Este mismo texto serviría para la situación inversa, es decir, si el Madrid hubiera alcanzado la final y, como es lógico, hubiera pedido el Camp Nou como sede.

(1) Antes de laznar la batería de argumentos de siempre, lean de nuevo el párrafo.